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Buscan el reconocimiento público, dejan cartas con sus motivaciones, los más recientes emplean las redes sociales para expresar su descontento y dar constancia de su legado. Ninguno se arrepiente de sus actos y casi todos actúan movidos por el resentimiento social.
La escuela de Columbine, el instituto tecnológico de Virginia, la escuela de Tussula en Finlandia, la tragedia de Arizona… ¿Qué tienen en común? Tiroteos más o menos indiscriminados que se cobraron la vida de inocentes a manos de un asesino que buscaba venganza y reconocimiento público. La última de las masacres ha sucedido en Oslo (Noruega), donde un hombre ha provocado un baño de sangre con la muerte de 76 personas en un doble atentado. La sociedad se indigna y se pregunta qué ocurre con estos «asesinos», qué les mueve a provocar desgracias y sobre todo qué pasa por sus cabezas cuando disparan a sangre fría a un inocente y lo ven caer frente a ellos desangrándose.
Paul S. Appelbaum, profesor de Psiquiatría y Medicina Legal de la Universidad de Columbia (EE UU), manifiesta que «todavía no existe un perfil único de quienes cometen los asesinatos en masa. Algunos reúnen personalidades dominantes y están impulsados por ideologías políticas, étnicas o religiosas. Otros son seguidores pasivos, sin firmes puntos de vista propios, que se dejaron llevar en la participación de tales actos. La mayoría no se consideran enfermos mentales, pero algunos pueden tener rasgos psicóticos, que vienen motivados por las creencias delirantes acerca de las personas que tratan de hacerles daño».
¿Cómo son?
Por su parte, Kenna Quinet, profesora de Derecho Penal de la Universidad Purdue Indianápolis, en declaraciones a Efe, explicaba que «los asesinos en masa son técnicamente suicidas, a diferencia de los homicidas en serie que suelen tener motivos sexuales y operan durante periodos más largos de tiempo». Las estadísticas que manejan los expertos apuntan, en ese sentido, que el 95 por ciento de estos criminales son hombres, tienden a ser individuos solitarios y que, pese a su apariencia «normal», sienten un gran resentimiento. Quinet señala, además, que generalmente son personas «que han experimentado algún tipo de pérdida en una o más áreas, ya sea un fracaso escolar, laboral o amoroso y no tienen capacidad para hacer frente a las decepciones».
Por su parte, José Léon-Carrión, médico rehabilitador del Centro de Rehabilitación de Daño Cerebral (CRECER) y Universidad de Sevilla y colaborador del Departamento de Defensa de los EE UU, sostiene que hay razones neuropiscológicas y conductuales que explican el comportamiento de estos sujetos. «Daños en la corteza cerebral preforntal, en el dorso lateral, indican un ser impulsivo que que obsesiona con las cosas. Además, si hay hipertrofía estas características se acentúan», explica León-Carrión, quién además resume una serie de rasgos conductuales de peligro de desarrollar este comportamiento extraño como una personalidad alienada, actitud favorbale a la violencia, con antecedentes de delitos, abuso de sustancias, en su mayoría son varones y cuentan con una historia de violencia, entre otros.
Susan Lewis, una psiquiatra experta en criminología del Hospital Tufts New England (Boston), manifiesta, que, aunque se han identificado algunos rasgos, «es muy difícil predecir la violencia. El mejor indicativo es que la persona haya participado en otro acto violento en el pasado». Las personas que padecen lo que la psiquiatra define como «narcisismo patológico» tienen sentimientos de humillación y vergüenza y sienten un odio primitivo al percibir que su identidad ha sido violada. Lewis reconoce, que de todos modos, ese tipo de individuos siguensiendo en gran medida un misterio: «Ojalá pudiésemos entender más sobre el fenómeno». Alfonso Rodríguez-Palancas, psiquiatra y Máster en Psiquiatría Legal, expone que «rasgos de una personalidad límite pueden apuntar a la existencia de una persona dispuesta a cometer este tipo de actos. Además, ha de tener rasgos histriónicos».
¿Qué les mueve?
En cuanto al objetivo, Appelbaum apunta a que «algunos asesinos en masa tienen objetivos particulares (a menudo las personas que creen que les han hecho mal), mientras que otros sólo buscan matar a tantas víctimas como sea posible. Es posible que se deleiten en el comportamiento sádico o parezcan dolidos por sus acciones». Y quizás, por ello, se suicidan ya sea al terminar la masacre o al verse acorralados.
Sin embargo, una de las cuestiones que suscita un acto de este tipo es la prevención del mismo. Tan sólo en alguna ocasión, como en el tiroteo de Virginia perpetrado por Cho Seung-Hui, se contaba con antecedentes de trastornos psicóticos, pese a lo cual se pasaron por alto y tuvo lugar la masacre estudiantil. «La diversidad de creencias y motivaciones hace que sea muy difícil detectar asesinos de masas antes de actuar. Así, en lugar de tratar el perfil de los posibles autores, la mayoría de los esfuerzos de prevención están dirigidos a los grupos de seguimiento con predisposición violenta que pueden atraer a las fuentes de armas y explosivos. Por mucho que la gente se pregunte por qué alguien se comporta de esta forma extrema, es improbable que lleguemos a encontrar una única respuesta», considera Appelbaum.
