domingo, 12 de mayo de 2024

¡Por favor, dormid más! Un Japón insomne se enfrenta a la pesadilla de su desprecio por el sueño



Metro de Tokyo en una imagen de archivo. 
(Getty Images/Chris McGrath)



Los japoneses duermen un promedio de siete horas y 22 minutos por noche, la cifra más baja entre los países de la OCDE, y más de una hora por detrás del promedio internacional




De todos los países de la OCDE, Japón es el que menos duerme. No solo los emblemáticos salary man sufriendo larguísimas horas de trabajo embutidos en sus trajes para acabar echando una cabezadita en el metro de vuelta a casa, sino que la epidemia de falta de sueño ha llegado ya incluso a los niños de edad escolar. Y eso está empezando a pasar factura, tanto social como sanitaria. En un último estudio publicado por el propio Ministerio de Salud japonés, los expertos consultados pedían un programa ya desde las escuelas para un cambio "total" de mentalidad.

Los japoneses duermen un promedio de siete horas y 22 minutos por noche, la cifra más baja entre 33 países encuestados por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en 2021, y más de una hora por detrás del promedio internacional (8 horas, 28 minutos) y casi dos horas por detrás del líder en sueño, Sudáfrica (9 horas, 13 minutos). Los españoles dormimos unas 8 horas y media. Esto son los promedios en todos los grupos de edad: si los bebés duermen unas 10 o 12 horas al día, mucho tienen que compensar los adultos japoneses para que baje la media a las siete horas y veinte minutos.

Lo que podría ser algo casi anecdótico de la cultura laboral japonesa ha levantado alarmas en el Gobierno. En su último estudio, publicado el pasado febrero y en el que básicamente pide a sus ciudadanos que duerman más, se llegaron a presentar unas pautas de cantidades de sueño recomendado por grupo de edad: seis horas o más para adultos, de 11 a 14 para niños menores de dos años, de 10 a 13 para niños hasta los cinco, de nueve a doce para los niños de Primaria, de ocho a diez para los estudiantes de Secundaria. Los expertos apuntan que entre seis y ocho horas de sueño al día es lo ideal para los adultos para ayudar a evitar males como depresión, cáncer, accidentes cerebro-vasculares y enfermedades cardíacas, que se multiplican entre los más insomnes.

Hoy día, las cifras propuestas en la "Guía de Sueño para la Promoción de la Salud" del Ministerio están lejos de la realidad, ya incluso desde la franja de niños de Primaria, donde empieza a producirse el gran insomnio japonés, aunque el salto se da especialmente en Secundaria. Aproximadamente el 30% de los estudiantes de preparatoria en Japón duermen menos de seis horas (cuando lo recomendado es entre dos y cuatro horas más). Según otro estudio, publicado a finales del año pasado por la universidad más grande de Japón, Riken, y la Universidad de Tokio, más de la mitad de los niños de Japón no están cumpliendo con las horas de sueño recomendadas.

"Hay valores muy arraigados en el estilo de vida y comportamiento de los japoneses", apunta Fuminobu Okabe, profesor de Derecho Laboral en la Universidad de Soka, por los que se afirma que dormir 'es de perezosos'. "En segundo lugar, los japoneses se ven todavía obligados a trabajar muchas horas al día", a pesar de que el Gobierno acaba de implementar una ley por la que se pretende limitar las horas de trabajo y horas extra. "[Pese a ese intento del Gobierno] El número medio de horas trabajadas por los trabajadores japoneses sigue aumentando, lo que reduce el sueño, resulta en una menor productividad y termina en un círculo vicioso en el que se reduce aún más el sueño para compensar la productividad perdida", apunta el académico.

El tercer factor que, según Okabe, impide poder dormir las horas adecuadas es la distancia entre los hogares y los centros de trabajo y el tiempo que se destina a este desplazamiento. "Debido a los altos costos de la vivienda en las grandes zonas urbanas [Tokyo, Osaka, etc.], como resultado, muchos trabajadores se ven obligados a vivir en las afueras de las ciudades grandes o en las prefecturas cercanas como Akiruno o la prefectura de Saitama; por eso, no es raro que los trayectos de ida al trabajo demoren unas dos horas por trayecto", explica el académico. "El tiempo de desplazamiento es un tiempo que nunca se puede reducir; por tanto, cuanto más largas sean las horas, menos tiempo tendrán los trabajadores para dormir", concluye.


