El ayuno activa la inmunidad. (iStock)
Reducir la ingesta de alimentos tiene efectos beneficiosos sobre la salud y prolonga la vida, como sostienen numerosas investigaciones. Ahora, un estudio apunta a los cuerpos cetónicos y la activación de los linfocitos T
La ciencia lleva décadas estudiando el efecto que tiene sobre las personas limitar la ingesta de comida. Numerosas investigaciones apuntan a que una de las claves de la longevidad es restringir drásticamente la ingesta de alimentos, ya que evolutivamente estamos preparados para hacer frente a los periodos de carencia o escasez.
También es conocido que determinadas modalidades de ayuno, como el intermitente, mejora la inflamación crónica, que se asocia a enfermedades como las cardiovasculares, el alzhéimer o la artritis.
Ahora, un equipo de investigadores del Instituto Van Andel, de Minnesota, ha encontrado un mecanismo por el que el ayuno activa determinadas células inmunitarias mientras están luchando contra una infección y otras enfermedades. Los hallazgos se han publicado en la revista Immunity y pueden allanar el camino para futuras recomendaciones dietéticas personalizadas para aumentar la eficacia de los tratamientos contra infecciones, cáncer y otras enfermedades.
El profesor Russell Jones, coautor del trabajo, asegura que este estudio ayuda a comprender mejor cómo afecta la nutrición al sistema inmunológico, y lo califica como “un primer paso emocionante. En el futuro esperamos traducir todo este conocimiento en recomendaciones dietéticas para estimular la función inmunológica”.
Cetogénesis
Los hallazgos se centran en los cuerpos cetónicos, que produce normalmente el hígado, pero su producción aumenta cuando la glucosa -la principal fuente de energía para las células- escasea. Esto puede ocurrir durante el ejercicio físico intenso (las células queman rápidamente el combustible) o durante el ayuno (hay poca comida disponible para descomponer en glucosa)
Para compensar la falta de glucosa para alimentar el cerebro y al resto de órganos, el hígado aumenta la producción de cuerpos cetónicos que, según el nuevo estudio, también potencian las células inmunitarias, un hallazgo sorprendente que desvela nuevas conexiones entre la dieta y la inmunidad.
Al igual que otras células del cuerpo, las células T, los soldados del sistema inmunológico, absorben nutrientes como la glucosa de nuestra dieta para generar la energía necesaria para hacer su trabajo. Jones y sus colegas demostraron que las células T prefieren los cuerpos cetónicos a la glucosa como fuente de combustible. También encontraron que los cuerpos cetónicos mejoran la función de las células T reprogramándolas para neutralizar mejor las amenazas. Por el contrario, la pérdida de la capacidad de procesar cuerpos cetónicos provoca defectos en la función de las células T y dificulta su capacidad para combatir infecciones.
Los autores plantean la hipótesis de que los cuerpos cetónicos pueden ser un mecanismo de seguridad evolutivo que estimula el sistema inmunitario cuando los recursos de nutrientes son limitados, como cuando se suprime el apetito durante una enfermedad.
El futuro
Para Peter Carwford, profesor de Medicina de la Universidad de Minnesota, la investigación fomenta el interés por desarrollar nuevos estudios sobre cómo las células inmunitarias emplean el combustible de los nutrientes de diferentes dietas en distintos contextos de enfermedades infecciosas o cáncer.
Aunque el estudio sugiere que aumentar los cuerpos cetónicos a través de regímenes de ayuno o ayuno intermitente puede mejorar la función de las células T en ciertas circunstancias, otros estudios sostienen que el ayuno puede suprimir la función inmunológica. Sin embargo, los autores del artículo publicado en Immunology defienden que no son contradictorios, sino que revelan las intrincadas interacciones entre la dieta y el sistema inmunológico.
El equipo de Russell Jones insiste en la necesidad de seguir investigando esta compleja relación y anuncian que van a explorar cómo afectan a la función inmunológica el ayuno y la suplementación con cuerpos cetónicos, con un enfoque en la capacidad de las células T para combatir el cáncer.
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