domingo, 28 de octubre de 2018

La ruta 66, auge y declive de un símbolo americano que se resiste a claudicar

La ruta 66, auge y declive de un símbolo americano que se resiste a claudicar
Un tramo de la ruta 66 a la altura de Amboy (California) en los años 40 y en la actualidad 
(Mario Chaparro)


La carretea más famosa del mundo tuvo una notable huella social y económica a lo largo del siglo XX antes de convertirse en un escenario para turistas y nostálgicos en la actualidad


Una madre siempre será una madre, pase el tiempo que pase. También Mother Road será siempre la archiconocida Ruta 66 de Estados Unidos: vía de sueños y esperanzas, ayer, y de melancolía y souvenirs, hoy, para miles de personas que con su vehículo han cruzado las inmensas y emblemáticas rectas de la carretera más famosa del mundo.
Con punto de partida en Chicago y final en el núcleo urbano de Los Ángeles –pese al poste que anuncia el final del recorrido en la playa de Santa Mónica–, la oficialmente denominada US66 traza una línea ininterrumpida a través de ocho estados: Illinois, Misuri, Kansas, Oklahoma, Texas, Nuevo México, Arizona y California. Desde el corazón rural de Norteamérica hasta el motor de modernidad de la costa oeste a través de kilómetros y kilómetros de desiertos y llanuras pinceladas de algún que otro municipio. Una arteria que recorre también parte de la historia de Estados Unidos.
Mapa de la ruta 66 a través de ocho estados norteamericanos
Mapa de la ruta 66 a través de ocho estados norteamericanos (Rainer Lesniewski / Getty Images/iStockphoto)
La ruta 66 tuvo el honor de ser una de las primeras vías de la Red de Carreteras Federales de Estados Unidos, el programa con el que la Casa Blanca, de la mano de los estados, tejió en los años 20 del siglo pasado una malla de carreteras de largo alcance a lo largo y ancho del país. El 11 de noviembre de 1926 fue el turno de la 66, numeración que recibió acorde a la regla no escrita que daba un guarismo par a las vías que viajaban de este a oeste y viceversa, e impar a las que transcurrían de norte a sur y viceversa. De hecho, su principal promotor, un emprendedor de Tulsa (Oklahoma) –ciudad que, como no podía ser de otro modo, cruza la ruta– llamado Cyrus Avery, quiso en un primer momento bautizarla como ruta 60, pero los dígitos redondos se reservaban para las carreteras principales y ésta todavía no auguraba tales honores.

4.000 kilómetros para conectar el Midwest rural con la moderna costa oeste


La construcción de la US66 supuso, en su momento, recortar algo más de un 8% la distancia entre Chicago y Los Ángeles, que quedó establecida en 2.448 millas –3.940 kilómetros. Aunque esto no fue la principal aportación para acercar el rural Midwest y el urbano Pacífico: el gran paso adelante llegó con el reemplazo de los vetustos caminos por las nuevas vías de mejores condiciones.
¿Ello se plasmó en la actual ruta 66? No tan deprisa, porque de inicio sólo se asfaltaron unas 800 millas de la vía.
No fue hasta una docena de años después, en 1938, que la ruta 66 se convertiría en la primera carretera totalmente asfaltada de Estados Unidos. Para ello fue necesaria la generosa aportación de fondos del New Deal del presidente Franklin Roosevelt. El ambicioso programa de obras públicas que a tantos norteamericanos empleó permitió ensanchar la carretera y modificar el recorrido para hacerlo más cómodo y lineal, esquivando antiguos puntos negros que se habían cobrado no pocas vidas –hasta el punto que se la llamaban la Bloody 66 (Sangrienta 66).
Imagen de tres vehículos en la US66 en sus inicios
Imagen de tres vehículos en la US66 en sus inicios (National Historic Route 66 Federation)

