sábado, 15 de octubre de 2011

¿Hasta cuándo durarán nuestros trabajos?

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Lo más llamativo del documental Page One, un año en el New York Times, es que los periodistas de uno de los medios más importantes del mundo parecen estar más preocupados por lo que les espera que por lo que hacen. Los hieráticos integrantes de su agitada redacción están más pendientes del futuro inmediato que del ahora, quizá porque no saben muy bien cómo orientarse en un escenario nuevo. La reconfiguración del modelo periodístico alrededor del soporte digital no sólo ha servido para crear incertidumbre en la profesión, sino que ha obligado a que cada periodista acoja nuevas funciones y escriba, edite y se comunique con sus lectores de otro modo.
Los periodistas del NYT, sin embargo, no son más que uno de los muchos casos de reactualización a que se están viendo obligados los profesionales contemporáneos, cuyos trabajos cada vez duran menos. Y no sólo porque se hayan acabado las carreras estables y los empleos de por vida, ni tampoco porque sea cada vez más frecuente que la gente cambie de oficio para no quedarse en el paro, sino porque dentro de un mismo trabajo vamos a tener que hacer cosas muy distintas. “Somos gente que baja en una canoa por aguas turbulentas. Tenemos que estar preparados para lo que surja”, asegura José Miguel Ucero, profesor en el master de Recursos humanos de ESIC.
Viajamos hacia un nuevo contexto en el que harán falta nuevas cualidades y en el que “lo natural será potenciar la intuición en detrimento de lo racional”. Ya no podemos dedicarnos a analizar desde el punto de vista lógico lo que nos acontece, ya que carecemos de los datos y del tiempo necesarios, sino que, “al igual que el piragüista cuando baja un río, estamos obligados a guiarnos por lo intuitivo”.
La empresa cada vez invierte menos
En ese recorrido, asegura Edgardo Spivak, director de Executive Education de Nebrija Business School, nos vemos empujados por una doble tendencia. Por una parte, “la empresa cada vez invierte menos en sus trabajadores”, lo que obliga a potenciar la flexibilidad, a extender el número y la amplitud de las tareas que realiza cada empleado, y a contratar gente que tenga una mentalidad más global y más estratégica. En otro sentido, porque el cliente se ha convertido en el centro de la empresa, lo que nos obliga a cambiar a medida que se transforman sus necesidades”. En tanto el polo de referencia muda rápido de prioridades, los profesionales están obligados a innovar continuamente, hasta el punto que “los trabajos que hoy son más demandados ni siquiera existían ayer”. Es lo que está ocurriendo con el community manager, una figura que demuestra cómo el entorno comunicativo ha variado por completo. “Antes, para llegar a tus clientes, planificabas una campaña de anuncios televisivos, mientras que ahora todo pasa por establecer el diálogo a través de las redes digitales. Por eso es necesario que tengamos cierta flexibilidad. Si un técnico no está orientado hacia el cliente o carece de vocación de servicio hacia la empresa siempre fracasará”.
Esta reinvención continua no se da sin resistencias, ya que, asegura Ucero, nos gusta aferramos a lo conocido, “Como señalaba Maquiavelo, no hay nada más difícil que saber cómo llevar el cambio. Cuando llega un nuevo orden, siempre se va a encontrar con detractores, en general aquellos que están en el poder y que piensan que saldrán perjudicados con las transformaciones". Además, también aparecerán enemigos entre aquellos que no ven la incertidumbre con buenos ojos. “Casi nadie está dispuesto a cambiar si no es empujado de alguna manera, ya sea por la ley, por las circunstancias o por las nuevas generaciones”.
Entre las barreras principales que va a encontrar esta orientación hacia el cliente, asegura Ucero, están las personales (“el miedo al ridículo o las dificultades para traducir las ideas en acciones”) y las culturales, como los impedimentos que se ponen para desarrollar nuevas ideas, ya sea porque el cambio se ve como negativo en sí mismo, ya porque no se fomente que las personas se reinventen. “Hay que dejar que afloren las ideas de la gente y no tener miedo al fracaso”.

Por Esteban Hernández   from elconfidencial.com    14/10/2011

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