sábado, 29 de octubre de 2011

Un blog "americano"


Foto from ueom.com

Una de las controversias más frecuentes relacionadas con Estados Unidos tiene que ver con el uso de la palabra americano para referirse a los ciudadanos de este país. Esa es la expresión que emplean los habitantes de Estados Unidos y también la que se utiliza con mayor frecuencia en el lenguaje común. Los americanos hablan de sí mismos como eso, como americanos. Y cuando dos españoles, polacos o argentinos conversan en privado sobre los americanos, les llaman así, americanos. "Americanos, os recibimos con alegría", decía la copla de Bienvenido Mr. Marshall. Pedimos un café americano cuando lo queremos al estilo del que se hace en EE UU y llamamos americana a la chaqueta que no hace juego con el pantalón, como vimos por primera vez en las películas americanas de los años cuarenta. Sin embargo, ese término está excluido del lenguaje oficial en muchos países, entre ellos España, y prohibido en varios medios de comunicación, entre ellos EL PAÍS. Quienes lo utilizan en el ámbito público son considerados automáticamente como proamericanos.
Pueden entenderse dos objeciones para el uso de la palabra americano, una de carácter lingüístico y otra de significado político. Es muy fácil descartar la primera. El diccionario de la Real Academia Española admite el uso de americano como sinónimo de estadounidense y define la primera palabra como "natural de América". No se le negará a los habitantes de Estados Unidos su pertenencia a América y, por tanto, su condición de americanos. Por supuesto, también son americanos los bolivianos, los chilenos y los guatemaltecos. Pero eso no impide que lo sean los americanos de Estados Unidos de América. Si se descarta la palabra americano porque puede confudir la totalidad con la parte, habría que descartar también la palabra estadounidense, que podría referirse a los Estados Unidos Mexicanos, o el término norteamericano, que le corresponde igualmente a la población de Canadá. Ya que tanto americano como norteamericano como estadounidense podrían llevar a confusión, siguiendo esa lógica, los habitantes de este país se quedarían sin gentilicio nacional. Serían solo californianos, tejanos o neoyorquinos.
Parece, pues, que la prevención sobre el uso de americano tiene que ver más con la política. Al prohibir esa palabra se trataría de contradecir la voluntad de los americanos de trasladar su imperio al lenguaje. Se llaman a sí mismo americanos, sospechan quienes se niegan a usar ese término, porque desprecian al resto de los habitantes del continente y se creen que éste les pertenece en exclusiva. Plantémosle cara, pues, en el lenguaje, ya que no podemos hacerlo en otros terrenos, sería la actitud consecuente con ese pensamiento.
Resistir a la pujanza de un país tan poderoso como Estados Unidos para proteger tradiciones culturales y lingüísticas seguramente es un buen empeño. Pero, desde mi punto de vista, no es la palabra americano el mejor lugar para hacerlo. He sido testigo de muchos casos en los que la prohibición de esa expresión ha dado lugar a resultados grotescos. En alguna ocasión se me cambió la mención a "la revolución americana" por el de "revolución estadounidense", tergiversando sin contemplaciones una historia que conocería el nacimiento de Estados Unidos bastantes años después de aquel episodio. Como afirma mi compañero en esta causa Josep Colomer, el títular de la cátedra Príncipe de Asturias de la Universidad de Georgetwon, llamarle estadounidense a los americanos es como llamarles reinounidenses a los británicos, republicafederalenses a los alemanes o comunidadautonomicenses a los catalanes.
Un poco de calma. Déjemosnos de estas batallas estériles. Todos sabemos de quién hablamos cuando hablamos de los americanos. Nadie puede sentirse ofendido. Si algún día se crean los Estados Unidos de Europa, sus habitantes serán llamados europeos, por mucho que Rusia, Ucrania o Bielorrusia, europeos también, no formen parte de esa entidad. En realidad, ya ocurre así en la práctica. La mayoría de los latinoamericanos que conozco no se sienten heridos por el hecho de que los ciudadanos de este país se llamen a sí mismos americanos. Es más, de esa manera es como les llaman ellos también. No estoy dentro de la cabeza de los americanos y no se con certeza si tienen un propósito político al usar esa palabra. Pero mi experiencia en este país me hace pensar que no, que la utilizan con la misma naturalidad con la que otros usan el término español. Más, si cabe. Si les dices que te ofenden, lo dejan de usar y basta. No es una cuestión de principios para ellos.
Un blog de este periódico se llama The American Way of Life porque todo el mundo identifica fácilmente lo que significa el estilo de vida americano, cosa muy diferente al estlo de vida estadounidense. Existe el sueño americano, no el sueño de Estados Unidos. Incluso quienes odian esa palabra, la usan para protestar por el imperialismo americano, no del imperialismo estadounidense, y aceptan el término afroamericano para referirse a los americanos de raza negra.
En la medida de lo posible, llamemos a las cosas por su nombre.

Por: Antonio Caño  from blogs.elpais.com    28 de octubre de 2011

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