¿Cómo será el mundo después del covid? Nadie lo sabe. No hay oráculos, ni siquiera casandras. Es, de hecho, la gran incógnita. El gran interrogante. Pero, también, aunque parezca lo contrario, existen certidumbres, aunque pocas. En particular, las derivadas de tendencias que se manifestaban antes de la pandemia, y que el virus solo ha acelerado: desglobalización, teletrabajo, robotización…
Un informe de Arcano -léalo aquí- que presenta este martes a sus clientes mira más allá de lo coyuntural, incluso de lo evidente. Su conclusión es que es probable, como sucedió tras la ‘gripe española’ de 1918, que tras la pandemia vengan los ‘locos años veinte’, pero también, hay que recordarlo, un auge de los totalitarismos, como sucedió en los años treinta.
El informe cita un ‘paper’ de la Reserva Federal de Nueva York que vinculó la ‘gripe española’ con el ascenso al poder de los nazis unos años después. El ‘paper’ mostraba cómo las poblaciones más golpeadas por la crisis sanitaria fueron las que luego votaron más intensamente al Partido Nacionalsocialista, en parte por su discurso xenófobo y la vinculación del virus a 'lo extranjero'.
Aunque también puede ocurrir lo contrario. Como sostiene el informe, elaborado por los economistas Ignacio de la Torre, Leopoldo Torralba, Joaquín Rivera y Diego Mejía, la clase media es ahora más fuerte y los bancos centrales y los gobiernos han aprendido de los errores pese a la expansión monetaria. No han cometido los excesos del Reichsbank en forma de impresión masiva de dinero para financiar el gasto público.
Estas son las claves del informe:
- Inflación. Según sostiene Arcano, se ha controlado plenamente al limitarse por la globalización y la robotización el poder negociador de los trabajadores en materia salarial. Pero también por factores muy potentes como el avance tecnológico, la concentración empresarial, la precariedad del empleo o el efecto precaución por el recuerdo de la fuerte recesión global iniciada en 2008. Su impresión es que, en 2020, debido al fuerte derrumbe de las economías, la inflación será mínima o, incluso, “algo negativa”. Respecto de 2021, se prevé una ligera subida que será en cualquier caso suave, porque a pesar de que el ‘output gap’ (la brecha de producción entre el PIB potencial y el real) será negativo, “se irá cerrando” a medida que se vaya normalizando la economía.
- Deuda. El mundo poscovid-19 será un mundo de mucha deuda, pese a que antes contaba ya con unas cifras muy elevadas: 3,2 veces el PIB, lo que supone el nivel más alto de la historia. Tras la pandemia, se alcanzarán niveles muy similares a los de la Segunda Guerra Mundial. Pero eso, lejos de ser un freno, es solo el anticipo. La impresión de Arcano es que los Estados tirarán más de las herramientas “heterodoxas” que de las “ortodoxas”. Es decir, ni subirán impuestos ni reducirán gastos para amortizar deuda. Y esto es así, entre otras razones, porque si los gobiernos pierden las elecciones, se pueden generar nuevas crisis económicas y, además, hoy en día el porcentaje de PIB dedicado a pagar intereses es bajo y manejable (por los reducidos tipos de interés). El riesgo es que surja una inflación superior a la deseada. Esto, de ocurrir, limitaría la capacidad de gobiernos y bancos centrales para seguir llevando a cabo estas políticas heterodoxas.
- Tensiones intergeneracionales. Existen evidencias, asegura el informe de Arcano, de que más deuda pública desplaza la iniciativa privada y, en general, suele traducirse en menor crecimiento de la productividad y, por lo tanto, en menor crecimiento económico. De hecho, como algunos estudios han acreditado, niveles de deuda pública superiores al 90% suelen traducirse en crecimientos económicos un tercio inferior a los normales, por lo que más gasto público genera menor rendimiento marginal en el crecimiento futuro y supone menores incrementos salariales. Esto significa, asegura Arcano, que cada vez tardará más años la siguiente generación en duplicar el estándar de vida de la anterior. ¿La consecuencia? Se agudizarán las tensiones intergeneracionales.
