- La guerra acelera la tendencia a prescindir del dólar en los intercambios
- El uso de EEUU de la divisa como arma puede empezar a pasarle factura
- Para los analistas, el dólar 'vencerá', pero la desdolarización irá a más
Ni aviones, ni carros de combate, ni fusiles. Una de las armas principales en el contexto geopolítico derivado de la invasión rusa de Ucrania está siendo el dólar estadounidense. Si EEUU ha utilizado la hegemonía mundial de su moneda para castigar a Rusia y sus socios a través de sanciones, Vladímir Putin y otros rivales geopolíticos de la Casa Blanca han acelerado su contra-ofensiva: prescindir del 'billete verde' en sus intercambios para que la divisa estrella pierda poder. Sobre el terreno, los analistas coinciden en que, por ahora, el dólar tiene ganada la guerra, pero la desdolarización sigue ganando batallas.
Lo cierto es que en todo el mundo se está gestando una reacción contra la hegemonía del dólar americano y la guerra en Ucrania ha acelerado el proceso. La lectura subyacente es que la Administración Biden ha sido inusualmente agresiva en el uso del dólar como instrumento de política exterior. Confiscó efectivamente 7.000 millones de dólares pertenecientes al banco central de Afganistán, lo que pudo hacer porque esos fondos estaban depositados en la Reserva Federal de Nueva York. Pero en ningún lugar ha sido esto más evidente que en Rusia, ha impuesto un dolor financiero sin precedentes al régimen de Putin en respuesta a la invasión de Ucrania. El gobierno de Joe Biden ha decretado sanciones, ha congelado cientos de miles de millones de dólares de las reservas de divisas de Moscú y, en concierto con los aliados occidentales, prácticamente ha expulsado al país del sistema bancario mundial.
Esto ha avivado los recelos de las economías no precisamente alineadas con Washington, ya que, para gran parte del mundo, ha sido un duro recordatorio de su propia dependencia del dólar, independientemente de lo que piensen de la guerra. Los ejemplos se suceden. Brasil y China han llegado recientemente a un acuerdo para liquidar las transacciones comerciales en sus monedas locales, con lo que pretenden prescindir del 'billete verde'.
Brasil y Argentina acordaron a principios de año impulsar una divisa de uso común -de nombre Sur- para impulsar el comercio exterior y las transacciones entre ambos países, con la vista puesta en ampliar esta unión al resto de países de América Latina a largo plazo (una suerte de euro latinoamericano). India y Malasia firmaron en abril un acuerdo para aumentar el uso de la rupia en el comercio transfronterizo. Incluso Francia, eterna aliada de EEUU, está empezando a realizar transacciones en yuanes.
Sin duda, gran parte de esta corriente está siendo orquestada por China. El presidente Xi Jinping está tratando de dar un papel más importante al yuan en el sistema financiero mundial, y su gobierno ha hecho de la expansión del uso de la moneda en el extranjero una prioridad. De hecho, se ha llegado a hablar del petroyuan dadas las intenciones manifestadas por China, Rusia y los países del Golfo Pérsico de resolver en yuanes las transacciones por las exportaciones de petróleo al gigante asiático.
Pero no toda el movimiento gravita en torno a la segunda potencia mundial. India, que no precisamente es un aliado estratégico de China, y Malasia anunciaron en abril un nuevo mecanismo para el comercio bilateral en rupias. Forma parte de un esfuerzo más amplio del gobierno de Narendra Modi -que no se ha sumado a la campaña de sanciones contra Rusia liderada por EEUU- para evitar el dólar al menos en algunas transacciones internacionales. Un mes después, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático acordó impulsar el uso de las monedas de sus miembros para el comercio y la inversión regionales. Y Corea del Sur e Indonesia firmaron hace unas semanas un acuerdo para promover el intercambio directo del won y la rupia.
