Lista de propósitos para 2025 (iStock)
El año 2025 acaba de comenzar. Analizamos junto a dos psicólogas este fenómeno que repetimos cada enero con (demasiada) esperanza
Con el nuevo año estrenamos agenda y una larga lista de propósitos escrita en esta o en nuestro daily journal en la que, en muchas ocasiones, aparecen multitud de aspiraciones comunes como hacer más deporte, dejar de fumar, aprender algún idioma o comer más saludable.
Y estas aspiraciones comunes, normalmente, se parecen mucho a las que escribimos al año pasado, el anterior y el anterior; propósitos que no hemos sido capaces de cumplir, pero, aun así, confiamos en que 2025 sí que será el año en el que los hagamos realidad.
El doctor John C. Norcross, profesor universitario, psicólogo clínico y el padre de la investigación sobre los propósitos de Año Nuevo, realizó un estudio en los años ochenta sobre este tema y concluyó que cerca del 40% de los 200 voluntarios cumplían sus propósitos después de 6 meses. Tras 2 años, el porcentaje se reducía a un 19%.
Según otro estudio publicado en Journal of Clinical Psychology en 2002, aproximadamente el 45% de las personas fijan propósitos cada año, pero solo el 8% los logran. Entonces, si fracasamos cada año, ¿por qué siempre nos esforzamos en escribir una larga lista cuando empieza un nuevo año?
"Solemos asociar el inicio del año con la idea de un 'nuevo comienzo', asentándose así como la idea de una especie de reinicio, que motiva a las personas a proponerse nuevas metas. Esto se relaciona con el fresh start effect (o efecto del nuevo inicio), que señala que los cambios temporales, como en este caso el Año Nuevo, nos impulsa a despegarnos de los errores del año pasado, generando mayor motivación y pudiendo aumentar la eficacia propia. Según publicaban Dai, Milkman y Riis en 2014, esto genera en las personas mayor motivación y les impulsa a comprometerse a generar cambios positivos, porque el cambio de año es como un punto de partida", explica Saray Falcón Trejo, psicóloga clínica.
"Es un momento de pausa natural, donde reflexionamos sobre lo que queremos cambiar o construir"
Es más, "el refrán 'Año nuevo, vida nueva' encierra la esencia de este fenómeno. El inicio del año funciona como un marcador temporal que simboliza un nuevo comienzo, ayudándonos a separar el pasado y proyectarnos hacia el futuro. Es un momento de pausa natural, donde reflexionamos sobre lo que queremos cambiar o construir", añade Olga Albaladejo, psicóloga especialista en salud integrativa y miembro de Grupo Top Doctors.
No obstante, asegura Falcón Trejo, eso no es todo, también han de tenerse en cuenta factores socioculturales; ya que "en muchas culturas las resoluciones de año nuevo son una tradición. Sumando que al cambiar el año, muchas personas tienden a reflexionar sobre el propio, ver los logros y fracasos. Por lo que viendo este balance, se establecen metas que van de la mano con la idea de 'renovación'".
"Hacer balance de lo bueno y malo" es, muchas veces, la antesala de los propósitos de Año Nuevo, sentarse a reflexionar sobre cómo te has comportado en el año anterior y analizar qué quieres cambiar de cara al que acaba de entrar es fundamental para poder plasmarlos precedidos por guiones en la página de algún cuaderno que quizá no consultes con demasiada frecuencia.
Un tropiezo más, pero con otra piedra
El año pasado no conseguiste que ir al gimnasio se convirtiese en algo que formase parte de tu día a día; y, en vez de seguir luchando por cumplirlo, con la excusa de que comienza un nuevo año, cambias de propósito. Quizá esta no sea la mejor idea para conseguir, en algún momento de tu vida, cumplir algo de lo que te propones, o sí.
El culpable de ello, de que cambiemos de propósitos con el inicio del año, puede ser un efecto denominado, según Saray Falcón, 'fresh start', o borrón y cuenta nueva, que normalmente se asocia con el inicio del año; pero no tiene por qué ser el único: "Otro aspecto importante es la gran desmotivación que se sufre al no haber logrado el objetivo. El fracaso genera una disminución en la confianza que tenemos en nosotros mismos, en este caso para alcanzar las metas. Por lo que redirigimos la atención a metas que son más atractivas o más sencillas, generando una especie de ilusión de cambio, en vez de enfrentarnos a la meta que no alcanzamos. Además, en un año puede haber grandes cambios en nuestras circunstancias, valores o prioridades. Lo que era relevante en enero de 2024 puede que en diciembre ya no fuera importante".
