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Científicos encuentran un novedoso método no invasivo que promete acabar con la ansiedad mediante técnicas de edición genética. Un hallazgo que abre la puerta al desarrollo
Científicos encuentran un novedoso método no invasivo que promete acabar con la ansiedad mediante técnicas de edición genética. Un hallazgo que abre la puerta al desarrollo de nuevas terapias para tratar una enfermedad al alza que afecta actualmente al 60% de la población en algún momento de su vida.
La ansiedad es un mecanismo natural del ser humano que nos ha ayudado a lo largo de nuestra historia en nuestra supervivencia. Sin embargo, este sistema puede desbordarse y provocar una reacción desproporcionada, incluso en ausencia de peligro evidente. Si la respuesta ansiosa se prolonga en el tiempo puede activar alteraciones genéticas, bioquímicas y estructurales en las neuronas de la amígdala cerebral.
La eficacia de su tratamiento habitual con ansiolíticos es baja y más de la mitad de los pacientes no logran la remisión tras el tratamiento. El escaso éxito en el desarrollo de ansiolíticos potentes se debe a la poca comprensión del mecanismo neuronal y de los acontecimientos moleculares que dan lugar a los estados neuropsiquiátricos relacionados con el estrés, según detalla un nuevo estudio publicado en la revista Nature.
Ingeniería genética para acabar con la ansiedad
Ahora, Investigadores de la Universidad de Oxford han empleado la revolucionaria herramienta genética CRISPR para eliminar un gen que provoca ansiedad, informa el medio New Atlas. La tecnología CRISPR (repetición palindrómica corta agrupada y regularmente espaciada), conocida como la “tijera molecular”, utiliza la enzima Cas9 para editar el ADN asociado a una enfermedad de manera precisa.
Los científicos han probado si la administración intranasal del sistema CRISPR/Cas9 puede atravesar la barrera hematoencefálica (BHE) y desactivar el gen del receptor de serotonina (HTR2A), el cual modula su disponibilidad. La falta de serotonina se relaciona con la ansiedad y la depresión, por eso a menudo se recetan medicamentos llamados inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) que aumentan los niveles de este neurotransmisor en el cerebro.
La técnica intranasal, explican los investigadores, permite llegar al sistema nervioso central a través de las vías nerviosas. Es un método de administración “práctico y no invasivo”, dicen. Hasta el momento, los estudios en ratones han obtenido buenos resultados. “Con un bajo porcentaje de edición genética neuronal, se observan efectos reductores de la ansiedad significativos", afirman los investigadores.
La semilla de la ansiedad en un gen
La nueva terapia llega casi a la vez que un reciente descubrimiento de los científicos de las Universidades de Bristol y Exeter. El equipo logró identificar el gen cerebral que causa los síntomas de ansiedad y demuestran que su modificación puede reducir su impacto significativamente. Este hallazgo, publicado en la revista Nature, supone una nueva y prometedora vía para el tratamiento farmacológico de los trastornos de ansiedad.
Los científicos se han centrado en estudiar las moléculas Micro-ARN, que regulan múltiples proteínas y controlan los procesos celulares en la amígdala. Los experimentos con ratones muestran que tras un estrés agudo, aumenta la cantidad de un tipo de molécula llamada miR483-5p en la amígdala del animal. El equipo halló que el incremento de miR483-5p suprime la expresión de un gen llamado PGAP2, el cual controla los cambios inducidos por el estrés en el cerebro.
"Los micro-ARN están estratégicamente preparados para controlar enfermedades neuropsiquiátricas. Pero hasta ahora se desconocían los mecanismos moleculares y celulares que utilizan para regular la resiliencia y la susceptibilidad al estrés. La vía miR483-5p/PGAP2 ofrece un enorme potencial para el desarrollo de terapias ansiolíticas para enfermedades psiquiátricas complejas en humanos”, afirma Valentina Mosienko, una de las autoras del estudio y profesora de Neurociencia en la Universidad de Bristol.
Potenciar esta vía podría conducir a tratamientos eficaces para los trastornos de ansiedad. Un problema cada vez más generalizado en nuestra sociedad que provoca una gran disminución en la calidad de vida de quien lo padece, afectando negativamente a su salud y a su entorno.
Una plaga oculta en alza
Unas 300 millones de personas en todo el mundo padecen ansiedad y el número de personas afectadas ha aumentado en más del 55% desde 1990 hasta 2019, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 2019. Además, los datos indican que las mujeres tienen 1,66 veces más probabilidades de padecer trastornos de ansiedad que los hombres.
En España, cuatro de cada diez españoles (42,1%) han sufrido una depresión a lo largo de su vida; un 47,6% han experimentado ataques de ansiedad o pánico y un 36,9% ansiedad prolongada en el tiempo, según el informe ‘La situación de la salud mental en España’, elaborado por la Confederación Salud Mental España y Fundación Mutua Madrileña.
Los nuevos descubrimientos posibilitan una esperanzadora vía para tratar aquellos casos más severos que no cuentan con un tratamiento eficaz. “La salud mental debe ser una prioridad humanitaria y de desarrollo mundial, y una prioridad en todos los países", afirma Arthur Kleinman, Psiquiatra de la Universidad de Harvard y experto en salud mental mundial, en declaraciones para la OMS. "Tenemos que proporcionar tratamiento, ahora, a quienes más lo necesitan y en las comunidades donde viven. Hasta que no lo hagamos, las enfermedades mentales seguirán eclipsando el potencial de las personas y las economías”.