lunes, 17 de junio de 2019

Por qué tienes perro (o no) según la ciencia


Jack Nicholson, en un fotograma de 'Mejor Imposible'.


¿Te gustan los perros? A. ¡Claro que sí! ¡Pero si hasta tengo uno como mascota!; B. Me encanta jugar con ellos, pero jamás tendría uno en casa; C. En realidad los detesto: ¿cómo pueden decir por ahí que son los mejores amigos del hombre? Que respondas A, B o C a esta pregunta depende, en más del 50%, de lo que dictan tus genes.

Ésta es la conclusión a la que han llegado científicos suecos y británicos después de trabajar con más de 35.000 parejas de gemelos. Aseguran que el amor por estos animales, los primeros domesticados en la historia de la humanidad (15.000 años atrás), tiene un claro componente hereditario. Y lo saben porque en su investigación han detectado más coincidencias en el gusto por los chuchos entre los gemelos idénticos que entre los mellizos.


Claro, que aún quedan muchas cuestiones aún sin responder. Por ejemplo, ignoran qué genes exactamente son responsables de esta afición canina. Pero están convencidos que su descubrimiento tiene peso suficiente para abrir la veda a nuevos estudios que relacionen la posesión de mascotas con genes que, quizás, también guardan relación con las alergias y con la salud en general, como sospecha Carri Westgarth, investigadora de la Universidad de Liverpool y coautora del estudio.

Porque una cosa está muy clara: teniendo perros en casa se gana más de lo que se pierde. Basta con poner sobre la mesa un dato: a partir de los 40, ser propietario de estas mascotas reduce el riesgo de fallecer hasta un 33%, y el de sufrir una enfermedad cardiovascular hasta un 11%. Sobre todo si se vive solo.

FAJA NATURAL

¿Por qué? Los expertos barajan tres posibles explicaciones. Puede que se deba al aumento de actividad física que acompaña a tener un perro en casa (y sacarlo a pasear). O también al «aumento de contactos sociales de los propietarios de mascotas o a los efectos del microbioma del can en su dueño, que fortalecerían su sistema inmune», explica Tove Fall, de la Universidad sueca de Uppsala. O, por qué no, a lo mejor la gallina es antes que el huevo, es decir, "que los individuos que adquieren un perro son previamente más activos y más saludables", plantea Fall.

Otro hecho científicamente demostrado es que las personas antipáticas y ariscas suelen escoger perros agresivos como animales de compañía, decantándose por razas como el bull terries o el bóxer. Es más, por regla general, se cumple a rajatabla eso de que los perros se parecen a sus dueños (y viceversa). De probarlo se encargó hace unos años Borbala Tucsan, de la Universidad de Eotvos, en Budapest.

Según pudo compro-bar, los propietarios caninos eligen mascotas con una personalidad parecida a la suya. "La similitud es mayor que entre parejas casadas o entre amigos", subraya. "De hecho, los perros nos duran más que las parejas", recalca.


PARECIDO FÍSICO

El investigador japonés Sadahiko Nakajima ha llegado todavía más lejos. Analizando parejas de perros y propietarios detectó un asombroso parecido físico en la forma de los ojos. Tanto que, si alguien nos pone sobre la mesa una docena de fotos de perros y propietarios para que los emparejemos, acertaremos en un 80% de los casos si les vemos la cara completa, y apenas en un 50% de las parejas si en las fotos tienen los ojos tapados.

Nakajima lo achaca a que, cuando nos toca escoger animales de compañía, buscamos inconscientemente rasgos que nos resulten familiares. En definitiva, detalles que nos recuerden a lo que cada día vemos reflejado en el espejo.


ELENA SANZ

15 jun. 2019
https://www.elmundo.es/vida-sana/bienestar/2019/06/15/5d038deffc6c83fe6e8b4650.html

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