"Es fundamental que realmente deseemos lo que nos proponemos; que no sea un 'deber', sino un 'querer'"
Fijarse objetivos realistas es clave para romper el ciclo de marcarnos propósitos que nunca cumplimos, explica Olga Albaladejo, también "cambiar la perspectiva del 'todo o nada' por celebrar cada pequeño avance nos permite mantenernos motivados y romper con la frustración de metas imposibles. Es fundamental que realmente deseemos lo que nos proponemos; que no sea un 'deber', sino un 'querer'. Y, por supuesto, que lograrlo dependa de nosotros y no de factores externos como la suerte o el esfuerzo de otras personas".
Sin embargo, aunque seleccionemos propósitos realistas, puede que termine el año y no hayamos podido cumplirlos. En ese caso, para manejar la frustración, "debemos tener claro y aceptar que los contratiempos, que fallar en esto, a veces es parte del crecimiento. Debemos practicar la autocompasión, es decir, reconocer nuestros errores sin juzgarnos, tratándonos con amabilidad. Esto disminuye el impacto de la frustración y además aumenta la resiliencia, ayudándonos a volver a enfocarnos en nuestra meta", manifiesta Saray.
Además, continúa Falcón, "debemos reevaluar y ajustar los propósitos. Generar un espacio para reflexionar, qué fue lo que nos complicó el cumplimiento de la meta", y "disfrutar del progreso, no solo estar focalizados en los resultados. Ir apreciando los pequeños pasos que vamos dando, aumentará la motivación y mejorará cómo vemos ese esfuerzo para conseguir la meta".
Propósitos promovidos por la sociedad
Entras a Instagram y las historias están plagadas de "amigos" que han empezado a correr o sacándose selfies en el espejo del gimnasio. Durante las primeras semanas del año es cuando más nos preocupamos por ir realizando estos propósitos. Unos propósitos que, en muchas ocasiones, están promovidos por nuestro consumo de redes sociales y los perfiles que seguimos. "Vemos modelos de 'vidas perfectas' que generan presión. Sin embargo, es importante que nuestros propósitos sean realmente nuestros, conectados con lo que nos hace bien", expresa Olga.
Estas expectativas sociales que nos empujan a intentar llevar a cabo unos objetivos y no otros también funcionan a la hora de cumplirlos. Explica Saray que cuando hacemos nuestros propósitos públicos, al sentirnos más observados y evaluados, intentamos realizar un mayor progreso. Es por eso que muchos influencers comparten en sus redes sociales sus salidas a correr, para así sentir la presión de sus seguidores, sabiendo que si dejan de practicar este deporte en las próximas semanas los "defraudarán".
"Al final, la clave está en el equilibrio: ni demasiada presión ni la ausencia de metas que nos motiven"
En cierto modo, esta presión puede ser, por tanto, positiva, pero también negativa; ya que nos puede llevar a establecer metas poco realistas o que no vayan en la misma línea que nuestras prioridades. Llegando a sentir una gran frustración y, por ello, terminar abandonándolas: "Fijar objetivos puede ser muy positivo si lo hacemos con flexibilidad. Se trata de encontrar un equilibrio entre estructurar nuestras metas y fluir con lo que la vida nos ofrece. Una estrategia efectiva es enfocarse en un solo propósito significativo que conecte con nuestros valores y nos inspire. Así evitamos sentirnos sobrepasados por listas interminables y mantenemos la ilusión que nos impulsa cada día. Al final, la clave está en el equilibrio: ni demasiada presión ni la ausencia de metas que nos motiven", concluye Olga Albaladejo.
"Estructurar nuestras metas", esa es la clave, encontrar unas metas que sean propias, no copiarlas de un vídeo de alguna red social. Hacer una reflexión real con uno mismo para analizar qué aspectos quiere cambiar y qué pasos debe dar para poder hacerlo.
Entonces, ¿el inicio del año es un buen momento para empezar con ese cambio? Sí. 'Año nuevo, vida nueva', aunque lo más probable (según los numerosos estudios) es que no consigas ser constante hasta 2026.