Luz al final del pasillo. (iStock)
La mayor investigación hasta la fecha, realizada por la Universidad de Nueva York, confirma una serie de experiencias insólitas tras el fallecimiento son posibles
Puede que la muerte nos infunda temor, pero sobre todo nos inquieta, asombra y obsesiona. Prueba de ello es la fascinación por los relatos de aquellos que han tenido un pie en el más allá, es decir, que han vivido una experiencia cercana a la muerte (ECM). Quizá hayan sido deslumbrados por una luz blanca y radiante, sentido una desconexión con el propio cuerpo, sido invadidos por una intensa sensación de paz interior o vagado por un largo túnel.
Sea como fuere, la comunidad científica se ha mostrado reticente a establecer un consenso claro sobre las ECM, tildándolas incluso de meras anécdotas. Ha habido investigaciones, por supuesto, pero se han limitado a enumerar las experiencias y a constatar que ciertos patrones se repiten con frecuencia. No obstante, nunca antes se había abordado la cuestión de la conciencia en estas situaciones límite. Al menos no al nivel (por su magnitud y relevancia de sus conclusiones) del estudio publicado en la revista 'Resuscitation', realizado por la Facultad de Medicina Langone en la Universidad de Nueva York
Hay quien recuerda las conversaciones de los médicos incluso después de haber sido dados por muertos. Y los doctores, sorprendidos, lo verifican
Los médicos declaran la muerte del paciente cuando deja de respirar, cesan los latidos de su corazón y no se detectan ondas cerebrales durante varios segundos. El sentido común nos dice que una vez que el órgano falla, la sangre ya no circula al cerebro y, por lo tanto, los monitores no pueden detectar actividad alguna: “Así se declara el fallecimiento, todo se basa en el momento en el que el corazón se detiene”, explica el científico Sam Parnia, destacado experto en las ECM, en una entrevista para 'LiveScience'. Sin embargo, la investigación de la NYU pone en duda el consenso establecido, pues afirma que la conciencia humana no desaparece inmediatamentedespués de la muerte. Lo que significa que, en teoría, alguien podría escuchar cómo los médicos anuncian su propio deceso.
Varios de aquellos que dicen haber experimentado una ECM aseguran que recuerdan qué pasó en la sala del hospital una vez el doctor ya les había dado por muertos. Algunos se acuerdan incluso de las conversaciones entre los profesionales o de su caras de decepción. Todo esto llevó al investigador a demostrar la aparente supervivencia de la conciencia tras la muerte técnica en el mayor estudio hasta la fecha, bautizado como 'AWARE (AWAreness during REsuscitation)', que analiza las experiencias de 2060 personas que han sufrido un paro cardíaco, tanto en EEUU como en Europa. De estas, 330 sobrevivieron tras esfuerzos de reanimación y 140 dicen haber pasado por una ECM.
Tras una ECM muchas personas se vuelen más altruistas y comprometidas. Encuentran un nuevo significado para su vida
“Hemos estudiado la mente humana en el contexto de la muerte para entender si la conciencia se aniquila o continúa después de que la persona haya muerto; y la relación que tiene esto con lo que sucede dentro del cerebro en tiempo real”, resume Parnia. Aunque la mayoría de los participantes reconoció que no podía recordar con claridad, un 39% pudo describir una “percepción de conciencia” y un pequeño porcentaje fue capaz de describir las conversaciones y situaciones de la habitación del hospital. Lo más relevante (e inquietante también) es que esos recuerdos han sido verificados por el personal que estaba presente en ese momento exacto, según asegura Parnia.
“De la misma forma en la que un grupo de investigadores podría estar estudiando la naturaleza cuantitativa de, por ejemplo, la experiencia humana del amor, estamos tratando de comprender las características exactas que las personas sufren cuando pasan por la muerte, porque entendemos que reflejará la experiencia universal que todos tendremos cuando morimos”, asegura el autor. Asimismo, también analizan al detalle qué ocurre en el cerebro durante el paro cardíaco, la muerte y la vuelta a la vida para comprender cuánto oxígeno llega al órgano, cuándo exactamente vuelve a conectarse y cómo estas experiencias se relacionan con la actividad cerebral. En este sentido, el próximo paso es encontrar métodos más precisos para monitorearlo.
Además, han corroborado que, en efecto, aquellos que tan tenido un breve pero intenso encuentro con la muerte cambian para mejor: “Lo que suele pasar es que aquellos que han tenido estas experiencias tan profundas se transforman, se vuelen personas más altruistas y comprometidas. Encuentran un nuevo significado a su vida". Tras semejante susto, ¿quién no cambiaría?
AUTOR
MIGUEL SOLA
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