Un puñado de empresas se reparten una gran parte de internet. (E+)
- La principal estrategia de estas empresas es comprar cientos de pequeñas empresas para frenar su crecimiento
El inversor Peter Thiel publicó en 2014 un libro titulado ‘Zero to one’, que inspiró profundamente a Donald Trump en su campaña presidencial. En él elogiaba los monopolios tecnológicos con frases como “la competición es para los perdedores” y su discurso antirregulación planea muy cerca del actual presidente, al que asesora de forma directa mientras se sienta en la junta directiva de Facebook.
Cuatro años después, el debate sobre si los gigantes de internet pueden incurrir o no en la normativa antimonopolio estadounidense es cada vez más intenso. Las cifras indican posiciones predominantes pero los matices de las tres leyes vigentes proporcionan margen para la discusión.
El principal asesor tecnológico de Trump defiende la ausencia de regulación desde su asiento en la junta directiva de Facebook
Ninguna de ellas fija una denominación concreta de monopolio. De hecho, tener un papel mayoritario en el mercado se considera consecuencia de una buena gestión y un producto/servicio exitoso en la cultura estadounidense. La cuestión es si la posición de predominio parte de “desarrollar un producto superior o ser el primero (lo que no viola la normativa antimonopolio) frente a intentar impedir a rivales que comercialicen su producto (lo que sí la contraviene)”, explica el profesor de derecho de la competencia Abraham Wickelgren.
“Diría que Google, Facebook y Amazon son los monopolios más obvios y poderosos de nuestra cultura ahora mismo”, dice Matt Stoller, del Open Markets Institute. Su opinión, como la de otros expertos, se basa en parte en que estas empresas eliminan competencia mediante la compra de otras que lo son o podrían llegar a serlo con el tiempo, con un perjuicio a largo plazo para los consumidores. A mayor tamaño, mayor facilidad de consolidar su posición mediante estas prácticas.
En EEUU no es ilegal en sí mismo tener un monopolio, sino conseguirlo o mantenerlo a costa de impedir la competencia de otras empresas
Apple, Alphabet (matriz de Google), Amazon y Facebook están hoy entre las compañías con mayor valor bursátil del mundo. Y entre ellas también figura Microsoft, que fue la protagonista hasta la fecha de la última gran batalla antimonopolio que implicó a una empresa tecnológica y podría ser el ejemplo a seguir.
Aquel caso se inició en 1998 y se basaba en la posición más que ventajosa de la empresa entonces dirigida por Bill Gates en cuanto a introducir su navegador propio en los sistemas operativos que comercializaba. Tras seis años de litigios, en los que se llegó a plantear la división de la empresa, el acuerdo final con el Departamento de Justicia estableció que Microsoft daría acceso a terceros a sus sistemas para permitir una mejor competencia en el desarrollo de navegadores y otros elementos.
Microsoft litigó durante seis años por abuso de posición al incluir su navegador con sus sistemas operativos
La división que esquivó Microsoft sí se produjo en otros casos sonados de la historia de EEUU, como Bell o Standard Oil. La primera fue segregada en 1983 en compañías más pequeñas para evitar su monopolio en los servicios telefónicos de EEUU, mientras que la segunda fue desmembrada en hasta 34 empresas distintas en 1911 por los efectos perniciosos de su tamaño en la industria del petróleo.
En ambos casos la pregunta que se planteó y respondió afirmativamente fue si esas empresas eran demasiado grandes, pero había precios de referencia sobre productos concretos. El problema que ofrecen Google o Facebook a la hora de ser revisados con las mismas leyes es que sus servicios son gratuitos, de forma que hay que incidir en sus efectos colaterales sobre otros sectores y en el propio desarrollo de negocios en internet.
Google y Facebook ofrecen de forma gratuita sus servicios a los usuarios, lo que complica la revisión de su posición con la normativa actual
Eso no sucede con Amazon, a la que de hecho Trump tiene entre ceja y ceja. Poco después de que la empresa de Bezos comparara Whole Foods y con el cargo casi recién estrenado, el actual presidente de EE.UU. preguntó directamente a un inversor si consideraba que Amazon constituía un monopolio. Su capacidad para influir en los precios de bienes y su posición preeminente en el comercio electrónico estadounidense sí que hacen que sea más sencillo investigarla en base a conceptos tradicionales de mercado.
Solo en la última década, Alphabet, Amazon, Apple, Facebook y Microsoft han comprado 436 empresas con un valor global de 131 millones de dólares, según datos de Bloomberg. Eso incluye operaciones que han ensanchado sus campos de acción más allá de lo previsible, en un escenario creciente de competición multisectorial que afecta a negocios de otras industrias.
En la última década Alphabet, Amazon, Apple, Facebook y Microsoft han comprado 436 empresas con un valor global de 131 millones de dólares
Google ha defendido históricamente que la capacidad para competir en internet esta a solo “un click de distancia”. Las bajas barreras de entrada que ha proporcionado la tecnología forman parte del argumentario habitual de estas empresas para descartar que las suyas sean posiciones monopolísticas. Sin embargo, eso obvia el efecto red que las beneficia, basado en que el valor de un bien o servicio aumenta a medida que se incrementa el número de sus usuarios.
Lo que queda por ver es si la administración Trump será más beligerante en este aspecto que las anteriores. Desde el año 2000 los casos antimonopolio se han reducido en EEUU a apenas tres por año, cuando en las dos décadas anteriores el promedio era de casi 16. Más allá de las cuestiones empresariales, las plataformas de internet están hoy bajo escrutinio por cuestiones como las noticias falsas, que ya entran en el ámbito de la seguridad nacional, y quizás eso podría influir en su futuro inmediato.
En los últimos años se ha desplomado el número de causas anticompetencia abiertas en EEUU
Por otro lado, en Europa el panorama es totalmente distinto. La comisaria Vestager vela con firmeza por la competencia y en junio de 2017 consiguió que la Comisión Europea impusiera a Google la mayor multa de su historia (2.424 millones de euros) por relegar a sus competidores en búsquedas. Previamente ya se había enfrentado a Facebook, Amazon o Apple.
Las diferencias culturales entre ambos escenarios y el hecho de que esas empresas sean estadounidenses son dos factores clave para explicar las diferencias en su tratamiento legal. Además, en Europa preocupa mucho más el tratamiento de los datos de los consumidores, lo que explica que en mayo entre en vigor una nueva normativa (RGPD) elaborada básicamente con ellas en mente. “Les obliga a tener establecimiento en Europa y a sujetarse a las leyes y autoridades europeas”, explica el abogado Borja Adsuara.
En Europa preocupa mucho más el tratamiento de los datos de los consumidores
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.