domingo, 30 de junio de 2019

Los dos mundos de Brasil

Los dos mundos de Brasil
Catia, madre de un niño asesinado por la policía, cogiendo en brazos a su bebé en la favela Rosinha. (Bru Rovira)


La antropóloga Lilia Schwarcz desmonta la imagen de los brasileños como abiertos y tolerantes en un estudio que abunda en su historia de autoritarismo y desigualdades


En su último libro ‘Sobre o Autoritarismo Brasileiro’ (Companhia das Letras), la historiadora y antropóloga Lilia Schwarcz sostiene la idea de que Brasil, después de haber mantenido a lo largo de los últimos siglos la imagen de un país cordial, abierto, simpático, diverso y tolerante, ha pasado a mostrarse como un país autoritario.
Y no lo vincula con la llegada de Bolsonaro, sitúa su origen siglos atrás con la esclavitud y el racismo, que se continúa con la desigualdad, la corrupción y la violencia y que se ha manifestado de forma extensiva con el resultado de esta polarización política que hoy vive el país.

Pobreza


Zonas marginadas en el norte del país

Esa cultura autoritaria que estaba latente en la sociedad se ha visto de pronto liberada para expresar sin complejos su forma de pensar. La situación política y económica de Brasil es la que es, pero está manifestándose muy sutilmente un sentimiento en contra de las personas de las regiones del Norte y del Nordeste. Las dos zonas de Brasil más pobres y, por tanto, más afectadas por la corrupción, la desigualdad y la violencia.
Lo que años atrás muy rara vez se pronunciaba en voz alta hoy es común escuchar de formas más o menos sutiles. Me refiero a la “cultura diferente” de los que vienen de las zonas pobres del Norte, véase indígenas, y del Nordeste, véase negros.
En cambio, nunca fue tan normal escuchar en los estados del sur de Brasil que la mayoría de las personas que viven allí son de orígenes europeos.
Los indígenas de Brasil, primeros pobladores de esta tierra, intentan mantener vivas sus tradiciones pese a las dificultades,
Los indígenas de Brasil, primeros pobladores de esta tierra, intentan mantener vivas sus tradiciones pese a las dificultades, (PAULO AMORIM)

Racismo


Indígenes y negros frente a europeos

La sensación que se desprende de los comentarios que se oyen es que se quiere poner una distancia entre los indígenas y los negros y el resto, que parece que ahora son todos europeos. Separarse lo máximo posible para marcar una diferencia insalvable entre unos y los otros. Una nueva forma más evolucionada de la sociedad de clases, del racismo en Brasil a pesar de ser una sociedad multicultural. Una forma de racismo pero sin “apartheid”.
El propio Bolsonaro ya realizó comentarios insultantes contra los negros e indígenas que, fácilmente, pueden ayudar a aumentar la discriminación hacia esos grupos de población. Con sus destructivos conceptos ideológicos da cierta legitimidad, al racismo, la xenofobia y el supremacismo blanco. Y si eres europeo o americano (del norte claro está) no dudan en adoptarte buscando tu complicidad porque es de su propio interés considerarse también del Primer Mundo.
Haciendo justicia, si miramos un poco la historia de Brasil, ésta no se puede explicar sin los negros ni los indígenas. Los indígenas porque eran los nativos que ya vivían en esta tierra desde hacía más de 8.000 años, que ayudaron a los primeros portugueses a explorar esta tierra inhóspita y que a cambio fueron esclavizados, diezmados y se les arrebató la tierra en la que ellos vivían.
Por otro lado, los negros fueron traídos a la fuerza desde África por la corona portuguesa. Portugal un país pequeño que implantó un sistema latifundiario en Brasil y que necesitaba gran fuerza humana para desarrollar su modelo de colonización basado en la explotación de los esclavos que provenían de sus colonias africanas. La mayor movilización a la fuerza de personas que jamás haya existido.
Indios da tribo Aikewara , en el Amazonas brasileño.
Indios da tribo Aikewara , en el Amazonas brasileño. (PAULO AMORIM)

