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Un largo vuelo en avión puede ser el ilusionante comienzo o final de un gran viaje, o una mareante pesadilla para nuestro reloj biológico que conocemos con el nombre de jet lag y que puede echarnos a perder alguno de los soñados días de vacaciones o empeorarnos, aún más, la vuelta a la rutina diaria.
Si tras el viaje experimenta insomnio, confusión, fatiga, dolor de cabeza, mareos, malestar general, diarrea/estreñimiento o irritabilidad está usted padeciendo una de las consecuencias de la globalización que hace menos de un siglo nadie podía imaginar que existía (pues no tenían los rápidos medios de transporte que utilizamos ahora) salvo en los trabajos de turnos rotativos.
De normal, nuestro cuerpo funciona en ciclos de aproximadamente 24 horas (a todos los niveles, tanto para la liberación de hormonas como para la producción de múltiples reacciones bioquímicas que ocurren en nuestro interior o los ritmos de vigilia/sueño), es lo que conocemos como ritmos circadianos.
Siendo más concretos, el ritmo circadiano medio del ser humano es de 24 horas y 11 minutos (con un margen de error de un cuarto de hora). Curiosamente, Las mujeres poseen este ritmo biológico un poco más acortado que el de los hombres y también entre el sexo femenino encontramos un mayor porcentaje de personas que tienen un ritmo circadiano menor a 24 horas.
Cuando viajamos varios husos horarios, tanto al este como al oeste, el ciclo de luz-oscuridad y los horarios de nuestros hábitos diarios se trastocan. Cuanto mayor sea la diferencia horaria mayor será la probabilidad de que el temido jet lag aparezca y sea más grave. Normalmente, hace falta una diferencia horaria mínima de 2 horas para que pueda aparecer.
Además, también se sabe que los viajes hacia el este son peores para el reloj biológico que hacia al oeste. ¿La razón? No se tiene del todo clara, algunos científicos defienden que se debe a que supone poner patas arriba nuestro ritmo circadiano pues en lugar de transcurrir horas, desaparecen; otros plantean la hipótesis de que como el ritmo circadiano humano es ligeramente superior a las 24 horas, se adapta peor a días anormalmente más cortos.
Las probabilidades de que aparezca el temido jet lag también van a depender de varios factores individuales: Las personas mayores (especialmente por encima de los 50 años) y las personas normalmente madrugadoras son más susceptibles a este trastorno pues se adaptan peor al cambio de horario. Además, los que vuelan con frecuencia, lejos de acostumbrarse, son también más vulnerables al jet lag. No se sabe exactamente por qué, pero un tercio de las personas son muy vulnerables a los efectos del jet lag mientras que otro tercio apenas nota sus consecuencias.
Cómo combatir el jet lag
La mejor forma para prevenir el jet lag es ir aclimatándose al horario de nuestro punto de destino con días de antelación. Así, por ejemplo, si viajamos a Nueva York, tendremos que ir levantándonos y acostándonos progresivamente más tarde los días previos al viaje. Tendríamos que hacerlo al revés si fuéramos a Tokio, siendo más madrugadores y acostándonos más temprano.
El sol puede ser nuestro aliado a la hora de prevenir el jet lag. Si viajamos hacia el oeste tenemos que asegurarnos de que nos dé el sol tras la llegada durante la tarde y evitar la luz de la mañana (no saliendo a la calle o llevando gafas de sol). Al revés si viajamos hacia el este, tendremos que asegurarnos que nos dé bien el sol a la mañana tras salir del avión y evitar el de la tarde.
También es importante dormir bien antes de empezar el viaje y, una vez que ya haya llegado, fijar todos los horarios (comidas, cenas, sueños, etc...) al lugar en el que esté. Por mucho sueño que tenga a plena mañana o por muy pocas ganas de dormir que tenga a medianoche, es esencial seguir esa rutina desde el principio para evitar el jet lag. Por ello, es recomendable tomar café para mantenerse despierto a la mañana o tomar medicación para dormir durante la noche si fuera necesario (consulte antes al médico para plantearle esta posibilidad).
Durante el viaje es conveniente estar cómodo, hidratarse bien, no beber alcohol y no dormir si durante esas horas no es horario para dormir en nuestro punto de destino; si lo es, ¡enhorabuena!, intente echarse una siesta que le hará más llevadero el viaje al tiempo que le evitará el jet lag.
Si tenemos la desgracia de que el jet lag ya ha hecho acto de presencia el mejor tratamiento farmacológico es la melatonina (una hormona que liberamos durante la fase de oscuridad y que está implicada en la regulación de los ritmos circadianos) y que también resulta muy útil para prevenirlo. Como buen tratamiento farmacológico, es recomendable ir al médico para que valore el tratamiento (posee efectos adversos y está contraindicado cuando se padecen ciertas enfermedades o se está embarazada), aunque en Estados Unidos y otros países hay suplementos con esta hormona que se venden sin receta (peculiaridades de las distintas políticas sanitarias de los países).
Por: Esther Samper from elpais.com 16/08/2011
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