jueves, 28 de julio de 2022

¿Podrá China evitar contagiarse del 'virus' de la japonización económica?



Imagen: iStock

 

  • El covid y los vientos en contra pueden llevar a su economía al estancamiento
  • Factores como la demografía o el sector inmobiliario no contribuyen a la mejora
  • Falta por ver si el estímulo gubernamental funciona o agrava los problemas


La economía de China ya no es ese tigre rugiente al que el mundo se había acostumbrado. El golpe que ha supuesto la pandemia, recrudecido estos meses con el 'martillazo' de la variante ómicron, se ha unido a problemas estructurales como el inflamable sector inmobiliario del país y a evidencias como el mayor cerco regulatorio respecto a las empresas por parte de Pekín. Aunque aún es pronto para establecer una tendencia futura, algunos expertos hablan de un latente riesgo de 'japonización' de la economía.

Se suele emplear este término para referirse a una economía en prolongado estancamiento. La japonesa, en concreto, lleva décadas -desde 1990- creciendo más lentamente que la de EEUU y China tras el estallido de una burbuja bursátil e inmobiliaria. Japón creció rápidamente en las décadas de 1970 y 1980 gracias al elevado crecimiento de las exportaciones y la inversión en infraestructuras, pero a principios de la década de 1990 el país estaba invirtiendo cada vez más en proyectos que suponían un despilfarro.

La amenaza de este 'virus' se cierne ahora sobre China después de que se haya llegado a usar el término con una eurozona que ha presentado un bajo crecimiento durante años, con una inflación en mínimos y unos tipos de interés en cero o en negativo, al 'estilo Japón'.

El PIB del gigante asiático apenas creció en el segundo trimestre (+0,4% interanual, -2,6% intertrimestral), mientras las duras restricciones por el covid ahogaban el crecimiento. Ahora estas medidas se han suavizado, pero los estrictos controles siguen siendo un lastre incierto mientras el país espera que las autoridades se reúnan y varíen la hoja de ruta. Para este año, muchos bancos de inversión han recortado sus previsiones del PIB de China por debajo del 4% a la luz de la política 'cero covid' del país.

"La economía se recuperó en junio en un repunte posterior al cierre. Sin embargo, China se enfrenta a nuevos vientos en contra por el aumento de la tensión inmobiliaria y el debilitamiento de la demanda en EEUU y la zona euro. El PIB del segundo trimestre fue más débil de lo que esperábamos, con una caída del 2,6% trimestral. La incertidumbre en torno a las posibles nuevas restricciones por covid afecta en gran medida al consumo privado y a las pequeñas empresas, y la llegada de la variante más contagiosa del Omicron BA.5 aumenta la incertidumbre", resumían recientemente los economistas de Danske Bank en un monitor macro sobre el país.

"Como creemos que la economía ha tocado fondo, revisamos al alza la tasa de crecimiento del PIB de China para 2022 hasta el 4,4% desde el 3,6% anterior. Sigue siendo más lento que el objetivo del gobierno del 5,5% para este año. A menos que veamos una gran cantidad de infraestructuras en las actividades de construcción, creemos que seguirá siendo difícil que la economía alcance un crecimiento del 5,5%", apuntaba Iris Pang, economista para China de ING, tras las cifras trimestrales.

"China presenta una versión aún más extrema de los desequilibrios japoneses", lo que hace que sea más difícil depender del consumo para el crecimiento, explica Michael Pettis, profesor de finanzas de la Universidad de Pekín, a la CNBC. El académico señala que Japón no ha sido capaz de recurrir a sus consumidores para impulsar el crecimiento, principalmente porque el sector manufacturero no ha sido capaz de aceptar la necesaria transición a salarios más altos.

"La demanda de inversión inducida por el gobierno debería actuar como estabilizador en la segunda mitad del año, a medida que las medidas de estímulo fiscal se trasladen a la economía real, pero para una recuperación sostenible es necesaria una recuperación del consumo interno", coincide Sophie Altermatt, economista del banco suizo Julius Baer.

Pettis concedió hace unos meses que China no necesariamente seguirá el camino de Japón si es capaz de realizar cambios sustanciales en sus instituciones políticas. Ahora el experto descarta que China entre en una crisis financiera o en una crisis económica aguda y ve como el escenario más probable que "se enfrente a un período muy largo, al estilo de Japón, de bajo crecimiento". Si la inversión no productiva -principalmente en infraestructuras e inmuebles- se reduce y no se sustituye por una fuente de crecimiento equivalente, Pettis estima que el PIB de China no crecería más del 2% o el 3% anual en los próximos años.