- Tipos de interés. El envejecimiento poblacional y el exceso de ahorro de los agentes económicos menos propensos a invertir y más a ahorrar, han aumentado la propensión al ahorro, la demanda de activos seguros y con ello la caída de sus rentabilidades. Es decir, de los tipos de interés. Un estudio reciente que analizó 19 pandemias desde el siglo XIV, concluía que los tipos se mantenían un 1,5% por debajo de los normales incluso 25 años después de la pandemia. Eso sugiere que los efectos de un escenario de tipos de interés reducidos por mucho tiempo parece muy probable. Entre otras razones, porque los bancos centrales ayudarán a reducir el elevado endeudamiento público sobre PIB. Ahora bien, unos tipos tan reducidos reducen mucho el margen de maniobra de política monetaria de cara a futuras recesiones (como palanca para combatirlas al no poder bajar los tipos mucho más de niveles casi nulos), y dejaría toda la responsabilidad a la política fiscal, que también podría estar constreñida por los ya mencionados excesivos endeudamientos. En cualquier caso, la tolerancia de inflaciones superiores a las tradicionales será posible también porque los bancos centrales intervendrán para mantener reducidos los tipos de la deuda soberana, y los gobiernos mantendrán controlados los déficits. De este modo, veremos una larga “represión financiera”, periodo en el que los tipos de interés se situarán por debajo de la inflación. Es decir, habrá tipos de interés reales negativos, algo que por cierto también suele ocurrir en las décadas posteriores a una pandemia.
- Empresas zombi. Se denominan así a las empresas cuyo beneficio operativo solo permite pagar los gastos financieros (a duras penas) por lo que apenas queda dinero para invertir ni para pagar dividendos. El banco central de los bancos centrales, el BIS, en un estudio realizado a lo largo de 14 países desarrollados, estima que un 15% de las compañías cotizadas son zombis”, ascendiendo desde un 4% desde mediados de los años 80. Esta proporción se ve aumentada si se habla de las compañías pequeñas y medianas. El BIS estima que hasta un 30-40% de las compañías cotizadas de tamaño medio y pequeño son zombis y que la probabilidad de mantenerse en esa situación ha aumentado desde 2010 desde el 65% hasta niveles cercanos a 85% como consecuencia de las políticas ultra laxas de los bancos centrales. En Italia y en España, el peso de las empresas zombi se ha triplicado según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), y el BIS estima que un 14% de las compañías cotizadas en España son así, en comparación con un 16% en Francia, 10% en Alemania, 15% en Italia y 17% en los EEUU. Los mercaderes italianos comerciaban sobre unos bancos. El mantenimiento público de estas empresas tiene consecuencias muy negativas para una economía. El informe resalta que, en el caso de que un número de empresas finalmente no tengan capacidad para devolver su financiación a los bancos, el Estado y el banco coexistirán como acreedores de las compañías, llegando incluso a darse la posibilidad de que el Estado sustituya al banco como único acreedor. Por lo tanto, “generará mayor dependencia por parte de las compañías de los Estados. En esta situación, estos incluso podrían tener capacidad para influir en la gestión de algunas empresas”.
- Desigualdad y pobreza. Según el Banco Mundial, entre 70 y 100 millones de personas entrarán en 2020 en pobreza extrema. La desigualdad sube, decía el economista francés Piketty porque la rentabilidad de las inversiones era superior al crecimiento económico. Pues bien, dice el informe, “el mundo poscovid será posiblemente al revés, tal y como ha ocurrido con las décadas que siguen a pandemias desde la peste negra”. Y esto será así, en su opinión, porque en el actual contexto, y a medio plazo, la desigualdad tenderá a reducirse, aunque resulte paradójico. El covid, se asegura, ha acelerado un incipiente proceso que se venía gestando desde hacía tiempo: el ‘insourcing’. Es decir, la internalización de los procesos productivos en lugar del ‘outsorcing’, que es justo lo contrario: subcontratar en el exterior. La integración en el comercio mundial de China y otros países emergentes permitió a compañías occidentales el derivar parte de su actividad fabril hacia otros países más competitivos, pero las incertidumbres arancelarias introducidas por la administración Trump, la fuerte subida salarial en ciertos países emergentes, el nacionalismo económico y más recientemente el impacto de una pandemia en las líneas de suministro ha hecho recalibrar tales movimientos. Hoy en día muchas empresas contemplan si es más competitivo el volver a localizar cierta parte de la producción en los países de origen. Para Arcano, este proceso, que ya había comenzado a generarse, se va a acelerar con la pandemia. Y si este fenómeno se acelera, se producirá una mejora relativa de poder negociador del trabajador frente a la empresa, lo que podría mejorar los salarios reales de los trabajadores occidentales, algo que posiblemente reduciría la desigualdad de ingresos. La contrapartida es que la desigualdad entre países, que ha mejorado mucho las últimas décadas, podrá volver a empeorar si la repatriación se manifiesta más intensamente.
