Mirar el teléfono o incluso una serie en la propia habitación antes de dormir, desconsejado por los expertos en sueño. FOTO: GETTY IMAGES
La cultura del rendimiento a toda costa pone en valor la idea de que comenzar el día en plena madrugada, durmiendo un número de horas inferior al recomendado, nos hace funcionar más y mejor. Expertos en sueño la desmontan.
Celebridades, emprendedores y líderes de opinión que insisten en prescribir las bondades de sus excéntricas rutinas vitales, también en cuestión de descanso. En Sillicon Valley, el CEO de Apple, Tim Cook se levanta a las 3.45 de la mañana. Michelle Gass, con el mismo cargo en Kohl’s (antes Starbucks), lo hace a las 4.30 para salir a correr. La teoría que defienden, como otros tantos en los últimos años, es que a esa hora, por la ausencia de ruido social (nadie comunicándose con ellos ni actividad en redes susceptible de distraerles), su productividad aumenta. La línea que separa la intención de organizar mejor los tiempos para beneficio personal y la romantización de la persona ocupada y entregada al trabajo que duerme poco, muy propio de la cultura del emprendimiento, se difumina fácilmente en estos casos. El mito que relaciona sueño peculiar (y escaso) y genialidad, como en el caso de Dalí y su descanso a siestas, premia en la escala social lo que, según defienden los expertos, no son más que casos muy excepcionales de descanso óptimo fuera de la rutina del común de los mortales, las ocho horas del sueño del tirón.
“Entre siete y nueve horas de sueño está la media necesaria de la población”, explica a S Moda Alejandro Guillén, doctor en psicología y coordinador del Laboratorio del Sueño y Promoción de la Salud de la UGR. “Hay determinados trastornos en los que es necesario dormir más, el número de horas suficientes e insuficientes pueden variar en cada persona, pero los casos en los que se dormir por debajo de esas horas funciona son muy excepcionales”, aclara.
Un estudio llevado a cabo este mismo año en España por la consultora de comunicación Torres y Carrera revelaba que cuatro de cada 10 españoles se siente cansado a diario. Y el 51,9% de esos 3.000 encuestados achaca esta fatiga a la mala calidad del sueño o a la falta de este – sensación que acusan más las mujeres (57,5%)-. El descanso a su vez se ve mermado por el exceso de trabajo y la preocupación por él (el 47% de los encuestados señaló este como el motivo por el que se siente agotado), un cansancio crónico sobre el que sobrevuelan el fantasma del karoshi. Para mejorar la calidad del sueño es fundamental, según el coordinador del Laboratorio del Sueño, Guillén, “saber reconocer si nos levantamos cansados. Si digo que durmiendo cinco o seis horas entre semana funciono perfectamente pero llega el fin de semana y siento que necesito necesidad de compensar horas descansando, indica que entre semana tengo que dormir más”.
Matutinos o vespertinos, en mayor o menor grado –aquí un test para averiguarlo-, “la realidad es que hay personas que tienen mejor rendimiento por la mañana y otras que rinden más por la noche”, explica Guillén. La idea de que se es más productivo a las cuatro de la madrugada responde a “un argumento muy general”, poco realista con cada caso particular. “Yo, por ejemplo, rindo mejor a la una de la madrugada, de 12 a tres son mis horas claves. Si pudiera me levantaría a esa hora para trabajar”. Pero ahí reside precisamente la dificultad. Para que ese modelo de madrugón antes del amanecer funcione, hay que seguir durmiendo una cantidad de horas cercanas a la media saludable, lo que conlleva toda una readaptación de los horarios. “El sueño está vinculado a los ritmos circadianos, modificarlo implica que si me voy a dormir cada día a las ocho de la tarde para levantarme a las cuatro, cuando llegue el viernes y me quiera tomar algo con mis amigos tendré que hacerlo también dentro de esos horarios para no trastocar el ciclo y perjudicar el descanso”. Ardua tarea en el país del prime time a las 10 de la noche.
Son bastantes las evidencias científicas de los perjuicios que tiene sobre la salud dormir mal. A nivel psicológico, simplemente una noche de sueño nefasto puede acarrear consecuencias como la “desorientación, fatiga, emociones negativas, cansancio, tristeza…”. Y en periodos algo más prolongados puede llegar a ser a la vez causante e indicador de “depresión, ansiedad o estrés”, señalan desde el Laboratorio del Sueño y Prevención de la Salud. En 1999, una investigación de la Universidad de Chicago monitoreó a un grupo de personas que solo cuatro horas por noche a lo largo de seis días continuados y se observó cómo aumentaban rápidamente los niveles de cortisol (la hormona del estrés). “A nivel físico se vincula la falta de sueño con mayor probabilidad de padecer obesidad, diabetes, o riesgos cardiovasculares”, recuerda Alejandro Guillén.
¿Estás atentando contra tu propio descanso? “La higiene del sueño [conjunto de los factores vinculados el espacio y a las propias conductas que interfieren en que este sea adecuado] es importante”. La habitación (o en caso de no disponer de mucho espacio, la cama), solo se debe usar para dormir: “Dedicada al sueño, libre de aparatos electrónicos, no a ver series, ni revisar los horarios de mañana o el correo electrónico”. No acostarse recién comido, “lo ideal es no cenar mucho y evitar hidratos y grasas”. Deporte sí, “ayuda a relajar pero dando un margen de dos o tres horas desde su finalización, en ese momento nos activa”. Y un último consejo de nivel experto: “Practicar alguna técnica de respiración y relajación, que nos ayude a desconectar el pensamiento y generar un sueño más fácil”, concluye.
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