
- La deuda pública está en máximos y no hay ningún compromiso para reducirla
- La independencia entre la banca central y los gobiernos está desapareciendo
En casi todos los países avanzados, las finanzas públicas presentan importantes desequilibrios. Como señalan desde el prestigioso semanario The Economist, "las finanzas públicas están en ruinas". La deuda pública está en máximos históricos en tiempos de paz, pero lo peor es que cuando se mira al horizonte... esta crisis solo acaba de empezar. Por el lado del gasto, el envejecimiento va a ejercer un doble impulso: en pensiones y sanidad. Al mismo tiempo, Occidente ha empezado a disparar su inversión en defensa. Más gasto y más gasto. Aquí no hay vuelta atrás: la población de edad avanzada, que es la que reciba la mayor parte del gasto sanitario y las pensiones, no va a parar de crecer en los próximos años. No habrá política que se atreva a meter la tijera. Por el lado de los impuestos, la otra cara, tampoco parece haber mucha voluntad. Todo hace indicar que los gobiernos dejarán que la deuda estalle por algún lado (inflación o impago). "Todos sois Argentina", señala el semanario, haciendo referencia a EEUU, Reino Unido y los países del euro.
Los ejemplos de desequilibrios fiscales en el mundo desarrollado son muchos y variopintos... ninguno parece tener como final una consolidación fiscal a la vieja usanza (recortando gasto, subiendo impuestos o ambas) Francia, a medida que aumenta su deuda, cambia de primer ministro. En Japón, la promesa pasa por subir el gasto público pese a tener la mayor deuda pública sobre PIB de todo el mundo desarrollado. En Reino Unido se enfrentan a fuertes subidas de impuestos para tapar un agujero en su presupuesto.
En España, el déficit parece que se cierra, pero lo cierto es que el desequilibrio estructural sigue siendo de los más grandes de Europa. El espejismo del menor déficit es producto de un crecimiento coyuntural que parece a todas luces insostenibles. Pero "sobre todo se cierne el insostenible déficit estadounidense del 6% del PIB, que el presidente Donald Trump considera aumentar con aún más rebajas de impuestos. ¿Cuánto tiempo pueden los gobiernos vivir tan por encima de sus posibilidades?", se preguntan desde The Economist en una publicación especial dedicada a lo que ellos consideran como una emergencia.
"La deuda pública del mundo desarrollado ya asciende al 110% del PIB; antes de la pandemia del covid-19, solo había sido tan alta después de las guerras napoleónicas. En aquel entonces, Reino Unido (Inglaterra) mantuvo casi un siglo de presupuestos ajustados para pagar a sus acreedores. Sin embargo, como explica nuestro informe especial, los políticos de hoy... no pueden evitar el aumento de los intereses y el mayor gasto en defensa; mientras que el envejecimiento de la población ejerce una irresistible presión electoral para que se entreguen más fondos. Las subidas de impuestos son igual de difíciles. En Europa, los ingresos públicos ya son elevados; en Estados Unidos, los impuestos son un camino a la derrota electoral", avisan los expertos de The Economist.
Para resaltar la dificultad de redirigir esta situación por la vía que generaría menor dolor, los analistas del semanario recuerdan que solo una vez en la era del sufragio universal una economía del G7 ha logrado una fuerte reducción de la deuda, principalmente apretándose el cinturón: Canadá a partir de la década de 1990, en el apogeo de la era tecnocrática.
"No apueste a que nadie repita la estrategia hoy. Cabría esperar que el crecimiento de la productividad, impulsado por la inteligencia artificial (IA), aliviara al estado de las difíciles decisiones presupuestarias. Pero eso sería una ilusión. Los países tienden a superar la deuda con el crecimiento porque su fuerza laboral aumenta o porque son pequeños y se están poniendo al día con otras economías. Las tecnologías innovadoras como la IA son diferentes. El gasto en pensiones y sanidad tiende a aumentar con los ingresos: en los grandes estados de bienestar, se disparará junto con la productividad", aseguran desde The Economist.