Descubrir un asesino en potencia que se esconde tras un vecino ejemplar o un estudiante «invisible» no resulta fácil. «Las personas con mente criminal no van y se tumban en el sofá de un psicoanalista. Nuestra información sobre su psicología procede de entrevistas breves e intensas con ellos (por ejemplo, mientras están en la cárcel), a partir de las descripciones detalladas de sus vidas y el conocimiento clínico de ciertos mecanismos mentales. La mayoría de los sujetos que cometen un asesinato lo hacen por motivos individuales (debido a los celos, la codicia, la humillación, el honor, los temores paranoides, acto simbólico de la «libertad» de una persona que oprime, por ejemplo)», cuenta Vamik D. Volkan, profesor emérito de Psiquiatría de la Universidad de Virginia (EE UU). «Algunas presentan alteraciones de la concepción de la realidad, como Brevik, y llaman la atención de los médicos. Dado que estas personas o los criminales no van a los psiquiatras no hay manera de predecir que una persona que no conocemos bien será un asesino en masa», señala Volkan.
Si a eso se añade que en internet y en las redes sociales proliferan miles de sujetos que podrían atender a este tipo de perfil, los expertos lo consideran un fenómeno desbordante, que hoy por hoy resulta complicado encuadrar en un caso concreto de riesgo potencial. «Me atrevería a decir que en todos y cada uno de los casos que han ocurrido nos sorprendemos preguntándonos si es posible cometer un acto así sin sufrir un trastorno mental. En la inmensa mayoría de los casos el trastorno no existe, y es posible identificar motivaciones muy concretas y diversas para explicar el asesinato sin recurrir a ningún tipo de psicopatía. Se podría argumentar que el asesino medio puede poseer algún tipo de trastorno de la personalidad, pero entre ellos el número de pacientes mentales con psicopatías serias es extremadamente reducido», reflexiona Dennis C. Dirkmaat, director del Departamento de Ciencias Forenses de la Universidad de Pittsburg (EE UU).
La visibilidad de los medios
Así, este fenómeno, que ya lleva más de un siglo, cobra interés gracias a internet y a la proliferación de las redes sociales. Tal como apunta Luis Cabo-Pérez compañero de Dirkmaat en la Universidad de Pittsburg (EE UU): «Han venido a aportar al menos tres elementos claves que pueden promover este tipo de atentados, así como de nuevas organizaciones terroristas. El primero es la promoción del sesgo de información; el segundo, la formación técnica en armamento y, por último, la puesta en contacto de personas con ideología similar».
En resumen, la red ofrece el componente ideológico, los medios físicos y el apoyo social y afectivo. «Internet también les sirve para expresar su narcisismo y relacionarse socialmente sin encontrar las barreras físicas », subraya Rodríguez-Palancas. Vídeos, blogs... el único «legado» de los asesinos que posteriormente puede servir para poder comprenderlos.
Paul S. Appelbaum, profesor de Psiquiatría y Medicina Legal de la Universidad de Columbia (EE UU), manifiesta que «todavía no existe un perfil único de quienes cometen los asesinatos en masa. Algunos reúnen personalidades dominantes y están impulsados por ideologías políticas, étnicas o religiosas. Otros son seguidores pasivos, sin firmes puntos de vista propios, que se dejaron llevar en la participación de tales actos. La mayoría no se consideran enfermos mentales, pero algunos pueden tener rasgos psicóticos, que vienen motivados por las creencias delirantes acerca de las personas que tratan de hacerles daño».
¿Cómo son?
Por su parte, Kenna Quinet, profesora de Derecho Penal de la Universidad Purdue Indianápolis, en declaraciones a Efe, explicaba que «los asesinos en masa son técnicamente suicidas, a diferencia de los homicidas en serie que suelen tener motivos sexuales y operan durante periodos más largos de tiempo». Las estadísticas que manejan los expertos apuntan, en ese sentido, que el 95 por ciento de estos criminales son hombres, tienden a ser individuos solitarios y que, pese a su apariencia «normal», sienten un gran resentimiento. Quinet señala, además, que generalmente son personas «que han experimentado algún tipo de pérdida en una o más áreas, ya sea un fracaso escolar, laboral o amoroso y no tienen capacidad para hacer frente a las decepciones».
Por su parte, José Léon-Carrión, médico rehabilitador del Centro de Rehabilitación de Daño Cerebral (CRECER) y Universidad de Sevilla y colaborador del Departamento de Defensa de los EE UU, sostiene que hay razones neuropiscológicas y conductuales que explican el comportamiento de estos sujetos. «Daños en la corteza cerebral preforntal, en el dorso lateral, indican un ser impulsivo que que obsesiona con las cosas. Además, si hay hipertrofía estas características se acentúan», explica León-Carrión, quién además resume una serie de rasgos conductuales de peligro de desarrollar este comportamiento extraño como una personalidad alienada, actitud favorbale a la violencia, con antecedentes de delitos, abuso de sustancias, en su mayoría son varones y cuentan con una historia de violencia, entre otros.
