miércoles, 26 de octubre de 2011

"El código sagrado del ser humano es mantenerse vivo y no hay otro"


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DIOS NO EXISTE, DICEN LAS NEUROCIENCIAS
La vieja confrontación entre religión y ciencia cobra nuevos bríos a partir de los descubrimientos que están realizando las neurociencias, la disciplina de moda. Según Francisco Mora, catedrático de Fisiología en la Universidad Complutense de Madrid y de Fisiología molecular y Biofísica de la Universidad de Iowa, lo que los nuevos hallazgos científicos están demostrando es que la realidad que percibimos es mucho más producto de una construcción que realizamos en nuestro cerebro que de algo exterior que cuente con propiedades sólidas y comprobables; cómo lo que llamamos verdad no es más que un conjunto de convenciones colectivamente acordadas y mantenidas, y cómo todo intento de encontrar fundamentos inmutables en nuestro mundo resulta vano.
Y si no hay nada ahí fuera que podamos llamar en sí mismo real, mucho menos la idea de dios, algo que “no existe en la realidad sensorial. Dios no está en lo que ves oyes, tocas y hueles, no es algo que puedan captar los miles de receptores sensoriales que tenemos en nuestro cuerpo”. Como cuenta en El dios de cada uno (Alianza Editorial) dios no está presente en nuestro cerebro, cuya única realidad es la que le dicta la propia supervivencia. “Nuestra mente tiene una ley grabada desde hace millones de años. El código sagrado del ser humano es mantenerse vivo, y no hay otro. Una vez muerto se acabó todo”.
Para Mora, la tarea de la supervivencia ha sido codificada en nuestro cerebro a través de dos mecanismos fundamentales, el placer y el dolor. Especialmente el primero, “un engaño tan fructífero que lo hemos conservado 500 millones de años, desde el mismo instante en que la naturaleza lo creó”. Es el invento más efectivo que hemos encontrado para mantener al sujeto vivo. “Es un engaño, pero funciona. Si te hacen falta proteínas, tu cerebro, que sabe que tienes que alimentarte, anticipa lo gustosa que te va a resultar la carne. Lo que hay detrás de todo ello no es lo bien que te lo vas a pasar, sino el mero hecho de cumplir las funciones esenciales para sobrevivir”.
Ideas contra la angustia
En ese contexto, sin embargo, también hay lugar para realizarse preguntas que van más allá del mero instinto de conservación. “Ya San Anselmo se hizo en el siglo XI la pregunta esencial acerca del significado de dios, inquiriéndose acerca por qué no se le puede ver si es tan grande y poderoso, y sobre qué hace que tengamos que morir”. Para Mora, como no tenemos una forma sensorial de responder a estas cuestiones, es decir, como no hay nada que podamos observar en lo que nos rodea que nos sirva para comprender la muerte, recurrimos a otra forma de realidad consensuada, como es la abstracción. Es decir, creamos ideas. “Del mismo modo que somos capaces de condensar los cientos de razas de caballos en nuestra cabeza, abstrayendo todos los matices, las formas, los colores y las profundidades hasta dar forma a un solo concepto, a través del cual definimos al caballo, también condensamos todas esas preguntas sobre nuestra existencia en una sola idea, la de dios”.
Dios existe, asegura Mora, pero sólo en cuanto concepto. Desde esa perspectiva, “un ser supremo es tan real como un caballo. Es una idea que ha creado mi cerebro con un objetivo, el de sobrevivir. Esa es la ley verdaderamente sagrada, no la que venden las religiones. De modo que si existe la idea de algo tan poderoso que hace que nos unamos y seamos fuertes juntos, si hay una entidad en la que podemos cobijarnos y a la que podemos rezar, la idea nos es útil y la usaremos”.
Para Mora, la religiosidad, que viene de religare, de unir, y que nada tiene que ver con la religión “y con lo que ésta nos vende”, no es más que “la conciencia de una emoción que te lleva a preguntarte qué hago aquí, qué es este camino que me lleva a un abismo definitivo e irreversible, qué es ser la nada para la muerte”. Sin embargo, ese sentimiento no encuentra instrumentos cerebrales para poder dar respuesta a las preguntas que el ser humano se plantea. “Es algo que podemos enunciar pero no contestar. Y a partir de ahí nacen las religiones, y toda clase de interpretaciones religiosas, inclusos la de los telepredicadores que dicen que hablan con Dios porque leen la Biblia, un libro escrito por los hombres en los tiempos bárbaros de la humanidad”.
Entramos en una nueva era
Precisamente porque estamos ante un sentimiento personal podemos referirnos, como hace en su libro, al dios de cada uno, es decir, a la forma en que cada cual encuentra las respuestas a las cuestiones esenciales de nuestra existencia. En ese sentido, dios es una creación muy útil siempre que sepamos que “como nos dicen la física, la evolución y la neurociencia, cuando mueres, mueres todo tú, también tus ideas. Pero eso no significa que no nos sirvan para construir una vía de huida a través de la cual escapar de la angustia”.
Según Mora, la cuestión principal de nuestros tiempos es la enunciada por George Steiner, para quien todas las culturas y todas las religiones son mortales. “El cristianismo va a morir, como le ha ocurrido al marxismo. Estamos entrando en una nueva era, la de la cultura postreligiosa, pero todavía no barruntamos qué es lo que va a venir. Sería extraordinario poder atisbar cuáles serán los cambios que van a producirse en los valores y en las normas que dirigirán nuestras conductas los próximos siglos”.
Lo que parece fuera de toda duda, en opinión de Mora, es que esta nueva era cultural que se avecina “abrirá un escenario en el que criticaremos a todas las religiones, grandes y pequeñas, siempre que haya alguien que salga a decir ‘dios me habla y esto es lo que hay que hacer’. La ciencia ya le dice a usted que eso no puede ser así, que la religión es un sentimiento y que nadie puede decir que lo que yo siento no es verdadero porque él tiene la interpretación correcta”.
Por Esteban Hernández   from elconfidencial.com  25/10/2011