miércoles, 31 de agosto de 2011

Cómo pagar la mitad que tu vecino de asiento


Foto from elpais.com

Los martes y miércoles, volar cuesta menos. Y los precios suelen descender entre ocho y dos semanas antes de la salida en temporada baja. Algunas pistas del mundo de las tarifas reducidas para conseguir los vuelos más baratos.
La estrategia en busca del chollo pasa por reservar con mucha antelación si se quiere viajar en fechas calientes. Pero fuera de los periodos de más movimiento de viajeros como los fines de semana o en los días de salida y regreso de las vacaciones, la ecuación "a mayor anticipación en la reserva, precio más bajo" no siempre se cumple: un billete que costaba 20 euros puede triplicar su precio en unas pocas horas, mientras que otro que un mes antes del vuelo se conseguía por 60 euros baja incomprensiblemente de precio tres semanas antes del viaje.

Cómo funcionan las tarifas
El misterio se explica por la política de precios flexibles adoptada por muchas compañías, y en especial por las llamadas de bajo coste como
Ryanair. Con el tradicional sistema de precios fijos, el único antes de la llegada de las low cost, la rentabilidad de los vuelos se correspondía con el nivel de ocupación de los aviones. En el modelo de tarifas dinámicas se llenan los aviones jugando con el precio de los asientos, una variable en la que interviene tanto la distancia a la fecha de salida como la ley de la oferta y la demanda.
Empleando algoritmos (conjunto ordenado de operaciones que permite hallar la solución de un problema) que analizan todos los factores que influyen en comportamiento del mercado, las aerolíneas elaboran curvas de previsión para cada vuelo con las que luego fijan el precio de salida de sus asientos. Por ejemplo: 15 plazas a 10 euros (el gancho de la promoción), 20 a 30 euros, y así sucesivamente. Los últimos asientos, a un precio mucho más elevado, están destinados a aquellos pasajeros que se ven obligados a viajar en el último momento y están dispuestos (y pueden) a pagar cualquier suma por el billete.

Los precios de salida, el famoso “desde” se disparan cuando hay de por medio acontecimientos especiales, como un partido de final de Copa o una feria profesional, y suelen ser más caros en las rutas a los destinos más populares. También puede ocurrir que se produzca una distorsión en la curva de precios por un aumento inesperado y puntual de las reservas. Un grupo de escolares que viajan juntos en el mismo vuelo, por ejemplo. O por una brusca caída de la demanda. Entonces, el sistema informático de la compañía reajusta rápidamente los precios de aquellas plazas que aún no se han vendido al alza o a la baja para compensar.

Comprar o no comprar, he ahí el dilema
¿Cómo decidir cuándo es el momento óptimo para reservar?
Oren Etzioni, profesor de Informática en la Universidad de Washington y creador de motores de búsqueda como Webcrawler y Netboot, diseñó en 2003 un programa basado en algoritmos similares a los que emplean las aerolíneas para predecir el errático comportamiento de las tarifas aéreas y decidir el momento óptimo de compra. Lo bautizó, significativamente, Hamlet.
En 2008, Microsoft adquirió
Farecast, un metabuscador de tarifas aéreas que incorpora un algoritmo de predicción que le permite recomendar en qué momento comprar el billete, mediante un sistema de colores y flechas similar al de los semáforos: verde, adelante, es un chollo; rojo, no compres, busca otro precio; ámbar, no está mal, decide tú.
Metabuscadores como Kayak o el español Mirayvuela emplean sistemas parecidos.

Un seguimiento de la evolución de los precios de los billetes realizado en 2005 por la revista de viajes
Condé Nast Traveller concluía que:

1.- Los martes y miércoles son los días para los que se encuentran los precios más bajos.
2.- Que éstos suelen descender entre ocho y dos semanas antes del viaje en temporada baja.
3.- Que los vuelos matinales de sábados y lunes están entre los más demandados y son más caros que los que parten por la tarde, al revés de lo que ocurre los domingos.

Si juegas bien tus cartas, pagarás la mitad (o menos) que tu vecino de asiento.

Por  Isidoro Merino  from blogs.elpais.com  30/08/2011

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