Susan Lewis, una psiquiatra experta en criminología del Hospital Tufts New England (Boston), manifiesta, que, aunque se han identificado algunos rasgos, «es muy difícil predecir la violencia. El mejor indicativo es que la persona haya participado en otro acto violento en el pasado». Las personas que padecen lo que la psiquiatra define como «narcisismo patológico» tienen sentimientos de humillación y vergüenza y sienten un odio primitivo al percibir que su identidad ha sido violada. Lewis reconoce, que de todos modos, ese tipo de individuos siguensiendo en gran medida un misterio: «Ojalá pudiésemos entender más sobre el fenómeno». Alfonso Rodríguez-Palancas, psiquiatra y Máster en Psiquiatría Legal, expone que «rasgos de una personalidad límite pueden apuntar a la existencia de una persona dispuesta a cometer este tipo de actos. Además, ha de tener rasgos histriónicos».
¿Qué les mueve?
En cuanto al objetivo, Appelbaum apunta a que «algunos asesinos en masa tienen objetivos particulares (a menudo las personas que creen que les han hecho mal), mientras que otros sólo buscan matar a tantas víctimas como sea posible. Es posible que se deleiten en el comportamiento sádico o parezcan dolidos por sus acciones». Y quizás, por ello, se suicidan ya sea al terminar la masacre o al verse acorralados.
Sin embargo, una de las cuestiones que suscita un acto de este tipo es la prevención del mismo. Tan sólo en alguna ocasión, como en el tiroteo de Virginia perpetrado por Cho Seung-Hui, se contaba con antecedentes de trastornos psicóticos, pese a lo cual se pasaron por alto y tuvo lugar la masacre estudiantil. «La diversidad de creencias y motivaciones hace que sea muy difícil detectar asesinos de masas antes de actuar. Así, en lugar de tratar el perfil de los posibles autores, la mayoría de los esfuerzos de prevención están dirigidos a los grupos de seguimiento con predisposición violenta que pueden atraer a las fuentes de armas y explosivos. Por mucho que la gente se pregunte por qué alguien se comporta de esta forma extrema, es improbable que lleguemos a encontrar una única respuesta», considera Appelbaum.
Descubrir un asesino en potencia que se esconde tras un vecino ejemplar o un estudiante «invisible» no resulta fácil. «Las personas con mente criminal no van y se tumban en el sofá de un psicoanalista. Nuestra información sobre su psicología procede de entrevistas breves e intensas con ellos (por ejemplo, mientras están en la cárcel), a partir de las descripciones detalladas de sus vidas y el conocimiento clínico de ciertos mecanismos mentales. La mayoría de los sujetos que cometen un asesinato lo hacen por motivos individuales (debido a los celos, la codicia, la humillación, el honor, los temores paranoides, acto simbólico de la «libertad» de una persona que oprime, por ejemplo)», cuenta Vamik D. Volkan, profesor emérito de Psiquiatría de la Universidad de Virginia (EE UU). «Algunas presentan alteraciones de la concepción de la realidad, como Brevik, y llaman la atención de los médicos. Dado que estas personas o los criminales no van a los psiquiatras no hay manera de predecir que una persona que no conocemos bien será un asesino en masa», señala Volkan.
Si a eso se añade que en internet y en las redes sociales proliferan miles de sujetos que podrían atender a este tipo de perfil, los expertos lo consideran un fenómeno desbordante, que hoy por hoy resulta complicado encuadrar en un caso concreto de riesgo potencial. «Me atrevería a decir que en todos y cada uno de los casos que han ocurrido nos sorprendemos preguntándonos si es posible cometer un acto así sin sufrir un trastorno mental. En la inmensa mayoría de los casos el trastorno no existe, y es posible identificar motivaciones muy concretas y diversas para explicar el asesinato sin recurrir a ningún tipo de psicopatía. Se podría argumentar que el asesino medio puede poseer algún tipo de trastorno de la personalidad, pero entre ellos el número de pacientes mentales con psicopatías serias es extremadamente reducido», reflexiona Dennis C. Dirkmaat, director del Departamento de Ciencias Forenses de la Universidad de Pittsburg (EE UU).
La visibilidad de los medios
Así, este fenómeno, que ya lleva más de un siglo, cobra interés gracias a internet y a la proliferación de las redes sociales. Tal como apunta Luis Cabo-Pérez compañero de Dirkmaat en la Universidad de Pittsburg (EE UU): «Han venido a aportar al menos tres elementos claves que pueden promover este tipo de atentados, así como de nuevas organizaciones terroristas. El primero es la promoción del sesgo de información; el segundo, la formación técnica en armamento y, por último, la puesta en contacto de personas con ideología similar».
En resumen, la red ofrece el componente ideológico, los medios físicos y el apoyo social y afectivo. «Internet también les sirve para expresar su narcisismo y relacionarse socialmente sin encontrar las barreras físicas », subraya Rodríguez-Palancas. Vídeos, blogs... el único «legado» de los asesinos que posteriormente puede servir para poder comprenderlos.
Por Pilar Pérez from larazon.es 30/07/2011
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