Pakistán está estudiando la posibilidad de pagar en yuanes las importaciones de crudo ruso, según declaró el mes pasado el ministro de Energía del país, mientras que a principios de año Emiratos Árabes Unidos declaró que estaba en las primeras fases de conversaciones con India sobre la forma de impulsar el comercio no petrolero en rupias. A principios de esta semana, los ministros de Asuntos Exteriores de los países del grupo BRICS debatieron cómo el bloque puede ganar mayor influencia mundial, incluida la viabilidad de crear una moneda compartida más allá de los recelos de la India a aliarse con China y de las claras dificultades técnicas.
Aun sin desastres geopolíticos y económicos en escena, los analistas de Credit Suisse enumeraban en un exahustivo informe de enero sobre el futuro del dólar los tres factores que podrían derivar en una merma aún mayor del papel que desempeña la moneda estadounidense en las reservas de divisas mundiales: "La necesidad cada vez menor de reservas de divisas en un entorno de tipos de cambio variables, las políticas activas de diversificación de los bancos centrales y el mayor uso de acuerdos de divisas recíprocos de carácter temporal (líneas swap) entre bancos centrales".
El Presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva arremetió contra el dominio del dólar durante su visita a Shanghai en abril. Subido a un podio rodeado de las banderas de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, los llamados países BRICS, pidió a las mayores economías en desarrollo del mundo que idearan una alternativa para sustituir al billete verde en el comercio exterior, preguntando "¿quién decidió que el dólar era la moneda (comercial) tras el fin de la paridad del oro?".
Lula se remontaba a principios de la década de 1970, cuando el acuerdo posterior a la Segunda Guerra Mundial -conocido como el de Bretton Woods- que había convertido al dólar en el centro de las finanzas mundiales se estaba desmoronando. El colapso del acuerdo no sirvió para debilitar la posición preeminente del dólar. A día de hoy, es la moneda de reserva dominante en el mundo, lo que ha disparado la demanda de bonos estadounidenses y ha permitido al país registrar enormes déficits comerciales y presupuestarios.
Sin embargo, estos últimos movimientos conducen a una 'fragmentación' y 'multipolaridad' que sí puede acabar dañanando a EEUU. Como toda moneda fiduciaria, el poder del dólar radica en la confianza, y esta se está erosionando aunque sea en términos 'políticos', por así decirlo. Ahí entra el dilema al que se enfrentan los funcionarios de Washington: pueden estarse disparando en el pie con su propio arma. Al depender cada vez más del 'billete verde' para librar sus batallas geopolíticas, no sólo corren el riesgo de hacer mella en el lugar preeminente del dólar en los mercados mundiales, sino que, en última instancia, podrían socavar su capacidad de ejercer influencia en la escena mundial.
La centralidad de la moneda en el sistema mundial de pagos es lo que ha permitido a EEUU ejercer una influencia única sobre el destino económico de otras naciones. Según los datos más recientes del Banco de Pagos Internacionales (BiS), aproximadamente el 88% de todas las transacciones mundiales de divisas, incluso las que no implican a EEUU o a empresas estadounidenses, se realizan en dólares. Como los bancos que manejan flujos transfronterizos en dólares mantienen cuentas en la Reserva Federal, son susceptibles de sufrir sanciones estadounidenses. Aunque el castigo financiero a Rusia es el ejemplo más reciente y destacado, las administraciones demócratas y republicanas han recurrido a sanciones contra países como Libia, Siria, Irán y Venezuela en los últimos años.
"Los países han sufrido durante décadas el dominio del dólar estadounidense", valora en declaraciones a Bloomberg Jonathan Wood, director de asuntos globales de la consultora Control Risks. "El uso más agresivo y expansivo de las sanciones de EEUU en los últimos años refuerza este malestar- y coincide con las demandas de los principales mercados emergentes para una nueva distribución del poder mundial". "Sin duda, la desdolarización se está acelerando y continuará en los próximos años", afirma Vishnu Varathan, responsable de economía y estrategia de Mizuho Bank en Singapur. "EEUU tomó una decisión calculada de utilizar el dólar para infligir dolor, y es probable que haya consecuencias a largo plazo".
