sábado, 18 de mayo de 2024

China guarda el secreto del acero: sus antecedentes amenazan con apagar la fragua mundial

 



  • El precio del metal se hundió en 2015 cuando la demanda china bajó
  • China concentra la mitad de la producción mundial de acero



Al comienzo de Conan el Bárbaro, el padre del protagonista le cuenta a su hijo que los gigantes engañaron al dios Crom, arrebatándole el enigma del acero, un secreto que el propio Conan debe esforzarse por conocer. De una forma similar, los ojos de los inversores miran al noble metal con la incógnita sobre qué puede implicar el acelerón productivo de China. Sus exportaciones de acero en el primer trimestre alcanzaron su nivel más alto desde 2016, momento en el que el mercado global de dicho metal se encontraba en plena crisis debido, entre otras causas, a la superproducción interna de China, país que trataba de paliar las consecuencias de una crisis bursátil. A través de la pista del acero, el enigma ahora es saber si el exceso de oferta en China, donde la demanda doméstica es débil, puede desbordar los mercados internacionales, distorsionando la cadena de suministro global.

Para tirar del hilo del acero es preciso remontarse a 2015, año de la última gran crisis global del acero. Una de las principales causas de aquella disrupción del mercado acerero fue la combinación entre la superproducción china de acero y la caída de la demanda doméstica de este metal provocada por el estallido de la burbuja inmobiliaria en 2014. Concretamente, la demanda se redujo un 3,4%, lo cual empujó a las acereras chinas a exportar el excedente a un precio muy reducido. Ello provocó una disminución del precio global del acero: en octubre de 2014 el precio de la tonelada de acero se situaba en los 400 dólares, mientras que en octubre de 2015 descendió a los 170 dólares.

El peso de las fraguas chinas

Desde hace años, China concentra más del 50% de la producción global de acero, aglutinando más de la mitad de toda la industria dedicada a la construcción de barcos a nivel global, un avance descomunal desde 1999, cuando poseía el 5% de dicho sector. Su peso es enorme, por lo que las fluctuaciones de Pekín tienen un impacto directo en el mercado del acero.

Eso es lo que ocurrió en 2015: la demanda doméstica del país asiático hundió el precio del metal, el cual se desplomó un 25% entre enero y noviembre. En el caso de China, la superproducción del país asiático contribuyó a una disminución del 30% y del 43% del coste de importación de carbón metalúrgico y de chatarra ferrosa (ferrous scrap, en inglés) respectivamente. El efecto que tuvo este cóctel en la industria acerera de algunos países fue devastador. En 2019, tres años después de haber sido adquirida por Tata Steel, British Steel, gigante del acero británico, entró en concurso de acreedores.

El silencio de los yunques anglosajones

Aquel proceso finalizó con la compra de dicha firma por parte del grupo chino Jingye Group, que se comprometió a invertir 1.200 millones de libras en la década siguiente. Toda una ironía, ya que, si bien la crisis en la industria británica estuvo marcada por otros factores, como los efectos de la externalización y la falta de inversión gubernamental, la superproducción china, así como la falta de reacción por parte de las autoridades europeas para combatir el dumping del gigante asiático, fueron definitivas para British Steel en particular y para el sector del acero británico en general. Según un informe de la Cámara de los Comunes, 5.000 puestos de trabajo se vieron "afectados" por esta crisis en 2015.

Por su parte, las firmas de la industria del acero estadounidense se vieron obligadas a utilizar menos del 65% de su capacidad total, despidiendo en su conjunto a 12.000 trabajadores en 2015. Además, la crisis global del acero provocó una caída del 8,8% de la producción acerera de Estados Unidos dicho año. El sindicato United Steelworkers señaló como principal culpable de esta disrupción al exceso de producción de China.

El templado del acero llegó en 2017

Paralelamente, en junio de 2015 se produjo el estallido de la burbuja especulativa china: los índices Shanghái Composite y Shenzhen cayeron un 25% y un 35% respectivamente, obteniendo unas pérdidas conjuntas cifradas en los 3,5 billones de dólares: el equivalente a la capitalización bursátil total de China en 2012. Ello empeoró la situación de la demanda china, afectando directamente al mercado mundial del acero. Finalmente, la situación se estabilizó en 2017, cuando la demanda de acero se recuperó, incrementando un 4,3% interanual la producción a nivel global.

La demanda de acero y el miedo de Washington

Actualmente, las previsiones de World Steel Association indican que la demanda de acero aumentará un 1,7% en 2024 "tras dos años de crecimiento negativo". Así lo indicó el organismo en un informe donde señalaba que la demanda de acero continuará aumentando en 2025, subiendo un 1,2%. Según la organización, el previsible final de la política monetaria restrictiva por parte de los bancos centrales abaratará el precio del dinero, lo cual favorecerá un pequeño rebote en la demanda global de acero.

Por su parte, se estima que la demanda de China se mantendrá este año al mismo nivel que el anterior, cayendo en los próximos años debido al incremento del sector servicios en la economía china. Así las cosas, la atención está puesta en la producción de Pekín, la cual aumentó un 36,2% en 2023 hasta su nivel más alto desde 2016, cuando el sector estaba en plena crisis.

En este contexto, Estados Unidos teme que China no ejecute bien esta transformación y que el exceso de producción acerera de Pekín provoque disrupciones en la economía mundial. Las consecuencias podrían ser mayores que hace una década, ya que la integración de China en los mercados internacionales es superior actualmente: el país asiático controla más de la mitad de la fabricación de barcos a nivel global, el medio de transporte que distribuye el 90% de las mercancías a nivel mundial.

Contener al dragón rojo

Además, China concentró en 2023 el 60% de las ventas de coches eléctricos a nivel global y posee el 80% de la cuota de mercado a nivel global de la industria de los paneles solares. En suma, el acero opera como el termómetro que mide el exceso de producción de China, un indicador que la Administración Biden mira con especial atención en pleno año electoral. En este sentido, Washington ha aprobado recientemente el incremento de las tasas a los productos chinos de acero y aluminio, las cuales se triplican y pasarán del 7,5% al 25%.

Según la Casa Blanca, esta medida forma parte de una "respuesta a las prácticas anticompetitivas de China", país que está "inundando los mercados globales con exportaciones artificialmente baratas". En palabras de Washington, el objetivo es proteger a las firmas y trabajadores estadounidenses de los efectos negativos de estas exportaciones chinas, cuyo volumen ha aumentado debido, entre otras cuestiones, a que Pekín ha acelerado la producción y a que la demanda doméstica continúa siendo más débil de lo esperado.