lunes, 26 de junio de 2023

China y la guerra en Ucrania


El presidente chino, Xi Jinping. (Reuters/Leah Millis)



Hace unos días tuve la posibilidad de formar parte de la primera delegación de expertos europeos que ha visitado China desde el inicio de la pandemia



Hace unos días tuve la posibilidad de formar parte de la primera delegación de expertos europeos que ha visitado China desde el inicio de la pandemia por invitación de la Friedrich Ebert Stiftung, la fundación alemana ligada al partido socialista alemán, SPD. El objetivo de la visita era discutir, de nuevo cara a cara, con expertos chinos la guerra en Ucrania y cómo esta está impactando la relación entre la Unión Europea y China. Se eligió Shanghái porque, en el contexto actual, es una ciudad donde se puede discutir este tema con mayor libertad que en Pekín. Fueron varios días de intensos debates con académicos y think tankeros chinos.

Al principio de todo, los cuatro expertos europeos que estábamos allí expusimos cómo veíamos la relación bilateral con cierto tono crítico hacia China (yo, por ejemplo, insistí en que China tenía que abrirse al exterior) y acto seguido un catedrático en Relaciones Internacionales respondió lo siguiente: "Miren ustedes, antes de la pandemia, los intercambios con expertos o diplomáticos occidentales siempre seguían un mismo patrón. Ustedes venían aquí a criticar y quejarse de China y nosotros nos veíamos obligados a defender a nuestro país. Después de escucharlos, veo que esto no ha cambiado. Pero esta dinámica es contraproducente. Ustedes no van a cambiar a China y nosotros no vamos a cambiar Europa. Cada uno tiene muchos problemas internos que resolver. No hay duda, pero ¿por qué no usamos este tiempo para entendernos mejor y ver donde podemos cooperar?".

Esta intervención cambió el tono de la conversación y quizás nos ayudó a tener un intercambio más fructífero. Nosotros hicimos lo posible por explicar las posiciones europeas, y lo mismo hicieron ellos, y en las próximas líneas voy a intentar resumir esa "visión china" del mundo.

En primer lugar, los chinos rechazan la visión dominante, sobre todo en el Centro y Este de Europa (y así se reflejó en nuestros intercambios), de que el mundo se puede dividir hoy entre los países que son amigos de Rusia y los que no lo son. Les parece una visión binaria y reflejo de que a Europa le está costando adaptarse a un mundo multipolar. Más de 140 países no están aplicando sanciones a Rusia por múltiples razones, pero eso no quiere decir que estén de acuerdo con la invasión de Ucrania. China, por ejemplo, no ha reconocido la anexión rusa de Crimea y el comunicado de doce puntos sobre el conflicto empieza con esta frase: "Hay que respetar la soberanía de todos los países". Para nuestras contrapartes chinas esta es una condena de la invasión y una crítica directa a Rusia. "A la china, y no a la europea, pero es una condena", insistieron.

Lógicamente, la respuesta nuestra fue preguntar por qué hablar de "la soberanía de todos los países" y no de la de Ucrania en concreto, y a esto los chinos respondieron lo siguiente. La relación con Rusia, "nuestro gran vecino del norte", nunca ha sido fácil, y por eso para China es importante llevarse bien con Rusia. Nos explicaron que la política de contención de China por parte de EEUU ha acercado a los dos países, pero también nos indicaron que el comunicado conjunto del 4 febrero de 2022, con ocasión de la inauguración de los Juegos Olímpicos de invierno en Pekín, y publicado solo unas semanas antes de la invasión rusa de Ucrania, donde se dice que la asociación entre China y Rusia no tiene límites, fue un error. Es obvio que esa asociación tiene límites, y en Pekín hay cierto remordimiento de haberla firmado, porque la frase se ha convertido en un martillo pilón que utilizan muchos occidentales para meter a Rusia y China en el mismo saco. Un profesor chino me comentaba que aquel comunicado iba dirigido sobre todo a EEUU, pero China no se dio cuenta de que eso iba a tener consecuencias negativas en la relación con Europa. Y una think tankera hasta llegó a decir que China se sentía manipulada por la diplomacia rusa al introducir esa frase solo unas semanas antes de la invasión.

"El que China se vea como aliado de Rusia está generando debate en China. Algunos, la mayoría, piensan que cierto apoyo es inevitable"

El que China se vea como aliado de Rusia está generando debate en China. Algunos, la mayoría, piensan que cierto apoyo es inevitable. Frente a la política de aislamiento de EEUU, China necesita a un socio como Rusia. Otro profesor comentaba: una alternativa hubiese sido actuar como después de los ataques a las Torres Gemelas y unirse a Occidente para parar a Rusia, igual que en su día se hizo contra el terrorismo global, pero si Pekín hubiese hecho eso, ¿EEUU dejaría de ver a China como una amenaza estratégica? ¿Levantaría sus sanciones contra China? La sensación entre los analistas chinos es que no. Así que se ha tomado la decisión de navegar la situación sobre la base de dos principios. El respeto de la soberanía, que se ha violado en Ucrania, y el respeto de la (percepción de) seguridad de cada país, que en el caso de Rusia se ha visto amenazada. Sí, en general, en China se piensa que la ampliación al este de la OTAN explica en gran parte la invasión de Ucrania, por mucho que en Europa se rechace esta visión.

