lunes, 1 de octubre de 2018

El día que el mundo se rió de Trump

El día que el mundo se rió de Trump
El presidente estadounidense, Donald Trump, a su salida del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas el miércoles pasado (EFE)


La Asamblea General de la ONU no ha hecho más que profundizar la imagen de friki occidental del presidente de Estados Unidos


Malas lenguas sostienen que le apagaron la traducción para evitar un incidente internacional. Otro más. Eso se decía en los pasillos de la Organización de Naciones Unidas. Ya se sabe que el presidente Donald Trump tiene la piel muy fina. Así que mejor que no escuchara según que cosas, encima dichas en español, no fuera a salirle la bestia que lleva dentro.
“A Estados Unidos no podrían importarle menos los derechos humanos o la justicia”, subrayó Evo Morales, presidente de Bolivia, en la misma mesa del Consejo de Seguridad que Trump presidía este pasado miércoles. “Me gustaría afirmar aquí franca y abiertamente que en ningún sentido Estados Unidos está interesado en la defensa de la democracia”, apostilló Morales.
Pim, pam, pum. Que el mandatario local se mantuviera impasible, que no se removiera en el asiento y le replicara con alguna frase improcedente –que a su vez lo retratara a él mismo como un intolerante–, propició que algunos observadores pensaran que le habían cerrado el canal de sonido de los auriculares. Fuentes diplomáticas, citadas por el The Guardian, lo negaron y recalcaron su disciplinada conducta.

Al mandatario le disgustó que se rieran de él cuando dijo que había logrado más que ningún otro presidente


La participación de Donald Trump en esta Asamblea General de la ONU, personaje de referencia inevitable a lo largo de esta semana, no ha servido para realzar su figura. Al contrario: el gran escaparate global ha reforzado al mandatario en su posición de friki occidental, todavía más alejado de sus aliados.
A la misión estadounidense le correspondió este mes la presidencia del Consejo, compuesto por los cinco miembros permanentes (EE.UU., Francia, Reino Unido, Rusia y China) y diez rotatorios. Puesto que coincidía con el debate, la delegación preparó una reunión sobre armas de destrucción masiva que debía comandar el vicepresidente Mike Pence. Pero Trump insistió en su participación y en hablar de Irán, sin cambiar el título para evitar la invitación a su homólogo Hassan Rohani y que le dijera de todo menos bonito. Y sí, habló de Irán y se puso en contra a Francia y Reino Unido, que defendieron el pacto nuclear con Teherán.

Trump esperaba un aplauso adulador y escuchó una sonora carcajada


Un caos de reunión. Además, Trump se quedó aislado al denunciar a China, sin ninguna prueba, de interferir en las próximas elecciones legislativas. Aseguró que Pekín le quería perjudicar a él por su nueva política comercial de aranceles. Salvo el representante chino, por alusiones, nadie entró al trapo. Si Trump esperaba un apoyo unánime, los otro trece hicieron como si escucharan llover.
Al menos se evitó el ridículo de la jornada anterior en la Asamblea General. Durante su intervención señaló que en menos de dos años había logrado más que “ninguna otra Administración en la historia de Estados Unidos”.
Esperaba un aplauso adulador y escuchó una sonora carcajada. “Cada uno tiene sus propias pesadillas... Para Donald Trump, esa pesadilla es que el mundo se ría de Estados Unidos y, en la Asamblea General, la pesadilla se hizo realidad”, escribió David A. Graham en The Atlantic.
Son numerosas las ocasiones en que el presidente se ha quejado de que “se ríen de nosotros” para culpar a su antecesor de cualquier cosa. Que el mundo se burlara de él no le hizo gracia. Su embajadora, Nikki Haley, acudió a la Fox para, en su realidad alternativa, asegurar que las delegaciones rieron de gozo: “Les encanta lo honesto que es”. El propio Trump contestó que “no se reían de mí, sino conmigo”. Al final del discurso, calificado de “narcisismo nacionalista”, muchos pensaron en llorar.

EE.UU. cierra una legación en Irak y amenaza a Irán



EE.UU. ordenó este viernes evacuar al personal diplomático y cerrar la misión en la ciudad de Basora, al sur de Irak. Esta decisión se tomó a partir de una serie de amenazas y “fuego indirecto” del que hacen responsable al país vecino, a Irán, o la nación más malévola en la clasificación de la Administración Trump. “Estados Unidos hará totalmente responsable a Irán de cualquier daño a los ciudadanos americanos o a nuestras instalaciones diplomáticas en Irak, o en cualquier otro lugar, tanto si los ataques los perpetran las fuerzas iraníes de manera directa o asociados próximos a sus milicias”, señaló el secretario de Estado, Mike Pompeo en un comunicado. “Responderemos a cualquier agresión”, añadió.

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