viernes, 10 de enero de 2014

Una 'app' con texto autodestructivo para las confidencias laborales

 
 
'CONFIDE' ES EL 'SNAPCHAT' DE LAS EMPRESAS
 
 
"Este mensaje se autodestruirá en 5 segundos...". Suena a secuencia de cualquiera de los títulos de 007, donde el agente británico gestionaba los mensajes del MI6 con tacto y asegurándose de que no quedaba rastro. Bien, lo cierto es que, pese a la aparatosidad del asunto, la idea no resultaba tan mala: son innumerables los problemas provocados por el rastro de los correos electrónicos,  sobre todo en el ámbito de la empresa.
 
Tanto es así que en muchas ocasiones, cuando se quiere comunicar algo realmente comprometedor, parece más prudente descolgar el teléfono y soltarlo de viva voz. Ni luz ni taquígrafos. El contenido del mensaje queda transmitido, pero no hay rastro del mismo así que, si las cosas se tuercen, nadie puede aparecer con el email en las manos diciendo: "¿Veis?". Esta idea de borrar de forma automática los mensajes ataca de frente a una de las lacras de la red: el rastro que dejamos de todo lo escrito.
 
Así las cosas, apps como Snapchat están haciendo su agosto, en especial entre los más jóvenes, donde los famosos selfies o autofotos son ya un fenómeno. Esta aplicación se centra exclusivamente en fotografías que el receptor puede ver durante apenas unos segundos (configurable por el usuario) tras los cuales desaparece como por arte de magia.
 
 
Asuntos delicados para consignarse en un 'email'
 
Pues bien, como apuntamos, Snapchat está siendo un éxito incontestable entre los más jóvenes y el proyecto sigue recibiendo inyecciones de capital millonarias. Sin embargo, no deja de ser un juego: te mando una foto haciendo el bobo con la confianza de que nadie podrá luego emplearla en mi contra puesto que desaparece, literalmente.
 
Pero esta idea tiene mucho más recorrido en el mundo empresarial, donde los correos electrónicos en ocasiones los carga el diablo o donde el contenido es tan sensible que uno siente aprensión tras haber pulsado el botón enviar. En realidad, todo comenzó cuando Jon Brod quiso comentar con su amigo Howard Lerman sobre un posible empleado que el primero estaba a punto de fichar.
 
El asunto era delicado y mejor andarse con tiento, pensó Brod. "Te llamo por teléfono y lo comentamos mejor", apuntó. El problema es que las agendas de este par de curtidos emprendedores estaban ya desbordadas y pasaron meses antes de poder entablar esa conversación. Fue así, de forma casi anecdótica, cuando ambos vieron una oportunidad de negocio.
 
En pleno 2014, depender exclusivamente de una conversación telefónica para resolver un asunto no parece la mejor solución, pero es cierto que el correo electrónico no ofrece ninguna garantía de privacidad. ¿Por qué no montar un sistema de mensajería propio? Dicho y hecho.
 
 
Un Snapchat 'serio'
 
En ese momento comenzó a forjarse la aventura de Confide, una app que vio la luz el miércoles mismo. Este servicio está dirigido al mundo empresarial fundamentalmente y, a diferencia de Snapchat, que sirve fundamentalmente para enviar fotos, Confide únicamente soporta la transmisión de mensajes escritos. Lo cierto es que no es el primer servicio de estas características, pero Brod y Lerman están convencidos de haber dado con una serie de claves que consolidarán el éxito de la aplicación.
 
El funcionamiento es sencillo: uno se descarga la app (inicialmente disponible en iOS, aunque suponemos que en poco tiempo saltará a Android), se da de alta como usuario, y en menos de diez segundos puede comenzar a enviar sus mensajes autodestructibles.
 
No es necesario que inicialmente el destinatario sea usuario del servicio, y este es un aspecto crítico de cara a su futura expansión: recibirá un correo anunciando que ha recibido un mensaje en dicho servicio y se le invitará a darse de alta para poder leerlo.
 
 
Nadie más que el receptor lee el mensaje, ni siquiera ellos
 
Hecho esto, el destinatario accederá a una interfaz muy similar a la del email, pero las diferencias son evidentes al entrar en el mensaje: lo que ve es una línea de puntos que ocultan el contenido y para desvelarlo hay que deslizar el dedo por encima. ¿Por qué? Para evitar las temidas capturas de pantalla. Para que la app tenga éxito hay que asegurarse de que cumpla su cometido a la perfección. Y lo hace. Demasiado bien: el mensaje se envía cifrado al destinatario y sólo él puede leerlo.
 
Una vez enviado, no queda ni rastro en ningún sitio ya que no se almacena en ningún servidor. "No tenemos la tecnología para leer los mensajes", zanja expeditivo Brod ante la posibilidad de ataques de hackers, como el que recientemente ha padecido precisamente Snapchat. Lo que se escriba también queda lejos de las manos de la NSA estadounidense por el mismo motivo.
 
Están ellos dos solos al frente de esta prometedora startup, pero no piensan invertir un solo duro en su promoción: confían en el boca a boca que tan excelentes resultados ha proporcionado a servicios que ahora nadan entre millones, como Dropbox. ¿El modelo de negocio? Ya llegará. Tienen "varias ideas" de cara a rentabilizarlo, pero por el momento es gratuito y su afán ahora se centra en captar usuarios.   


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