También, según los modelos económicos estándar, lo harán los tipos de interés. Si la IA tiene efectos milagrosos en el crecimiento, el gasto exorbitante actual en centros de datos y chips será aún mayor. Esto elevará los tipos de interés (una mayor inversión dado un nivel de ahorro incrementa los tipos de interés), encareciendo el servicio de las deudas heredadas y compensando las ganancias fiscales inesperadas derivadas de un crecimiento más rápido.
Inflación y represión financiera
"Por lo tanto, es cada vez más probable que los gobiernos recurran a la inflación y la represión financiera para reducir el valor real de sus elevadas deudas, como hicieron en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial. El mecanismo para esta estrategia ya está en marcha en los bancos centrales, que tienen una gran influencia en los mercados de bonos", aseguran desde The Economist.
Los políticos que están cuestionando la eficacia y las políticas de los bancos centrales son cada vez más. La línea entre los tesoros y los institutos monetarios se está desvaneciendo como ha pasado tantas y tantas veces en Argentina. Este es el desenlace fatal por no aceptar una consolidación fiscal que evite el desastre.
"Cuando los gobiernos no logran coordinarse y aplican políticas económicas insostenibles, los episodios de inflación simplemente ocurren. Para cuando los mercados se despiertan, ya es demasiado tarde. Razón de más para pensar en el futuro y reflexionar sobre cómo la inflación perjudica a la economía y a la sociedad. Redistribuye la riqueza injustamente: de los acreedores a los deudores; de quienes tienen efectivo y bonos a quienes poseen activos reales como viviendas; y de quienes tienen menos capacidad para negociar sus salarios a los que son lo suficientemente astutos como para anticipar precios más altos".
Provoca lo que John Maynard Keynes llamó una "reorganización arbitraria de la riqueza". Y esto podría ocurrir justo cuando las sociedades se enfrentan a otras transferencias de riqueza que los 'perdedores' también considerarán injustas: en el mercado laboral, a medida que la IA asume el trabajo rutinario de oficina; y a través de las herencias, a medida que los baby boomers legan vastas riquezas inmobiliarias a quienes tienen la suerte de tener 'los padres adecuados'. Esta convulsión multifacética de fortunas podría arruinar a la clase media, que cohesiona a las democracias, y desbaratar el contrato social, avisan desde el semanario británico.
"En el siglo XX, Argentina, azotada por la inflación, pasó de ser uno de los países jóvenes más ricos del mundo a una economía de ingresos medios que se tambalea de una crisis a otra. La competencia que se desató en Buenos Aires no se centraba en quién podía innovar o ser el más productivo, sino en quién podía apoderarse del Estado y explotar su poder para evitar los efectos confiscatorios de la inflación. Ese es el futuro para los lugares donde los líderes niegan o evitan las restricciones presupuestarias en su búsqueda de la redistribución", afirman desde The Economist.
Para dar mayor peso a este análisis, los analistas y editores de The Economist muestran que esta advertencia no es la primera y que no todo está perdido, aún se está a tiempo de revertir la situación, pero la sociedad debe ser consciente de que la patada hacia delante de hoy será la catástrofe y el sufrimiento de mañana. Los votantes deben estudiar el pasado para tomar una difícil decisión hoy: los gobiernos tienen que abrocharse el cinturón para evitar una crisis inflacionaria que redistribuye la riqueza a su antojo sin tener en cuenta el mérito o el esfuerzo.
"Hace una década, este periódico instó a mercados emergentes como Brasil e India a prestar atención a la parábola de Argentina. Hoy nuestra advertencia es para las economías más ricas del mundo. Sin embargo, esa espiral descendente no es inevitable. Las subidas sostenidas de precios de la década de 1970 también llevaron a la elección de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, quienes consideraban que la moneda sólida era fundamental para el pacifismo. Entre el Estado y el ciudadano. Establecieron una ortodoxia que establecía que, para honrar las deudas públicas, también debían estar justificadas y ser sostenibles. La Reserva Federal libró una guerra contra la inflación que consolidó la credibilidad de los bancos centrales independientes durante una generación. Este modelo tecnocrático se extendió. El descenso de la inflación en la mayoría de los mercados emergentes desde la década de 1990 ha sido milagroso", señala el célebre semanario británico.
Para concluir, los analistas de The Economist se preguntan: "¿Qué camino tomará el mundo rico: el ruinoso o el prudente?". El tiempo dirá.