- Teletrabajo y metropolización. La metropolización está detrás del incremento en la desigualdad geográfica, y ésta está muy relacionada con el populismo (movilizando el voto de las zonas “que se han quedado atrás”). La pandemia ha puesto en tela de juicio la metropolización, aduciendo que la mortalidad ha sido mucho más elevada en las grandes metrópolis, posiblemente motivado por su mayor densidad de población y la movilidad. El auge del teletrabajo ha permitido introducir teorías que auguran un desplazamiento de los trabajadores a zonas más rurales o a ciudades más pequeñas, frenando así el proceso de metropolización e incluso aventurando un repunte en natalidad, ya que es más fácil tener niños en núcleos pequeños que en los grandes. Arcano no lo comparte y sostiene que también se hicieron augurios similares sobre el final de las grandes ciudades en la pandemia de 1919, y no se cumplieron. Las grandes ciudades (población superior al millón) en general están asociadas a mayor nivel de productividad (un 50% superior ajustada incluso por diferentes niveles de formación), lo que a su vez desemboca en mayores sueldos y en mayores niveles de inversiones, lo que a su vez crea más puestos bien remunerados, señalando los efectos de red. Su opinión es que el teletrabajo puro tendrá una muy limitada adopción. Se adoptará más el modelo híbrido, que combina la oficina con el hogar.
- Populismo, autoritarismo y el prestigio de la democracia liberal. Hoy en día, dicen los autores del informe, conviven dos grandes sistemas políticos, los regímenes autoritarios, sea en su faceta dictatorial o seudodemocrática, y los países democráticos, que a su vez se dividen entre aquellos que presentan líderes populistas, y las democracias liberales con gobiernos de perfil tecnócrata. La gestión de la pandemia ha desatado mucha especulación sobre qué sistema saldrá reforzado de la crisis médica y económica. Su opinión es que países autoritarios [China] disponen de herramientas muy eficaces para luchar contra la pandemia, por ejemplo, la geolocalización, una herramienta implanteable en las democracias liberales. Sin embargo, si se analiza el comportamiento del covid-19 entre países con liderazgo más o menos populista y democracias liberales gestionadas por gobiernos más “tecnócratas” la respuesta es abrumadora: los países gestionados por tecnócratas han conseguido menores tasas de contagio, menores muertos por millón de habitantes y menor daño en su PIB, en parte por la afiliación de los ciudadanos con su Gobierno, lo que suele incrementar las observaciones sanitarias prescritas. Para Arcano, la “mejorable gestión de la pandemia por muchos líderes populistas tendrá consecuencias electorales, el populismo saldrá dañado de esta epidemia, y el prestigio de la democracia liberal con liderazgo tecnocrático, reforzado”.
- Auge de la automatización. La cuarta revolución industrial, recuerdan los autores del informe, gestó sus raíces en los años 70. Sin embargo, ha eclosionado las últimas dos décadas. La pandemia lo acelerará. Por un lado, el proceso de robotización del trabajo se acelerará, por el obvio argumento de que los robots no se infectan. Se vendieron 350.000 robots en 2019, sobre todo para actividades logísticas y de almacenaje, y el número no hará sino aumentar. Sin embargo, muchos puestos de trabajo pueden desaparecer no a manos de robots, sino sencillamente mediante tecnologías como la inteligencia artificial. Dado el hecho de que la población que trabaja en puestos menos cualificados presenta más riesgo de robotización es imperativo, se asegura, plantear políticas que prevengan el daño adicional que se puede generar en este colectivo.
- Salud pública. Tras la pandemia, el modelo de la sanidad pública sufrirá cambios intensos. Será clave en el futuro el establecimiento de protocolos de actuación y un plan de actuación general a nivel país, no solo para conseguir atender la demanda generada por una pandemia como la actual, sino también para poder compatibilizarla con la demanda derivada de las demás patologías. ¿La solución? Aumentar el gasto en sanidad pública y una mejor asignación de recursos. También será crítica la distribución de la inversión, que debería centrarse en mejorar la capacidad de diagnóstico, la eficiencia de las cadenas de suministro farmacéutico (las actuales son muy dependientes de India y China) y la mejora de los servicios de cuidados intensivos, donde España se sitúa por debajo de otros países desarrollados.
¿Optimismo o pesimismo? Arcano cierra su informe con un recordatorio, Lo que vino tras la ‘gripe española’ fueron los alegres años veinte. “Si tengo que apostar”, sostiene De la Torre, “creo que veremos a futuro un mundo más parecido a los paradójicos años veinte que no a un futuro de tinieblas. Quizá combinaremos el negocio, que significa la negación del ocio, con el ocio”.
AUTOR
CARLOS SÁNCHEZ 03/11/2020