No todos los economistas ven el panorama tan gris. Algunos creen que China sigue teniendo un potencial de crecimiento sin explotar en los próximos años, y apuntan a los niveles de renta del país -y teóricamente de gasto-, con mucho margen de crecimiento. El PIB per cápita de China en 2021 era menos de una quinta parte del de EEUU, y la renta nacional neta per cápita ajustada era aproximadamente una séptima parte de la de EEUU, según datos del Banco Mundial. "Dado que el espacio para ponerse al día todavía está ahí, China seguirá manteniendo un crecimiento del 4% al 5% en los próximos cinco a diez años", afirma Larry Hu, economista jefe de China en Macquarie.

Otra área de potencial es el plan de China para unificar las normas y el acceso a las empresas dentro del país, introduce Dan Wang, economista jefe de Hang Seng Bank China. "Una vez que se puedan levantar esas barreras... eso puede aumentar mucho los ingresos". El analista desgrana cómo la práctica actual puede favorecer a una empresa de una ciudad local frente a otra de otra provincia. Un claro ejemplo de estos sesgos regionales se produjo este año, cuando las diferentes normas de covid entre las provincias crearon ineficiencias, añade. Wang también cree que la demanda en el extranjero y el aumento de la inversión en la fabricación en China podrían apoyar el crecimiento en los próximos años.

Cuando se le pregunta si China se enfrentaría a un estancamiento económico al estilo de Japón, el investigador jefe del Banco de China, Zong Liang, descarta directamente esa posibilidad. Hace hincapié en que China, entre otras cosas, ha mantenido el control de su moneda, mientras que el yen japonés ha fluctuado con demasiada rapidez.

Zong también se apoya en la inversión y la autosuficiencia de China en la innovación tecnológica. En cuanto al crecimiento económico a corto plazo, espera que los estímulos anunciados en mayo surtan efecto en el tercer o cuarto trimestre, y que el aumento del comercio en el marco de los nuevos acuerdos regionales de libre comercio aporte algunos beneficios.

Vientos en contra

Sin embargo, Zong admite que China se enfrenta a retos similares a los de Japón en lo que respecta al mercado inmobiliario. Pekín ha intentado frenar la especulación en el mercado en los últimos años. Pero un problema subyacente y más difícil para el sector inmobiliario es el envejecimiento de la población, un problema "que merece nuestra atención", reconoce Zong a la CNBC.

Los problemas en el enorme sector inmobiliario chino también han resurgido este mes, con muchos compradores de viviendas que se niegan a pagar sus hipotecas hasta que los promotores encuentren los recursos para terminar de construir los apartamentos.

"La pérdida de confianza de los compradores de viviendas chinos en los promotores inmobiliarios es muy preocupante. La venta de viviendas, una de las principales fuentes de financiación de los promotores, parece que seguirá siendo débil. Aunque la flexibilización monetaria y los indultos de la deuda han ayudado a contener los riesgos financieros internos, no son una solución a largo plazo del problema. Los impagos de promotores inmobiliarios de alto nivel, como Evergrande, siguen siendo el mayor riesgo para los sectores inmobiliario y financiero de China", sintetiza Tommy Wu, de Oxford Economics.

Otro viento en contra, añade Altermatt, de Julius Baer, está en las exportaciones: "Es probable que los vientos de cola de las exportaciones, que han sido un importante pilar del crecimiento durante los dos últimos años, se suavicen, ya que las perspectivas de la demanda de exportaciones mundiales se están desvaneciendo con la moderación del crecimiento mundial y los consumidores de los mercados desarrollados están cambiando la demanda hacia los servicios y alejándose de los bienes". 

¿Más apoyo gubernamental?

¿Y la baza del apoyo gubernamental? Después de advertir de los riesgos del excesivo apoyo gubernamental en su libro de 2016 La burbuja garantizada de China, el autor Zhu Ning dijo el mes pasado que la mejor solución a los problemas de desempleo y burbuja inmobiliaria es un mayor apoyo estatal. "Una situación como la de Japón puede ser en realidad una razón para justificar algún enfoque más de economía de planificación", dijo Zhu. "[No] puedo pensar en un enfoque basado en el mercado".

En este sentido, el profesor de finanzas y vicedecano del Instituto Avanzado de Finanzas de Shanghái incidió en que, al igual que Japón construyó su red de seguridad social durante un periodo de burbuja, China debería destinar más recursos a garantizar tres necesidades básicas: vivienda, atención sanitaria y educación. Aliviar a los consumidores chinos de esos costes podría animarles a gastar, sentenció Zhu.

No todos lo ven así. Xu Hongcai, subdirector de la Comisión de Política Económica de la Asociación China de Ciencia Política, adopta un tono pesimista señalando que la política monetaria y la política fiscal pueden hacer poco. El aumento de su intervención solo agravaría los problemas a largo plazo, advierte.