Microplásticos sobre un dedo.
(iStock)
Cada hora, sin saberlo, respiramos partículas plásticas (una gran cantidad). Las repercusiones que esto puede tener en nuestra salud no se deben tomar a la ligera
Es posible que subestimemos la cantidad de basura que entra en nuestro cuerpo, sin que tengamos ni idea, cada día. Que se popularicen los productos sin (sin conservantes, colorantes aditivos u otros químicos) no es un misterio. Hoy en día, estamos a un simple clic de saber todo lo que lleva lo que ingerimos y evitarlo es una prioridad para muchos de nosotros. Pero ¿y si no tenemos ni idea de que está ahí? A fin de cuentas, podemos dejar de comer (con terribles resultados a medio plazo), pero no dejar de respirar (que tiene unas consecuencias inmediatas).
Ya en 2019 un estudio elaborado por investigadores daneses, en concreto de la Aalborg University, descubrió que, de media, un ser humano inhala 16,2 trozos de microplásticos cada hora. Esto supone, para hacernos una idea, que a la semana por nuestra vía aérea ha pasado la misma cantidad de plástico que compone una tarjeta de crédito.
"Millones de toneladas de estas partículas se han encontrado en el agua, el aire y el suelo, y la producción mundial crece sin control"
Desde que se publicó este estudio, la comunidad científica se ha centrado en determinar cuáles pueden ser los efectos para nuestra salud de la inhalación de microplásticos y ahora un nuevo estudio publicado por investigadores de la Universidad de Tecnología de Sídney ha llegado a algunas conclusiones más que relevantes; todo ello gracias al desarrollo de un nuevo modelo de computación capaz de analizar el transporte y depósito de microplásticos en nuestra vía respiratoria alta.
Como explica uno de los autores principales del estudio, Mohammad S. Islam, "millones de toneladas de estas partículas se han encontrado en el agua, el aire y el suelo. La producción mundial de microplásticos crece sin control año a año y, con ella, lo hace también la densidad de estas partículas en el aire que respiramos. Por primera vez, en 2022, diversos estudios encontraron estos microplásticos en lo más profundo de las vías respiratorias de los seres humanos, lo que tiene muy serias implicaciones para nuestra salud".
Para llevar a cabo su trabajo científico, los investigadores analizaron cómo los microplásticos de diversas formas (esféricos, tetraédricos y cilíndricos) de tamaños comprendidos entre las 5,56 y las 1,6 micras (la milésima parte de un milímetro) se mueven gracias a la respiración del ser humano, y los resultados fueron más que reveladores: estas micropartículas tienden a acumularse en determinados puntos, muy concretos, de las cavidades nasales y orofaríngeas, así como en el fondo de nuestra garganta.
Como explica, de nuevo, Mohammad S. Islam: "Las formas complicadas y asimétricas de nuestras vías de aire, así como el flujo complejo que tiene lugar en la cavidad nasal, provocan que los microplásticos se desvíen, dejando de lado el flujo principal y depositándose en otras áreas. La velocidad del flujo, así como la anatomía asimétrica y, sobre todo, la inercia de las partículas, influyen en el depósito de las partículas y aumentan la concentración.
Los investigadores determinaron que esto es un problema que se va a acentuar en los años venideros (según se descompongan en pequeños fragmentos más y más plásticos) y, por tanto, remarcaron la necesidad de concienciar a la población de los riesgos. Respecto a los datos específicos, los investigadores determinaron que un mayor flujo de aire (respirar más fuerte) puede limitar la cantidad de microplásticos depositados (por lo que es mejor) y que es más habitual almacenar las partículas más grandes (de 5,56 micras) que las pequeñas.
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