jueves, 30 de enero de 2014

Fiat deja Italia y se muda a Wall Street

 

El grupo cotizará en Nueva York y traslada su sede social a Holanda y la fiscal a Reino Unido

El regulador bursátil suspende la cotización de la empresa cuando caía más de un 6%


Fiat, la marca italiana por excelencia desde hace 115 años, se llamará a partir de ahora Fiat Chrysler Automobiles (FCA), tendrá la sede legal en Holanda y la fiscal en Reino Unido, cotizará en la Bolsa de Nueva York —aunque mantendrá una cotización secundaria en el mercado electrónico de Milán— y cambiará hasta su tradicional logotipo. El consejero delegado del grupo, Sergio Marchionne, intentó suavizar el impacto de la noticia en Italia asegurando que Fiat —o sea, FCA— mantendrá activo el centro de desarrollo de Turín y todas las plantas de producción en Italia, pero salvo el primer ministro, Enrico Letta, que ha hecho un llamamiento a los italianos para que sigan sintiendo la marca como propia, la sensación general es de disgusto y preocupación. “A este paso”, según Forza Italia, el partido de Silvio Berlusconi, “aquí solo quedará de Fiat el esqueleto de las fábricas”.
 
La mudanza total de la compañía se viene planeando desde que, en junio de 2009, Fiat firmara un acuerdo de alianza estratégica con Chrysler y, sobre todo, desde que el pasado 21 de enero se completase la adquisición del 100% del accionariado de la compañía estadounidense. Para Sergio Marchionne, todo son ventajas: “Es un sueño de cooperación industrial a nivel mundial.
 
Con la alianza, nos hemos convertido en un auténtico competidor global en el sector”. La combinación de Fiat y Chrysler dará origen al séptimo mayor fabricante automotriz y, ya en 2014, alcanzará los 93.000 millones en ventas. También el presidente de Fiat, John Elkann, perteneciente a la dinastía de los Agnelli, mostró su satisfacción a través de un comunicado: “El nacimiento de Fiat Chrysler Automobiles marca el comienzo de un nuevo capítulo de nuestra historia. Cada una de las marcas tiene una gran historia en el panorama automovilístico y puntos de fuerza geográficamente diferentes y complementarios”.
 
La empresa, que no desvelará los detalles del nuevo plan hasta el próximo mes de mayo, anunció también este miércoles que cerró el ejercicio de 2013 con un beneficio neto de 1.951 millones de euros, lo que supone una mejora del 118% respecto a las ganancias del año anterior. La pieza clave de estos resultados ha sido, precisamente, la aportación de la estadounidense Chrysler.
 
Sin tener en cuenta al fabricante de Detroit, el resultado anual habría arrojado pérdidas de 441 millones. El pasado ejercicio, Chrysler registró un beneficio de 1.820 millones de dólares, un 9% más que en todo 2012. De ese total, 660 millones corresponden al cuarto trimestre, en este caso un incremento del 75%. El grupo estadounidense facturó 72.140 millones, un 10% más que en el ejercicio precedente.
 
El beneficio anual es aún mayor si se tienen en cuenta los 960 millones en retornos fiscales, con lo que eleva un 60% la ganancia anual respecto a 2012, hasta los 2.760 millones. Sergio Marchionne, su consejero delegado, pone así números a su gran apuesta para hacer del grupo Fiat un actor global. La compañía dispone en este momento de 13.300 millones en efectivo. Otros de los logros de Marchionne, quien dijo estar viviendo el momento más feliz de su carrera, fue el acuerdo alcanzado el 1 de enero con el sindicato del automóvil en EE UU para hacerse con el control total de Chrysler y poder integrar así la compañía en Fiat para que operen como una unidad. La estructura de propiedad unificada, señaló entonces el ejecutivo italiano, permitirá que el fabricante de los Alfa Romeo opere como una compañía global.
 
El objetivo es poder competir con General Motors, Ford Motors, Toyota o Volkswagen. El grupo Chrysler vendió 2,56 millones de coches en todo el mundo, pero su negocio se concentra en EE UU y Canadá, donde mejoró las ventas un 14% gracias a modelos como el Jepp Grand Cherokke o la ranchera Ram de Dodge. Fuera del mercado norteamericano vendió 309.000 unidades.
 
La decisión aprobada por el Consejo de Administración de Fiat, que prevé que cada accionista reciban una acción de FCA de nueva emisión por cada título antiguo y que Exor —el holding de la familia Agnelli— mantenga el control gracias a su 30%, disparó, sin embargo, las alarmas en Italia. El primer ministro, Enrico Letta, se apresuró a calmar los ánimos: “Desde hace mucho tiempo, Fiat ha buscado horizontes a los que no estábamos acostumbrados, por eso hoy es un actor global y antes lo era solo nacional. La cuestión de la sede es absolutamente secundaria: lo que cuentan son los puestos de trabajo, el número de coches vendidos y la globalidad del proyecto”.
 
Pero, al margen de la opinión favorable del presidente del Gobierno, todas las demás son de gran preocupación. Filippo Taddei, el nuevo responsable económico del Partido Democrático (PD), ha condensado en un par de frases la sensación general: “Esta noticia cambia aquello que era Fiat para los italianos. Es una empresa que ya no es italiana. Y eso nos disgusta”. Entre otras cosas porque, durante los últimos años, el Estado italiano —o sea, los contribuyentes— han puesto mucho dinero para que, antes del acuerdo con Chrysler, las plantas siguieran produciendo.


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