lunes, 9 de diciembre de 2013

Por qué los hombres mienten sobre el tamaño (y a ellas les da igual)

 
Jimi Hendrix pudo presumir, además de por sus virtudes guitarrísticas, de poseer un miembro de 20 centímetros. (Efe)
 
 
LOS SECRETOS DEL PENE, AL DESCUBIERTO
 
En el inconsciente masculino, un gran pene parece ser una muestra de virilidad
 
El pene humano es cuatro veces más grande de lo biológicamente necesario
 
En los años cuarenta, el tamaño medio del pene de los miles de encuestados era de unos 15,7 centímetros


No nos cansaremos de insistir en ello, pero las investigaciones sobre la sexualidad han experimentado un brutal aumento durante el último medio siglo, no únicamente en lo que concierne a los papers académicos, sino también a los volúmenes ensayísticos que, desde una perspectiva más desenfadada, se proponen enseñar al gran público las peculiaridades y entresijos de nuestra sexualidad. Al final y al cabo, se trata de una temática que potencialmente puede interesar a cualquier ciudadano que ya haya superado la adolescencia.
 
Uno de estos libros es God’s Doodle: the Life and Times of the Penis (Soft Skull Press) de Thomas Hickman, cuyo título (“el garabato de Dios: la vida y tiempos del pene”) ya no deja lugar a dudas: se trata de una revisión del órgano genital masculino desde un amplio número de puntos de vista diferentes –sociología, religión, fisiología, metafísica– y, eso sí, una mirada bastante ácida. Como recordó el periodista inglés en una entrevista con The Globe and Mail, “los penes no pueden evitar ser payasos”.
 
Por eso, explica, ha abordado el tema con sorna. ¿O no esbozamos una media sonrisa cuando leemos que los falománticos de la India y el Tíbet leían penes de la misma manera que los quirománticos hacen con las manos? ¿No resulta también divertida la célebre frase feminista que dice que el pene “lo ve todo pero no entiende nada”? Quizá por ello Hickman se haya propuesto redactar una historia del pene “imparcial e irónica”.
 
 
El tamaño no le importa a nadie (menos a ti)
 
Uno de los aspectos en los que más se detiene el volumen, que tras su edición inglesa se ha publicado este mes en los Estados Unidos, es sobre los quebraderos de cabeza que trae el tamaño del miembro masculino. Como escribe el propio autor en el libro, “intelectualmente, el hombre sabe que el tamaño de su pene no tiene ninguna relevancia específica en su relación de pareja, sabe de manera segura que no es el factor más importante en la respuesta que ante él tendrá una mujer”. Pero aun así, indica Hickman, “no podemos evitar pensar lo contrario”.
 
El psicoanalista Sigmund Freud es sólo un nombre más en la larga lista de investigadores que se han propuesto explicar esa obsesión por el pene, tanto desde el punto de vista masculino como el del femenino, en forma del célebre “complejo de castración” que se traduce para los primeros en el miedo a la pérdida del falo y, en las segundas, a la constatación de una ausencia en su zona genital. Una teoría sometida a revisión posteriormente por otros investigadores como Melanie Klein, Simone de Beauvoir o Jacques Lacan.
 
Esa obsesión sea la que seguramente explique por qué los datos señalan que el pene parece haber disminuido en tamaño durante los últimos años, o al menos, eso aseguran ciertos estudios: si según los resultados obtenidos durante los años cuarenta por Alfred Kinsey y reflejados en su proyecto homónimo, el tamaño medio del pene de los miles de encuestados era de unos 15,7 centímetros, investigaciones más recientes han llegado a señalar que la media puede encontrarse incluso en las cinco pulgadas, unos 12,7 centímetros. ¿Qué ha ocurrido en estos sesenta años?
 
 
El misterio del pene que encoge
 
La explicación es en apariencia más sencilla de lo que parece. En la encuesta Kinsey, eran los propios hombres los que debían remitir los resultados obtenidos a la dirección postal del doctor que identificó los siete grados de comportamientos sexuales, algo que da una gran libertad para exagerar la medición unos milímetros (o unos centímetros). Sin embargo, cuando los resultados son tomados por los propios investigadores, los resultados varían sensiblemente.
 
Un estudio alemán y otro brasileño en el que la erección fue inducida de manera farmacológica encontró que el tamaño oscilaba en unas 5,8 pulgadas, es decir, 14,7 centímetros, y otro estudio realizado por Lifestyle hizo descender la cifra hasta las 5,0 pulgadas, los 12,7 centímetros de los que hemos hablado con anterioridad.  Pero no queda todo ahí. Existe un último factor que puede hacer que la media del tamaño del miembro viril sea aún más pequeña de lo que pensamos y es que, como recuerda Hickman, aquellos hombres con un tamaño que consideran inferior a la media o pequeño raramente suelen colaborar en esta clase de estudios.
 
Hickman señala que existe otro fenómeno contrario. Debido al anonimato de la red, que es utilizada en muchos casos para el contacto erótico con personas del sexo opuesto, es más fácil que se mienta acerca del tamaño del miembro viril, ya que en el inconsciente masculino, ello parece ser una muestra de virilidad y de atractivo. El tamaño importa, pero parece ser que sólo para el hombre.
 
 
Un viaje en la extraña mente del hombre
 
Los datos demuestran que de entre la lista de deseos del hombre, un pene de mayor tamaño se encuentra en los primeros puestos. Una encuesta de Cosmopolitan señaló que el 42% de encuestados preferirían tener un pene de más de 10 pulgadas (es decir, más de 25 centímetros) y un sueldo de 10.000 libras anuales (12.000 euros, es decir, ser un mileurista) que tener un pene de tres pulgadas (7 centímetros y medio) y ganar 100.000 libras anuales (120.000 euros). Como decía Domingo Ortega, “hay gente pa tó”. “Si la mayor parte de hombres pudiese elegir”, recuerda Hickman, “tendrían penes de tamaño gigantesco que tuviesen que cargar con las dos manos”.
 
¿Para qué sirve todo ello? En realidad, para poco. Aunque en el libro Hickman reconoce que algunos de los grandes galanes de la historia de la humanidad podían hacer gala de un miembro de tamaño superior a la media (de Frank Sinatra a Rodolfo Valentino pasando por Jimi Hendrix), el autor recuerda que las mujeres “utilizan su sentido común”. Ello quiere decir que ven a los hombres como un “paquete” (sin dobles sentidos, ejem): son un compañero, un apoyo financiero y un cuerpo, y el miembro viril es tan sólo un pequeño porcentaje de todo ello. Sin embargo, un dato matiza dichos resultados.
 
Como recuerda una investigación, la mujer suele percibir el tamaño del miembro de su amante más grande de lo que realmente es mientras la relación marcha viento en popa y, por el contrario, lo recuerda más pequeño cuando la relación entre los dos se rompe. Señalemos un último dato: como afirma Hickman, “el pene humano es cuatro veces más grande de lo biológicamente necesario”. Quizá hayamos tenido miembros viriles por encima de nuestras posibilidades
 
Hickman vaticina también un futuro apocalíptico para el pene a un larguísimo plazo. Puesto que es posible que en un futuro la mayor parte de fecundaciones se realicen in vitro, es sensato pensar que el miembro vuelva a recuperar la pulgada y media de los gorilas, puesto que el miembro será “redundante”. Quizá, para entonces, esos castrados hombres del futuro nos vean como monstruos malformados…
 
 

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