Credit Suisse: "Las medidas para desarrollar un sistema de pagos alternativo apuntan hacia un mundo monetario más multipolar"
Desde el propio Departamento del Tesoro de EEUU se remiten a unos comentarios que la secretaria Janet Yellen hizo en una entrevista en abril con la CNN, en la que reconocía que "existe el riesgo, cuando utilizamos sanciones financieras vinculadas al papel del dólar, de que con el tiempo pueda socavar la hegemonía del dólar".
¿Tiene fecha el final de esa hegemonía? Claramente no, a tenor de las valoraciones de los analistas. Aunque cada vez más países quieren reducir su dependencia del dólar, pocos esperan que su posición preeminente en el comercio y las finanzas mundiales se vea amenazada a corto plazo. En primer lugar, hay pocos indicios de que otra divisa pueda ofrecer el mismo nivel de estabilidad, liquidez y seguridad. Además, la gran mayoría de las economías avanzadas aliadas de EEUU, que representan más del 50% del PIB mundiao, han mostrado poca urgencia en abandonar el 'billete verde'.
"No veo que ningún activo vaya a sustituir al dólar como divisa dominante en la próxima generación", apunta George Boubouras, veterano de los mercados con tres décadas de experiencia y director de investigación de K2 Asset Management en Melbourne. "Nada se acerca al poderío de la economía estadounidense. China tiene sus problemas con el envejecimiento demográfico, y al euro le ha costado ganar terreno de verdad. El dólar no será destronado en un futuro previsible".
Más lejos va Alfonso Peccatiello, ex de ING: "¿Cuál es la alternativa potencial? ¿Japón? Su mercado de deuda pública está absorbido en más de un 60% por el Banco de Japón, y ha habido varios días seguidos ¡en los que no se ha negociado con bonos del Estado japonés! ¿Europa? ¿Con una unión monetaria tan frágil pero no fiscal, y los únicos países AAA potencialmente capaces de proporcionar al mundo garantías seguras (bunds alemanes) aferrándose a la austeridad durante décadas?¿China? ¿Brasil? ¿Rusia? Se enfrentan a una combinación de controles de capital (China), falta de democracia/estado de derecho (Rusia), corrupción y frecuentes episodios de inflación de dos dígitos (Brasil): ¿quieren correr estos riesgos al almacenar sus reservas de divisas, ganadas con tanto esfuerzo y acumuladas con la venta de sus bienes y servicios en el extranjero?".
Con más contundencia se pronuncia Adam Slater, analista de Oxford Economics: "Nuestro análisis sugiere que, una vez más, los recientes discursos sobre la desdolarización tienen más de propaganda que de realidad. Se están produciendo cambios en los márgenes de los mercados financieros mundiales, como el uso del yuan en un mayor número de operaciones de divisas y el abandono de las transacciones en dólares por parte de algunos Estados rebeldes, como Rusia. Pero el panorama general no ha cambiado: el dólar sigue siendo la divisa dominante en los activos de reserva mundiales, en la facturación comercial y en los mercados financieros en general. No se vislumbra ninguna alternativa seria".
La luz puede estar en un punto intermedio. El citado observatorio de Credit Suisse arrojaba la siguiente conclusión: "No hay candidatos claros para sustituir al dólar estadounidense como moneda principal de referencia y la creación de una moneda mundial sigue siendo poco probable dada la inestabilidad del entorno geopolítico actual. Sin embargo, la profundización de los mercados de capitales y el aumento del comercio entre los principales mercados emergentes están potenciando el papel de sus monedas. Además, los regímenes de mutualidad para protegerse de las consecuencias de las fluctuaciones del dólar estadounidense y las medidas para desarrollar un sistema de pagos alternativo apuntan hacia un mundo monetario más multipolar".