jueves, 8 de agosto de 2013

El pasaporte, ese objeto de deseo del ‘voyeur’

 

 

Coleccionar estos documentos, que exhiben al famoso tal como era, está de moda

El de Marilyn se subastó por 87.000 euros


Para la mayor parte de nosotros un pasaporte no es más que eso, la cédula oficial que permite viajar al extranjero. Las estrellas le dan el mismo uso, pero la vida de estos documentos oficiales se prolonga de la mano de sus admiradores, donde el coleccionismo de pasaportes va en aumento. Alcanzan precios elevados en las casas de subastas gracias al nombre del que fue su propietario. Entre los más cotizados está el de Marilyn Monroe, vendido este año por encima de los 87.000 euros, seguido del que utilizaron James Joyce y su familia en tiempos de guerra, profusamente sellado y timbrado y valorado en 73.000 euros. El de Albert Einstein, con su aspecto de científico loco, llegó a los 68.000 euros.
 
Como asegura Kate B. Harding, coleccionista y antropóloga, gran parte del valor de estos documentos son sus fotografías. Retratos en los que no existe pose y las estrellas gozan de naturalidad. Se trata de instantáneas apenas vistas. De ahí la proliferación de páginas web dedicadas a reproducir estos retratos, en los que todo el mundo puede salir mal.
 
Todos menos la mujer más seductora del cine. Una foto, además, firmada de puño y letra por Norma Jean DiMaggio y por Marilyn Monroe, su doble personalidad, como exigía Estados Unidos en aquel entonces, 1954. Con este pasaporte la actriz se recorrió el mundo hasta su muerte, en 1962.
 
Otro que tampoco le tenía miedo al fotomatón era Muhammad Ali, con un gesto seguro, casi desafiante, en su foto de pasaporte, emitido en junio de 1974 y solo válido para seis meses. La fotografía no es lo que más llama la atención en el pasaporte de Ella Fitzgerald sino los visados de la cantante, válidos para viajar a Bulgaria pero no aptos para Hungría. El de Johnny Cash aparece bien lleno de sellos, con entradas a Estados Unidos selladas en Hawái, Nueva Orleans o Nueva York.
 
No todos quedaban favorecidos y Andy Warhol, como si fuera fruto de una de sus obras de arte, muestra en su pasaporte una foto que parece desenfocada, mientras que la contracultural Janis Joplin sale tal cual era: despeinada, divertida y desgarrada. Su pasaporte está emitido en 1969 y con una validez de cinco años. Apenas lo llegó a utilizar, ya que murió por sobredosis en 1970.
 
En el caso de Alice Cooper, la foto del pasaporte sin sus maquillajes de rockero le dejan un rostro más parecido al de un camionero. Y John Lennon tampoco está más reconocible en su tarjeta de inmigración estadounidense donde figura con su nombre completo de casado, John Winston Ono Lennon. Sus gafas redondas es lo único que le identifican.
 
Hay pasaportes más antiguos, como el de Lillian Helman, con seguridad en el gesto; el de Virgina Woolf, un rostro cargado de melancolía; Norman Mailer, de quien destacan sus prominentes orejas, o la cédula del departamento de estado emitida a Ernest Hemingway.
 
La lista en la red es larga: un barbudo Steve McQueen en sus últimos años de vida; Whitney Houston, en su primer pasaporte a los 16 años; Walt Disney, con su sonrisa de siempre y esa firma que remite sin querer al ratón Mickey. Y el maestro del suspense Alfred Hitchcock, que apunta de su puño y letra su ocupación: director de cine.

 

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