Esclavitud


Efectos de la colonización portuguesa

Se calcula que entre 3 y 5 millones de esclavos llegaron a Brasil. En el siglo XIX la mitad de todos los esclavos del mundo llegaron a Rio de Janeiro. Inicialmente supusieron un impulso a la industria del café y de la caña de azúcar, así como para la explotación de los grandes terratenientes y su utilización para las guerras, como la de Paraguay, hasta que se convirtieron ellos mismos en un “producto” valioso a comercializar hasta 1888 cuando “oficial pero no realmente” se abolió la esclavitud.
En el estado de Santa Catarina, el estado más “blanco” de Brasil, se ha incentivado la preservación de la cultura europea más reciente, mientras que la cultura indígena del lugar que data desde hace miles de años y la negra proveniente de los esclavos siglos atrás, aun siendo mayor el número de personas, apenas se ha tenido en cuenta su legado cultural que ha sido mantenido levemente.
Da la sensación que el deseo de una parte de la sociedad, la que se considera europea, la blanca, siente que para que Brasil sea un país de Primer Mundo, como uno europeo, debe prescindir de esas dos regiones que lo lastran. Esas regiones pasan a ser responsables de que el país no consiga un ideal de nación próspera, por lo que se pueden maltratar.
Si se miran las políticas económicas y sociales del gobierno de la extrema derecha que gobierna Brasil, se ve que van a afectar directamente a esos grupos de población. Valga como claro ejemplo la última polémica sobre la cantidad de productos agrotóxicos que el gobierno de Bolsonaro ha aprobado para su utilización, muchos de ellos prohibidos en la Unión Europea y algunos solo autorizados en Brasil. Es obvio que las personas que vivan lejos de las áreas de plantación y los que puedan pagar por productos orgánicos, no van a sentir mucho estas medidas.
Los indígenas y negros de las zonas del Norte de Brasil intentan emigrar al sur más rico cuando la pobreza amenaza sus familias.
Los indígenas y negros de las zonas del Norte de Brasil intentan emigrar al sur más rico cuando la pobreza amenaza sus familias. (PAULO AMORIM)

Migraciones


Del norte pobre al sur más rico

Con ello, comienza a haber una migración interna desde esas zonas del Norte y Nordeste a otros estados más ricos del sur, como Santa Catarina. Hace unos años esa migración finalizaba en Sao Paulo, en busca de trabajo, pero ahora se está extendiendo más hacia el sur en busca de calidad de vida. Y ello comienza a incomodar. Porque no se puede prohibir la libre circulación de ciudadanos por el país, pero sí se quiere evitar. Y de hecho ya se están produciendo movimientos, como el aumento del valor de la vivienda y la dificultad en la contratación de personas originarias de esas zonas, para controlar ese flujo. Y no se trata de regulación del mercado, por el hecho de ser europeo es mucho más fácil tener acceso a una vivienda y a un trabajo.
Probablemente el problema sea más profundo, pero la aparición de estos movimientos de extrema derecha que fomentan el odio, parece que legitima el ataque a esos grupos en situación más vulnerable, porque a pesar de ser una sociedad multirracial, la gran mayoría de los organismos de dirección, ya sea del ámbito público o privado, son para hombres, sobre todo, y mujeres blancas.
Es verdad que ahora todo el mundo puede viajar en avión, pero solo hace falta entrar en la zona de embarque internacional para darse cuenta de la enorme desigualdad que existe en el país.
Bolsonaro pasa junto a los guardias del palacio de Brasilia.
Bolsonaro pasa junto a los guardias del palacio de Brasilia. (Adriano Machado / Reuters)

Odio


El legado de Bolsonaro

En Brasil una parte de la población ha perdido uno de los fundamentos de convivencia madura, la de entender que todos deberíamos ser iguales, con las mismas oportunidades. Ese público dejó de interesarse por la verdad por imponer lo que cree que son sus derechos heredados. Y el gran problema es que eso ha venido para quedarse, porque Bolsonaro, como otros líderes de extrema derecha, ha normalizado un comportamiento de odio ante los ciudadanos.
Y aunque se vaya, la herida que se ha producido tendrá consecuencias más allá de su mandato, la profundidad del daño tardará años en emerger porque afecta a toda la sociedad. Las personas ya se han manifestado de forma abierta, de manera que hay un poso de odio que permanecerá por mucho tiempo.
Vivimos en una sociedad cada vez más ignorante, pese a la hiperinformación, y asustada, pese a vivir en la época más segura de la historia, que se enfrenta a una de sus mayores revoluciones tecnológicas y a uno de los desafíos más importantes para la supervivencia de la especie, como es el cambio climático. Y ese miedo nos lleva a entregarnos a los populismos que fomentan la xenofobia y el racismo.
Solo hasta que empecemos a valorar los efectos que ello puede tener, podremos prepararnos para enfrentar con éxito los resultados negativos con antelación. Es crucial comprender, desde una perspectiva global, cómo funcionan los regímenes iliberales y los efectos que pueden tener en la vida de las personas, no solo de un país, sino a nivel mundial.

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