Escenario de masivas migraciones


Entremedias, y pese a no estar en condiciones idóneas, la US66 ya había vivido su primer gran boom de transeúntes tras la Gran Depresión de 1929. La profunda crisis económica que atizó a Estados Unidos llevó a muchos de los habitantes de su corazón rural a buscar una nueva vida en el litoral, siguiendo los pasos marcados el siglo anterior por la popular fiebre del oro. Los problemas de bolsillo, con todo, tuvieron un desastre ecológico como cooperador necesario en esta masiva migración que se contó por cientos de miles: la Dust Bowl , las espesas e infinitas tormentas de polvo y arena que castigaron aún más la ya empobrecida población del Midwest norteamericano, empujándola hacia la costa.
Esta procesión multiplicó la repercusión de la ruta 66, no sólo como vía de paso cada vez más concurrida, sino también como eje impulsor de una floreciente economía. Hoteles, y sobre todo moteles, restaurantes de carreteras, talleres mecánicos y gasolineras brotaban junto al asfalto para dar servicio a los miles de personas que, por ocio o trabajo, circulaban por la 66.
Una área de servicio de los primeros años de la ruta 66
Una área de servicio de los primeros años de la ruta 66 (Carol M. Highsmith / NPS)
El esfuerzo inversor, especialmente el de titularidad pública, se frenó en seco con la llegada de la Segunda Guerra Mundial. El foco de gasto gubernamental apuntó, entonces, hacia la industria armamentística ubicada, por razones climatológicas y de aislamiento, en la mitad oeste de Estados Unidos. De hecho, son varias las bases militares que acompañan la ruta 66 en su recorrido: desde Fort Leonard a la Edwards Air Force Base, pasando por Fort Wingate.
El elevado gasto militar de la zona del Pacífico en plena Segunda Guerra Mundial volvió a propiciar nuevas migraciones centro-oeste como respuesta a los abundantes puestos de trabajo creados. Y en ellas, de nuevo, se mantuvo la importancia la US66. Una migración que, en buena parte, no volvería a su lugar de origen al término del conflicto. Ya entonces cobrarían peso como lugar de residencia los sureños estados del denominado Sun belt (cinturón del sol), bendecidos por sus plácidas temperaturas contrapuestas al frío norte.
Una de las muchas infinitas rectas que trazan la ruta 66
Una de las muchas infinitas rectas que trazan la ruta 66 (bluejayphoto / Getty Images/iStockphoto)

El declive de la 66...


Los años pasaron y el también conocido como Main Street of America envejeció. Superado ya el ecuador de siglo empezó el ocaso de la US66. El primer síntoma fue la construcción de carreteras alternativas que circulaban en paralelo a la 66. La sentencia, sin embargo, llegó en junio de 1956, cuando Estados Unidos aprobó la ley de Autopistas de Ayuda Federal. El plan, originalmente, incluía la construcción de más de 60.000 kilómetros de autopistas interestatales con un presupuesto de 25.000 millones de dólares en un plazo de diez años. O lo que es lo mismo, el mayor proyecto de obras públicas de Estados Unidos hasta el momento.
El entonces presidente Dwight Eisenhower, prendado del sistema alemán de autobahn, apostaba así por una red de carreteras interestatales más modernas, más anchas, más rápidas y más seguras que relegaba a vías como la añeja 66. Un ejemplo, la I-40, que a lo largo de centenares de kilómetros discurre en paralelo, a escasos metros de distancia, de la marginada US66.
Dos carteles en paralelo señalizan la histórica US66 y la nueva I-40 en Nuevo México
Dos carteles en paralelo señalizan la histórica US66 y la nueva I-40 en Nuevo México (brians101 / Getty Images/iStockphoto)
¿Quién querría ir por una carretera estrecha y antigua pudiendo volar por anchas y nuevas autopistas de varios carriles? El tráfico se volcó con las nuevas interestatales y arrinconó a la 66. Su declive también golpeó a muchos de los pequeños pueblos y sus servicios de carretera crecidos a la vera de Mother Road, ahora huérfanos. El certificado de defunción se firmó el 26 de junio de 1985: la US66 quedaba desclasificada de la red de carreteras de Estados Unidos.

...y su renacer


Pero este muerto estaba muy vivo. Lo reanimaron los nostálgicos, que siguieron circulando por esta carretera de la que el Estado –y sobre todo, sus presupuestos– ya se había desentendido. Un par de años después de su descatalogación, en Arizona se creó la primera The Historic Route 66 Association, a la que siguieron otras tantas iguales en el resto de estados del trayecto –incluso en Kansas, por donde la mentada vía apenas transita una veintena de kilómetros. Poco después, en 1995 se fundaba la National Historic Route 66 Federation para aglutinar esfuerzos en la divulgación y preservación de la carretera y sus inseparables pueblos y negocios. De aquí surgió, de hecho, la Route 66 Dining & Lodging Guide, guía que durante 17 ediciones –hasta 2015– se encargaba de promocionar los locales tradicionales que mantienen la esencia de la ruta entre un creciente número de turistas.
La ruta 66 está hoy plagada de locales que homenajean 'Mother road' con símbolos y souvenirs
La ruta 66 está hoy plagada de locales que homenajean 'Mother road' con símbolos y souvenirs (csfotoimages / Getty Images)
Tal fue el renacer de las cenizas de la US66 que el Gobierno de George Bush padre aprobó, en 1990, reconocer esta carretera como “símbolo de la herencia de los viajes del pueblo americano y su legado para buscar una vida mejor”. Un enunciado tras el que se esconde un programa de mantenimiento de la vía y señalización y catalogación de puntos históricos.

Y es que esto es hoy la ruta 66: una vía que sobrevive al margen del uso común de una carretera, que bebe principalmente de turistas y nostálgicos a los que no importa dejar de lado las comodidades de las nuevas autopistas por poder viajar por los irregulares tramos de la US66 y empaparse de su alma americana. Y así, descontar kilómetros mientras se circula por parte de la historia asfaltada de Estados Unidos.

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