El oficial de las SS Amon Göth, interpretado por Ralph Fiennes (en la izquierda de la imagen), en 'La lista de Schindler'.
Por propia experiencia sabrás que el miedo es una emoción intensa y desagradable que consume mucha energía. Darwin lo definió como una señal emocional de advertencia de que se aproxima un daño físico o psicológico. Sólo debería desatarse para buscar la protección adecuada cuando percibimos un peligro real, anticipado o evocado, que nos amenaza.
Nacido para salvarnos, es una emoción poderosa que, con un funcionamiento adecuado, facilita la adaptación al entorno, la búsqueda de soluciones y el aprendizaje por evitación. Cuando vivíamos en la naturaleza los peligros eran el león, el rayo o la falta de alimentos. Hoy los riesgos asumen el rostro del terrorismo, el paro o la delincuencia. Otros más cercanos son el jefe tóxico, el díscolo hijo adolescente o la ira de la pareja. Y los hay que amenazan la integridad psicológica como el miedo a sentirse humillado, burlado o explotado.
LA ANGUSTIA
Es una versión del miedo que se produce en la mente sana, cuando anticipamos daños en el futuro que queremos prevenir en el presente, como, por ejemplo, el temor a perder calidad de vida que nos lleva a ahorrar. Sin embargo, muchas veces, la ansiedad no va asociada a ninguna situación concreta, es un estado de nerviosismo que cuesta dirigir, es la llamada ansiedad inespecífica.
Freud decía que mientras que el miedo reside en un objeto, la angustia es la espera y la preparación ante un peligro desconocido. Los niños muy pequeños, por ejemplo, no tienen miedo a nada, son locos bajitos a los que hay que vigilar. Sin embargo, prueba a apagar la luz y verás cómo surge la angustia así descrita al perder en la oscuridad sus referencias conocidas. "La angustia es la ansiedad paroxística del que se siente en peligro, pero no sabiendo qué es, no sabe organizar la defensa", afirma el filósofo U. Galimberti. Al no tener una solución real, se convierte en un estado perjudicial de inquietud permanente que se traduce en conductas de evitación, más allá de la prudencia, que nos convierten en esclavos del temor: no pasar por ciertas calles, bajar las persianas después de una hora, mirar con rechazo a los que son diferentes, interpretar cualquier señal como una amenaza.
A lo largo de nuestra vida todos sentimos angustia, sin embargo, las edades más expuestas son: los niños, los adolescentes y los mayores. En la primera infancia surge la angustia de separación de las figuras de seguridad, lo que lleva a buscar estrategias de afrontamiento. También aparecen los temores a los extraños, la oscuridad, los ruidos, los fantasmas y los bichos. Hacia los seis años, los miedos son a hacerse daño, a los médicos, las inyecciones o al fracaso escolar.
MANIPULACIÓN
En la adolescencia, llega el temor vinculado a las relaciones personales, al futuro, el rendimiento académico o por no sentirse a gusto consigo mismo. En los ancianos, si bien disminuye la capacidad de desarrollar trastornos psicológicos graves, aumenta la creación de las fantasías terroríficas. Es frecuente escuchar sus quejas y la sensación de que están amenazados. En el fondo, cuando se enfrentan al final de la vida, se sienten más olvidados. Su queja, es como el lobo para los niños, una petición de ayuda para que alguien venga a rescatarlos.
En nuestra vida cotidiana, nos manipulan (y nos educan) con la angustia y el miedo. Aunque la mente tiene sorprendentes mecanismos de defensa. Celia (27 años) ha convivido con un padre miedoso que le inculcó la sensación de que sólo bajo su amparo estaría a salvo. Hace unos días, su padre, antes de salir hacia el parque de atracciones, le suministró su dosis diaria de terrores. Poco después, en la calle, ella tuvo una espantosa fantasía paranoide: "Imaginé a un hombre que, desde atrás, me cortaba el cuello y durante un minuto sentí un pánico intenso, como si fuera verdad. ¡Estoy loca al pensar esto!". "¿Qué sucedió después?", pregunté. "Mi novio me abrazó y disfrutamos de un día estupendo en el parque", respondió. "Entonces no estás loca, es un mecanismo de defensa de tu mente. Te enfrentó a lo más temido, pero con la magia de que, al abrir los ojos, como en una pesadilla, nada había sucedido y te predispuso a disfrutar más todavía", dije. "Otra cosa distinta es que hubieras cedido a tu fantasía y vuelto a casa al amparo de tu padre, perdiendo tu natural impulso a la autonomía", concluí. Su cara cambió y no es de extrañar que luego contara su aventura heroica en la casa del terror.
CULTURA DEL MIEDO
A diferencia del miedo, la angustia, al no tener un objeto preciso e identificable, se presta fácilmente a convertirnos en víctimas de la manipulación y también de la propaganda de algunos "políticos más interesados en promover la emotividad de la gente que a resolver los problemas", afirma Galimberti.
'Cultura del miedo' es el término acuñado por Noam Chomsky para definir el proceso por el cual se divulga miedo y ansiedad a la sociedad a través de los medios de comunicación, los discursos ideológicos, etc.
Haz una prueba. Trata de sacar hoy tu espíritu crítico a pasear y observa la cantidad de veces que te meten miedo durante la jornada. Quién sabe..., ¡quizás acabes aterrorizado!
ISABEL SERRANO-ROSA 31/03/2019
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