- Existen diferentes teorías sobre el nacimiento de estas tradiciones
- Todos los países tienen costumbres navideñas en forma de superstición
- La tradición de llevar roja interior de color rojo se remonta a la Edad Media
El miedo a la enfermedad, la muerte o el peligro han hecho que la humanidad se arraigue, desde tiempos inmemorables, a la superstición; un fenómeno que se ha extendido por todo el mundo a través de las diferentes civilizaciones con un origen incierto. A pesar de que el físico y escritor Charles Panati aseguraba que las primeras supersticiones tuvieron su origen hace más de 50.000 millones de años A.C, con los Neanderthales y su visión del Más Allá, toda la certeza que hoy tenemos sobre ellas es que son creencias irracionales -e inevitables- para la mayoría de personas.
Además de las "creencias" que valen durante todo el año, como el trébol de cuatro hojas, la pata de conejo o cruzar los dedos, existen algunas supersticiones que tienen tachada su fecha en el calendario. Y en el caso de España, el último día del mes de diciembre, con la celebración de Nochevieja, hay dos que se han convertido en inquebrantable tradición. Tomarse las 12 uvas al ritmo de las campanadas o llevar ropa interior -o cualquier otra prenda- de color rojo son algunas de las costumbres nacionales que, de alguna forma, prometen un próspero y bien avenido año nuevo.
Pero, ¿por qué doce uvas y no cualquier otra fruta? ¿Y el color rojo? Hoy existen diferentes teorías que especulan sobre el nacimiento de estas tradiciones. Ambas con muchos años de recorrido. La costumbre de comerse doce uvas, una por cada campanada, a las doce de la noche el día 31 de diciembre es una tradición de origen español que se ha extendido a otros países hispanoamericanos como México, Venezuela, Bolivia, Ecuador, El Salvador, Perú, Colombia, Puerto Rico, Nicaragua y Costa Rica.
Una de las explicaciones más aceptadas en torno a esta práctica data de 1880, cuando la burguesía española copió la tradición navideña francesa de hacer fiestas privadas en las que la alta sociedad tomaba uvas y champán. Ese mismo año, el ayuntamiento de Madrid prohibió las fiestas en la calle, por lo que los ciudadanos, a modo de mofa y protesta, decidieron reunirse en la Puerta del Sol -que aún estaba permitido) a comer uvas para burlarse de la tradición aristócrata.
La segunda teoría se ubica en el año 1909, en la que un exceso de cosecha de uvas blancas en Alicante provocó que las productoras hicieran una fuerte campaña de Navidad para vender el sobrante de este producto, con el gancho de la buena suerte. Así, la uva blanca Aledo se convirtió en un símbolo de Nochevieja y se popularizó la venta de las doce uvas.
Todo al rojo
Para esta tradición, la teoría más aceptada se remonta a la Edad Media. En una época en la que las prohibiciones eran frecuentes, especialmente para las personas de clase baja, no se permitía llevar atuendos de color rojo por estar relacionados con la brujería y los malos espíritus. Sin embargo, en esta misma época empezó a circular la idea de que, en invierno, cuando no había color en las calles y todo estaba teñido de blanco por la nieve, el color rojo era símbolo de vida, alegría y buena suerte. No obstante, como estaba prohibido llevarlo a la vista, las personas optaron por utilizarlo en la ropa interior, y así se popularizó la ya extendida tradición.
Formas 'internacionales'
Como pasa con casi todo, cada país cuenta con sus propias reglas y manías, o rituales para llamar a la buena suerte. No obstante, hay costumbres compartidas y no precisamente por cercanía, pues en Turquía, como aquí, también existe la tradición de celebrar la Nochevieja con ropa interior de color rojo para atraer la prosperidad del año entrante. Pero no siempre el rojo es sinónimo de buena suerte.
En países como Argentina, la prenda para tener un buen porvenir debe ser rosa; en Colombia, amarilla; y en México varía según lo que la persona quiera atraer: amarillo para el dinero y la suerte, y rojo para el amor. Pero no todo son colores en Nochevieja, también hay estampados. En Filipinas, por ejemplo, la costumbre es vestirse con prendas de lunares, ya que están asociados con el dinero y la prosperidad. Y en Puerto Rico, dejando a un lado los atuendos, tiran un cubo de agua por la ventana para deshacerse de los problemas del año fenecido y limpiar la calle para recibir al año nuevo con buenas energías.
Nuestros vecinos italianos, por su parte, atraen a la buena suerte a través del paladar, ya que uno de los platos que no falta en la mesa de fin de año son las lentejas. Una tradición heredada de la civilización romana, donde se regalaba una bolsa de cuero con lentejas para atraer la riqueza, y que en el país de la bota significa suerte y bonanza.
Los alemanes y austriacos también comparten tradición, y el último día del año funden plomo y lo dejan caer sobre un vaso, adivinando según la forma que aparezca en el mismo el futuro que les aguardará.
Cruzando el charco, también vemos históricos rituales para este día.Concretamente, en Estados Unidos se besan durante el primer minuto del Año Nuevo para asegurarse así que no les faltará el amor ni el afecto en el año entrante. Una costumbre que comenzó en la época de los romanos con la celebración del Festival de Saturnalia, donde todos los asistentes se besaban.