Colección de Barbies en las que se inspira el filtro. (Reuters)
Detrás de uno de los filtros de moda, se esconde el fundador de una empresa de biotecnología que utiliza tus fotos para entrenar algoritmos de inteligencia artificial
No hacen falta ni vestidos rosas ni pelucas rubias. Convertirte en la muñeca más icónica de todos los tiempos está más fácil que nunca gracias a la explosión de filtros que se han multiplicado en redes sociales después del multimillonario estreno de Barbie. “Ser tu propia Barbie”. Así se anuncia BaiRBIE, una de las herramientas que más está dando que hablar en los últimos días. Su funcionamiento es sencillo: el usuario sube un selfi o un retrato y elige si quiere convertirse en la muñeca o en Ken. Segundos más tarde, nos entrega la foto retocada. ¿Divertido, no? El problema es que, como todos estos inventos, la aplicación tiene letra pequeña y miles de personas la usan sin saber exactamente a quién están entregando su cara o la de sus amigos ni en qué condiciones.
Probablemente, se hayan encontrado alguna imagen de este tipo en redes sociales en las últimas horas, porque el asunto no ha tardado en viralizarse. Las parodias tampoco han tardado mucho en llegar a Instagram, Twitter y TikTok: gente que le pasa el filtro a su perro, a su ordenador o a su salón vacío, y descubren que hay una muñeca fantasma.
Para probar BaiRBIE, no hace falta descargar ninguna aplicación. Basta con acceder a su web en este enlace. Una vez dentro, el procedimiento es bastante intuitivo. Solo hace falta subir una foto en la que se vea bien el rostro y seleccionar obligatoriamente dos preferencias: el color de pelo y el color de piel. Al instante, la app generará una versión barbieficada o kenificada del usuario. Si no convence el resultado final, puedes pulsar la opción de regenerar tantas veces como se quiera para tener la mejor toma. La imagen viene con una marca de agua. Para librarse de ella no queda otra que pasar por caja y abonar 1,99 dólares. En Teknautas, hemos probado con fotos de varias personalidades y aquí tienes uno de los resultados que más nos ha inquietado: una Barbie con la cara de Trump.
De lo que no se pueden librar los usuarios es de los términos y condiciones de la empresa que ha creado la aplicación, que por cierto no está relacionada con Mattel, la multinacional que fabrica esta muñeca y otros juguetes de fama mundial. Quien está detrás de BaiRBIE es Rvnway, una empresa de innovación y diseño utilizando inteligencia artificial. Su cofundador es Armon Sharei, actual CEO de SQZ Biotech, compañía de biotecnología que cotiza alrededor de 17 millones de dólares anuales.
Tu cara está entrenando una IA
Entre las condiciones de uso, figura una cláusula por la que, al utilizar su plataforma, aceptas que el contenido que generen a partir de tus fotos se pueda emplear en mejorar sus modelos de aprendizaje automático. Pese a la participación, la plataforma avisa de que “usted no tendrá derecho a compensación alguna por el uso que hagamos del Contenido generado por usuarios”.
No es la primera vez que alguien se las apaña de esta forma para conseguir datos a coste cero que sirvan para entrenar sistemas de aprendizaje automático o modelos de lenguaje que posteriormente den vida a inteligencias artificiales generativas. En algunos, se han generado auténticos problemas. Una de las más sonadas fue la de Reddit, cuando decidió empezar a cobrar por el acceso a su API, una interfaz que sirve a desarrolladores externos para conectarse al contenido y herramientas de la plataforma. Era un intento de la dirección para detener a las compañías de inteligencia artificial que, sin aviso ni remuneración, se nutrían de su contenido para entrenar a sus modelos de aprendizaje. Pero no ha sido la única.
Elon Musk decidió limitar el número de tuits que podían leer los usuarios al día —entre otras medidas— alegando que Twitter sufría web scrapping (en español, 'raspado de datos'), una técnica que algunos aprovechaban para utilizar el contenido de la red social para entrenar sus sistemas sin pagar un duro. Mientras tanto, la compañía tenía que seguir corriendo con los gastos para que su infraestructura pudiese soportar este exceso de tráfico. El dueño de la plataforma decidió demandar a cuatro personas por este asunto.
Los que también han recibido una demanda por este motivo han sido Google y DeepMind, propiedad también de Alphabet. En Estados Unidos, han interpuesto una demanda colectiva acusando a estas empresas de Alphabet de utilizar el contenido que los usuarios cuelgan en redes sociales para entrenar a Bard y otros chatbots similares. Está claro que el asunto de la propiedad intelectual de los materiales que se utilizan para entrenar estas inteligencias artificiales va a ser uno de los debates que más cola que va a traer en los próximos meses.
BaiRBIE tiene otras cláusulas polémicas, como aquella que advierte de que, en caso de disputas con la aplicación, regirá la ley de Israel, independientemente de dónde se residan los usuarios. Esto significa que los europeos no podrán ampararse a la regulación de privacidad de datos de Europa, más restrictiva que las demás.
No termina aquí. El filtro de Barbie también anuncia en sus condiciones que, quienes hacen uso de la app, confirman automáticamente no tener menos de 16 años. En el caso de que no se cumpla, no explicitan ningún procedimiento para detectarlo. También se lavan las manos en caso de que el servicio contenga algún virus o componente dañino. En definitiva, “ser tu propia Barbie” puede salir muy caro.