Foto: iStock.
Aunque no podamos extrapolar categorías del presente al pasado, sí que podemos analizar cómo la obra literaria de este dramaturgo influyó con el tiempo en la discriminación racial de ahora en el mundo anglosajón
Sería raro que un autor tan universal como Williiam Shakespeare, sobre el que se han escrito ríos de tinta, no tuviera nada que decir en un asunto tan de actualidad como la condición racial. En obras como Otelo, cuyo protagonista principal es negro en la Venecia del siglo XVI, la raza juega un papel esencial en el devenir de la historia, situándole como un "otro" en una sociedad predominantemente blanca. Lo cierto es que a pesar de su amplia trayectoria como militar, Otelo es percibido como un outsider al que todo el mundo coloca el epíteto de extranjero. De ello se aprovecha su antagonista, Iago, quien alimenta sus celos por su amada, Desdémona.
Sin embargo, no podríamos concluir que esta obra sea antirracista, puesto que la raza no es el tema principal de la historia, ejerciendo como un factor contextual para abordar otros grandes temas, entre ellos el amor, los celos, la traición o el arrepentimiento. En la literatura inglesa de la época, los moros y demás personas de piel oscura representaban el papel de villanos en la mayoría de las obras, lo cual convierte Otelo en una ruptura con el canon literario por parte de este autor que supo revertir los moldes de la creación literaria.
Al margen de esta tragedia, existen otras cuyos personajes más representativos son judíos, indígenas o africanos, como en Antonio y Cleopatra, El mercader de Venecia o La tempestad. Pero, ¿qué sucede en otras donde la condición racial no ejerce una trama tan importante, como Hamlet o Macbeth? David Sterling Brown, profesor del Trinity College, ha escrito un artículo en The Conversation en el que profundiza en cómo la idea de "blancura" (o whiteness, en su propio idioma) se asocia en estas obras del dramaturgo que no tienen personajes racializados a la idea de bien.
Los buenos, los justos, los castos
"En varias de sus obras, por ejemplo, el dramaturgo utiliza 'manos blancas' como metáforas de pureza y superioridad", asegura Brown. "También llama la atención a la hora de describir a sus personajes como 'blancos' o 'justos'". Y, a la par, "utiliza el color negro como símbolo de estar contaminado". El académico pone el ejemplo de la comedia Mucho ruido y pocas nueces, en la que una joven blanca, llamada Hero, es acusada de engañar a su prometido por su novio, Claudio, el mismo día de su boda. Entonces, Leonato, el padre de la novia, avergonzado de su supuesta traición conyugal, describe la afrenta familiar de Hero como "si hubiera caído en un pozo de tinta".
"La obra de Shakespeare fue fundamental para llenar de atributos raciales a la blancura durante el Renacimiento"
Antes de estar casadas, las mujeres inglesas del siglo XVI eran propiedad del progenitor, y más tarde de su marido, por lo que Shakespeare utiliza esta expresión pronunciada por su padre para remarcar la afrenta familiar que pende sobre ella, situándola como una mujer perdida por su propio deseo, y con ello asociando a las negras con la incontinencia sexual. No por ello se sospecha que el dramaturgo usara la metáfora de la tinta, el sexo y la negritud de una manera literal; al tratarse de una comedia, es difícil precisar si precisamente intentaba denunciar lo contrario mediante la ironía, como hacen las series de televisión de hoy en día a la hora de presentar a personajes racializados junto con todos los prejuicios racistas que se les atribuye con el propósito de escenificar crudamente ese racismo imperante en la sociedad.
Ahora bien, mucho más interesante es el enfoque de Daniel Pollack-Pelzner, profesor de Lengua Inglesa en la Portland State University, quien el año pasado publicó un artículo sobre el mismo tema en The Atlantic en el que profundiza aún más en la idea de Brown: es muy fácil argumentar que Shakespeare era antirracista en obras como Otelo o El mercader de Venecia, pero... ¿Qué ocurre en otras como Hamlet o Romeo y Julieta? ¿Acaso el simple hecho de plantearnos esto ya no es de por sí racista? Esta perspectiva es la que adopta Arthur Little Jr., profesor de UCLA experto en Shakespeare, quien con el título de una de sus investigaciones ya lo dice todo sobre su punto de vista: White People in Shakespeare ("Los blancos en Shakespeare", que podríamos traducir).
"Los blancos han utilizado a Shakespeare para reglamentar la jerarquía social desde entonces"
"Durante tanto tiempo los blancos han sido considerados como la norma universal en el canon literario occidental que el simple hecho de nombrarlos como blancos ya implica involucrarse en un estudio racial crítico", asegura Pollack-Pelzner. "Hamlet y Romeo y Julieta tienen tanto que decir sobre la raza como Otelo", sostiene, a pesar de que no contengan protagonistas racializados, puesto que "la obra de Shakespeare fue fundamental para llenar de atributos raciales a la blancura durante el Renacimiento, y a su vez, "los blancos han utilizado a Shakespeare para reglamentar las jerarquías sociales desde entonces".
Esto es interesante y podría darnos la respuesta a la pregunta de si efectivamente el dramaturgo era o no racista; no más que lo que nosotros estemos dispuestos a creer a la hora de reparar en sus obras, tan reproducidas hasta la saciedad por infinidad de libros, series y películas como para no darnos cuenta de que todas esas adaptaciones y textos eran también el pretexto para hacer esa separación entre blancos y negros, situando a los primeros como la condición normativa de los personajes de esas narraciones. Por ejemplo, en el Rey León, inspirada en Hamlet, Mufasa y Simba, los buenos, tienen el pelaje mucho más claro que Scar. De esto no tiene la culpa Shakespeare, pero sí los que adaptaron su obra, en este caso Disney.
Lo que la élite posee y lo que "la gente" no
Hay que tener en cuenta que los conceptos e ideas que hoy consideramos racistas no pueden aplicarse al pasado. Como es obvio, el mundo de hace cinco siglos es muy diferente al de ahora; sin embargo, según Little, sí que es apropiado hacer una reflexión histórica: "A pesar de que las personas de los siglos XVI y XVII no usaran las mismas categorías raciales que nosotros, hay evidencias que apuntan a que sí que estaban lidiando ya con la construcción de una jerarquía social basada, en parte, en la condición racial, que más tarde dio forma a nuestro mundo", admite Pollack-Pelzner. "De hecho, la idea de la blancura, tanto como categoría racial como estética, se desarrolló desde el período medieval hasta principios de la modernidad".
El periodista menciona que la blancura era "propiedad de la élite", ya que denotaba que tenían "almas cristianas puras, iluminación del saber humanista y rostros cosméticamente brillantes", mientras que "la gente", que era el término que más se usaba para nombrar al vulgo, no podía permitirse el hecho de lucir bien, y mucho menos "ser blancos". Por tanto, el debate no estaría en si Shakespeare era racista, sino en cómo poco a poco la alta sociedad inglesa, mayoritariamente blanca, fue sirviéndose de sus obras para fundamentar las lógicas de dominación contra la población negra que han perdurado hasta hoy.