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- El economista jefe de Google apuesta por observar lo que tienen los ricos hoy
- La tecnología posibilita abaratar productos y servicios inicialmente caros
Observar a los ricos nunca había sido tan lucrativo. Lo que comen, qué hacen con su tiempo libre, adónde van a comprar y cuáles son sus objetos de deseo resulta una información de suma importancia para aquel que tenga interés en predecir el futuro. Tan solo es cuestión de aplicar la regla de Varian. Tome nota.
Hal Varian, economista jefe de Google, además de acumular atribulados éxitos en el crecimiento del negocio de su compañía, tiene el honor de haber dado nombre a una máxima que nadie se atreve a juzgar errónea, y que fue inmediatamente popularizada desde su formulación en la prensa económica.
"Para predecir el futuro, solo hace falta fijarse en lo que los ricos ya tienen y asumir que las clases medias lo tendrán en diez años, y los pobres, en otra década más", sentenció Varian, economista, autor y profesor en la Universidad de California. El investigador y codirector de la Iniciativa del MIT sobre Economía Digital, Andrew McAfee, fue el primero en acuñar el concepto que encerraba la regla de Varian en un artículo publicado en Financial Times. A partir de este momento, su planteamiento se difundió rápidamente y suele ser citado en los análisis de consumo de masas.
Varian asegura que su regla es fácil de observar en la evolución de productos como los teléfonos móviles inteligentes o el ascenso de Uber
La famosa 'regla de Varian' se aplica generalmente a negocios relacionados con la tecnología. El propio economista jefe de Google aseguró entonces que era fácil de observar en la evolución de productos como los teléfonos móviles inteligentes o el ascenso de Uber. También en el desarrollo de la radio, la televisión, los lavavajillas, el DVD o la pantalla plana. Varian argumenta para explicar esta relación secuencial que la innovación tecnológica posibilita el abaratamiento de bienes y servicios inicialmente caracterizados por su exclusividad y alto precio, con lo que su difusión masiva es solo cuestión de tiempo.
Hace un par de años, también se probó efectivo en el auge del reparto a domicilio de todo tipo de bienes y servicios. Como relata Lauren Smiley, periodista especializada en asuntos de tecnología para publicaciones como Wired, a mediados de 2015 comenzó a percatarse de los largos desfiles de repartidores que acudían sin tregua a los complejos de apartamentos de las élites tecnológicas de San Francisco. Si los más pudientes se habían instalado en un estilo de vida que incluía recibir cualquier cosa a domicilio, esos servicios se asentarían próximamente entre las clases medias. Y así ha sido.
En efecto, ahora cualquier cosa puede ser recibida en casa en un par de horas: una batidora eléctrica, un libro, un menú asiático completo o la compra de la semana. Los repartidores se han multiplicado en las ciudades con un modelo profesional instalado en la precariedad. Pero esto ya es otra historia. Lo que nos interesa de esta observación es que, efectivamente, la regla de Varian se cumplió.
Si los ricos tienen mayordomos...
Precisamente Google ha vuelto a aplicar la sabiduría de Varian para lanzar su más reciente apuesta tecnológica: Alexa, su asistente virtual. ¿Tienen los ricos una Alexa en su vida? En realidad, no, pero sí tienen servicio personal, mayordomos, chóferes y todo tipo de secretarios domésticos. Los asistentes personales -o la versión digital de un servicio de mayordomo- han llegado para quedarse, y Google parece convencido de que las clases medias los incorporarán como el nuevo lujo accesible de su vida.
Al igual que sucedió con los daños colaterales que trajo consigo la masificación del reparto a domicilio en forma de precarización, las clases medias podrían pagar su nuevo deseo con la rendición de sus datos personales a la nueva tecnología, que requiere un acceso completo a nuestras vidas para ser funcional. Ser como los ricos no podía salir tan barato. Las críticas, de momento, son tímidas y cosa de una panda de paranoicos. Frente a ellas, brillan las cifras de venta. Y parece que la regla de Varian se ha cumplido una vez más.
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