Steve Carell protagoniza a un jefe inepto en ‘The office’ (Archivo)
Los criterios de selección priman el exceso de confianza y el egocentrismo y penalizan a las mujeres
Una búsqueda en Google de la expresión “mi jefe” se autocompleta inmediatamente con predicados como “me habla mal” o “me grita”. También con “es un psicópata” o “es un inútil”. No cabe duda de que la gente con jefes excelentes y empáticos no googlea al respecto, pero, afirma el argentino Tomás Chamorro-Premuzic –profesor de Psicología Empresarial del University College londinense y jefe científico de talento de Manpower Group–, las estadísticas dicen lo mismo. Según Gallup, el 65% de los estadounidenses preferiría cambiar de jefe antes que un aumento de sueldo. Pero, como afirma el autor en ¿Por qué tantos hombres incompetentes se convierten en líderes? (y cómo evitarlo) , eso denota falta de visión: el siguiente jefe puede ser peor.
Jefes que, recuerda, en su mayoría son hombres: en el 2017, las mujeres eran el 44% de los trabajadores de las empresas del S&P 500 y el 6% de los consejeros delegados. Cuando el autor mencionó a una clienta que escribía un libro sobre las mujeres y el liderazgo, ella le sugirió: “¿Quieres decir que estás escribiendo dos libros?”.
Causas
Los defectos de carácter, denuncia el autor, se confunden con señales de talento o liderazgo
Así las cosas, Chamorro-Premuzic se pregunta si la abundancia de malos líderes y que la mayoría sean hombres están relacionados. Cree que sí. Y el problema son los criterios de selección: si tantos incompetentes se convierten en líderes, defiende, es porque sus defectos de carácter se confunden con señales de talento o liderazgo. Rasgos como el exceso de confianza o el egocentrismo en vez de verse como una alarma llevan a exclamar “¡Qué tío tan carismático!”.
Hay más rasgos: arrogancia, brusquedad, inconsciencia de las propias limitaciones y una gran admiración por sí mismos. De hecho, apunta, son sus mayores fans y hacen networking y autopromoción de manera continua.
Defectos que no entorpecen sus carreras. Al contrario. No es extraño: Freud decía que “el narcisismo de otra persona tiene una gran atracción para alguien que ha renunciado a parte del suyo”. El producto es que tanto en los negocios como en la política hay un excedente de egocéntricos e incompetentes al mando. Y que a las mujeres se les recomiendan comportamientos masculinos para ascender, como “cree en ti mismo” o “sé tu mismo”, como si uno pudiera ser otro, ironiza el autor.
Y resalta que debemos cambiar la visión sobre el liderazgo: no es una recompensa personal sino un recurso para la organización, y es bueno si aumenta la motivación y el rendimiento. Líderes que empoderen en vez de quemar, que inspiren en vez de crear ansiedad. La prioridad es elevar el nivel de liderazgo: uno malo es muy costoso. Y para eso pide cambiar los criterios de selección por otros –conocimiento experto, inteligencia y curiosidad abonan el liderazgo potencial– que predigan el rendimiento real en la empresa y no el éxito de la carrera del líder.
Ahora, denuncia, hay un sistema patológico que premia a los hombres por su incompetencia y castiga a las mujeres: las pocas que llegan tardan un 30% más y son cuatro años mayores de media, pese a que al mando tienen más inteligencia emocional, autocontrol, empatía y liderazgo transformacional.
Este artículo es una reseña del libro ‘¿Por qué? tantos hombres incompetentes se convierten en líderes?’, de Tomás Chamorro-Premuzic (Empresa Activa)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.