Tiritas para una pierna rota

En sus pautas, el Gobierno ha propuesto recomendaciones como no comer mucho, beber menos alcohol o no utilizar los teléfonos móviles antes de acostarse. Otras recomendaciones incluyen mantener el dormitorio oscuro y evitar la cafeína las horas previas a dormir. Pero todo son tiritas cuando la gran herida del insomnio japonés es cultural.

En Japón, existe una presión constante para trabajar más y más, valorando poco o incluso criticando el descanso en algunos entornos, apunta Okabe. Una cultura que se ha traducido durante las últimas décadas no solo en práctica laboral generalizada, sino también en ley. "El ordenamiento jurídico laboral japonés no contempla un sistema basado en el reconocimiento de que el descanso es una garantía de los derechos humanos en sentido esencial", explica.

La jornada laboral oficial japonesa es muy similar a la española: 40 horas semanales. Pero esas horas pueden acumularse mientras la media al mes o al año siga coincidiendo. A partir de las ocho horas diarias, ya no es obligatorio conceder un periodo de descanso adicional entre horas extraordinarias posteriores, que pueden trabajarse hasta 45 al mes y, en acuerdos especiales, hasta 100 horas al mes o 720 horas al año, "si son necesarias por motivos laborales", explica Okabe. "Así, el concepto de derecho al descanso de los trabajadores es extremadamente débil", subraya.

"Esto hace que sea relativamente fácil para los empresarios ordenar de ampliar la jornada laboral en cualquier momento, dependiendo de las razones empresariales y las tendencias económicas, y tomar medidas disciplinarias y otros tratos desventajosos contra los trabajadores que no cumplan dichas órdenes", explica el profesor. "Por ello, los trabajadores actúan a menudo de forma que no descansan ni disfrutan de vacaciones, e inevitablemente duermen menos".


Caída en la productividad

El día a día de los japoneses no permite disponer de tiempo para muchas actividades ni para una correcta conciliación familiar, lamenta Osamu Tani, un trabajador de una gran empresa que prefiere no quede reflejada en este artículo. "Mi día típico comienza temprano, alrededor de las 6 de la mañana: me levanto pronto, desayuno rápidamente y me preparo para ir al trabajo. Vivo con mi familia en un apartamento en las afueras de Tokio, así que tengo que tomar el tren para llegar a la oficina, lo que puede llevarme alrededor de una hora y media más o menos. Si tengo suerte que encuentro un lugar para sentarme en el tren —cosa que no es habitual— puedo hacer una cabezada antes de llegar a mi estación", relata para El Confidencial.

"A veces me siento cansado durante el día y me cuesta concentrarme en el trabajo, e intento compensar tomando siestas cortas cuando puedo, pero sé que no es lo ideal" confiesa. "Aunque no hemos hablado abiertamente de este tema con mis compañeros de trabajo, creo que la falta de sueño es uno de los mayores problemas de las empresas japonesas". El Gobierno japonés concuerda con él.

Los problemas de largas horas de trabajo, aunque dolorosos para Tani —quien dice dormir de 5 a 6 horas— no son nuevos para cualquiera que se haya asomado a la cultura social japonesa contemporánea. Pero los expertos consultados apuntan a que la raíz viene ya desde la educación que se da a los jóvenes.


"Inversión" infantil

"El problema fundamental es el de la educación”, asegura Masashi Yanagisawa, director del Instituto para Medicina del Sueño en la Universidad de Tsukuba y uno de los expertos, parte del informe del Gobierno japonés, al diario South China Morning Post. Los niños empiezan a "sacrificar" el sueño desde edad muy temprana, en el contexto de la presión educativa.

Además de las escasas horas de sueño, el equipo de investigación también analizó que un cierto número de niños están sufriendo de "jet lag social", una condición en la que se despiertan a diferentes horas entre semana y en días festivos. La brecha entre los horarios de despertar entre semana y en días festivos se amplió a medida que aumentaban los grados de los niños, con estudiantes de preparatoria promediando más de 90 minutos. Se cree que este "jet lag" social conduce a una severa somnolencia diurna, mala concentración y futuros riesgos para la salud.

"Demasiadas personas desearían que cada día tuviera 28 horas para poder trabajar muchas horas en el trabajo, la escuela o la universidad, y luego volver a casa y tener su propio tiempo libre, y solo después de eso tener algo de tiempo para dormir". "Si describimos esto en términos financieros, es como si vieran el sueño como 'fondos discrecionales' que son menos importantes, pero eso es un gran error", describe. "La gente debe considerar el sueño como su préstamo hipotecario, que deben convertirlo en su prioridad todos los días y dormir lo suficiente".