Pero también hay voces en China que piensan que apoyar a Rusia es un error. Ven a Rusia más como un pasivo que un activo estratégico para China, y así lo señalan públicamente. Donde hay menos debate es en aceptar que la confrontación con EEUU es inevitable. Muchos han perdido la esperanza de tener buenas relaciones con la Casa Blanca, da igual quién esté de presidente. Visto desde Shanghái, la ciudad de los negocios, y siempre con muchas voces críticas con Pekín, esto ha tenido gran impacto. Las elites liberales, que tradicionalmente siempre tenían a EEUU como referencia, y por eso mandaban a sus hijos a estudiar allí, se han dividido en tres. Muchos (los que han podido) han emigrado a EEUU y otros países con mayor libertad. Otros se sienten decepcionados por el sentimiento antichino en EEUU y se han vuelto más nacionalistas y hasta más partidarios del régimen (EEUU ya no es su referente), y muchos otros, críticos con las políticas de Xi Jinping, simplemente callan. Esto hace que las fuerzas liberales tengan cada vez menos peso en China. Una tragedia en sí.

Muchos de los participantes chinos, en las conversaciones privadas, reconocen que el país está pasando por dificultades. La burbuja inmobiliaria se está desinflando, las exportaciones e importaciones se están desacelerando, las inversiones no generan los retornos de antes, y el consumo interno, pese a la apertura tras los férreos confinamientos anticovid, no está cogiendo la fuerza que se esperaba. Esto hace que el desempleo juvenil esté en torno del 20% y eso genera gran preocupación. Estos mismos interlocutores chinos piensan que el Gobierno tiene que retirarse de la economía para liberar de nuevo las fuerzas del mercado, pero a su vez son conscientes de que en el contexto actual de "asedio desde fuera" no es fácil que el gobierno suavice su control político. Todo lo contrario. Un corresponsal de un destacado medio de comunicación europeo nos comentaba que hay rumores de que el Gobierno introduzca el servicio militar obligatorio (de manera efectiva, hasta ahora existe la ley, pero no se aplica porque hay suficientes voluntarios). Con estas perspectivas, es normal que la confianza y las expectativas de los consumidores no sean muy optimistas.

"A Pekín no le queda otro remedio que intentar no perder a Europa y asociarse cada vez más con el denominado Sur Global"

Frente a esta realidad, y con EEUU considerado como espacio hostil, a Pekín no le queda otro remedio que intentar no perder a Europa y asociarse cada vez más con el denominado Sur Global. En China se ve con gran preocupación que en Europa empiece a dominar una visión de nueva guerra fría, como sucede en EEUU (la estrategia de seguridad económica recientemente publicada por la Comisión Europea es el último ejemplo de esa tendencia). Se lamenta que el tratado de inversiones de 2020 no se haya ratificado por las sanciones mutuas y que se considere a China crecientemente como un rival. Un experto en política alemana mostraba su estupor por ver como hoy en día en Alemania (y en los Países Bajos) se habla casi más de China que de Ucrania. Casi todos los partidos han endurecido su visión sobre el gigante asiático y el Gobierno alemán está pendiente de publicar su propia estrategia sobre China. La conexión entre Ucrania y Taiwán se rechaza de cuajo y se insiste en que la relación bilateral entre la UE y China, que en 2022 llegó a los 850.000 millones de euros en intercambios comerciales, no puede ser rehén de la guerra en Ucrania. Desde la perspectiva China, lo más probable es que el conflicto tenga un desenlace similar a la partición de la península de Corea y se exhorta a la UE a que trabaje por la paz para no prolongar el conflicto.

Pero por el momento es difícil que esto ocurra. La propuesta de Indonesia a favor de un alto el fuego y una zona desmilitarizada presentada en la reunión de Shangri-la, justo cuando estábamos en Shanghái, y vista con buenos ojos por los participantes chinos, fue rechazada inmediatamente por Kiev y las capitales europeas. La contraofensiva ucraniana está en marcha y hay que ver hasta dónde puede llegar. Pero, en cualquier caso, independientemente del desenlace del conflicto, el factor China seguirá presente. Si finalmente Rusia queda derrotada, ¿participará China en la reconstrucción de Ucrania? Es probable que EEUU lo rechace. ¿Pero lo hará también la Unión Europea sabiendo que el coste de la factura será alto? Alternativamente, si al final se produce una división a la coreana: ¿participará China solo en la reconstrucción de la parte rusa, asentando así el escenario de nueva guerra fría? ¿O participará en la reconstrucción de los dos lados? Por ahora Kiev no se ha mostrado muy crítica con China. Parece que Zelenski no quiere ver a China solo como un rival. Una posición compartida por muchos otros europeos.



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