viernes, 3 de enero de 2014

El año en que Europa se enfrenta a sus demonios

 
 
Los movimientos xenófobos se abren paso hacia las elecciones europeas. Partidos radicales de Francia, Reino Unido, Holanda o Grecia ganan fuerza.
 

Europa tiene dos espejos en los que mirarse para decidir qué quiere ser de mayor. Dos acontecimientos históricos que se conmemorarán el año que acaba de comenzar resumen las tendencias a las que la UE deberá hacer frente. El 28 de enero se celebrará el 1.200 aniversario de la muerte de Carlomagno, el hombre que construyó un imperio desde el norte de la península Ibérica hasta la actual Croacia. A los seis meses, el 28 de julio, el continente recordará que 100 años antes comenzaba la primera de las dos guerras que incendiaron primero Europa y luego el resto del mundo.
 
Las decisiones actuales se tomarán sin sangre de por medio, pero citas como las elecciones al Parlamento Europeo del 22 al 25 de mayo servirán también para elegir entre un modelo u otro: continuar por la senda de la unificación que ya intentó el rey de los francos y emperador de Occidente o dejarse arrastrar por las fuerzas nacionalistas y populistas que ahora crecen por toda la UE como las ansias imperialistas lo hacían antes de la Gran Guerra.
 
Las elecciones europeas de 2014 se presentan como las más importantes en más de tres décadas. Será la primera vez que los ciudadanos voten un Parlamento con los poderes ampliados que le confiere el Tratado de Lisboa. Los comicios coinciden además con el hartazgo popular que ha provocado un lustro de crisis y el ascenso de partidos muy distintos entre sí, pero con un elemento común: su radical oposición a todo lo que suene a Europa.
 
El Frente Nacional de Marine Le Pen, el UKIP de Nigel Farage o el Partido de la Libertad de Geert Wilders amenazan con convertirse en los más votados en Francia, Reino Unido y Holanda. Los directamente nazis griegos de Aurora Dorada confían también en obtener un buen resultado y llevar a Estrasburgo a su líder, al que hacen llamar Führer.
 
“La UE se enfrenta en 2014 a dos amenazas a su supervivencia. La primera son los euroescépticos que quieren destruir las instituciones que durante 60 años han mantenido a raya el nacionalismo que despedazó nuestro continente el siglo pasado”, asegura el líder de los liberales europeos, Guy Verhofstadt, que aspira a presidir la Comisión Europea. Esta será la primera vez en la que los grandes partidos concurran a las elecciones con candidatos a la presidencia del brazo ejecutivo europeo. Aunque este poder es relativo, porque la propuesta seguirán haciéndola los jefes de Estado y de gobierno, con la alemana Angela Merkel reinando por encima de todos ellos. Mientras que los candidatos de la izquierda están claros (Martin Schulz por los socialistas; y el griego Alexis Tsipras por el bloque antitroika), la derecha nada aún en la indefinición. Se especula con que la canciller alemana estaría tratando de colocar a la directora-gerente del FMI, Christine Lagarde, como sustituta de Barroso. Será una Comisión que, según Javier Solana, deberá cubrir los fallos del equipo saliente. “La crisis no ha servido para que la Comisión tome la iniciativa, sino que se ha desdibujado y ha dejado que instituciones como el BCE cubran el vacío”, señala el anterior jefe de la diplomacia europea y de la OTAN. Solana propone que el nuevo equipo de Bruselas sea más reducido y operativo: “Sería difícil cambiarlo, pero no hay espacio para 28 comisarios”.
 
Hasta aquí el frente político. Aunque el continente haya logrado salir de la recesión, la economía continuará siendo el factor que determinará el éxito o fracaso de las políticas europeas. Tras las salidas de los rescates a Irlanda y España, quedan los dos más problemáticos: Grecia y Portugal. Ambos deberán concluir sus programas a lo largo de 2014; y muchos creen inevitable un tercer plan de ayudas para Atenas —que a partir del 1 de enero ostenta la presidencia de la UE— y un segundo para Portugal. “Los próximos meses serán muy inestables. Las elecciones europeas y locales de mayo serán un referéndum para los dos partidos que gobiernan en Grecia. Es muy probable que su legitimidad disminuya y que se les haga aún más difícil seguir en el poder”, sintetiza Nikos Konstantaras, director editorial del diario Kathimerini.
 
El BCE, además, deberá presentar en noviembre los resultados de los exámenes a la banca europea. De cómo de grande sea el agujero de las entidades italianas, francesas, austriacas o incluso alemanas dependerá la marcha de la economía en el futuro próximo.
 
El segundo de los retos a los que se refería Verhofstadt es el papel del Parlamento Europeo para lograr una unión bancaria que suponga un avance sobre la versión descafeinada y excesivamente germanizante que cerraron los Gobiernos antes de Navidades. “Tenemos que alcanzar un acuerdo que rompa el vínculo letal entre deuda pública y privada, que ha alimentado la crisis en España e Irlanda”, señala el líder liberal.
 
Los desafíos a los que se enfrenta Europa serán muchos. Y el espejo histórico puede servir como referencia. Como señala la catedrática de Oxford Margaret MacMillan, la ceguera actual ante problemas como el calentamiento global recuerda a la de los europeos que en 1914 no dieron importancia a la carrera armamentística de las grandes potencias. Pese a todo, MacMillan insiste en no exagerar las similitudes. “Soy historiadora. No quiero tratar de predecir el futuro, porque sé que es siempre imposible”, remata con un toque de ironía la autora de París 1919. Seis meses que cambiaron el mundo.

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