Lo que en un inicio revolucionó los espacios de trabajo con el co-working, ahora se extiende al mercado de la vivienda con el Co-living. Un fenómeno que tiene sus orígenes en Silicon Valley, cuando la escasez de viviendas coincidió con la llegada de un gran número de jóvenes profesionales con ganas de sociabilizarse. A través de esta nueva fórmula, los millenials no solo vivían en el espacio, sino que además aprovechaban al máximo sus experiencias con el resto de habitantes de la casa.
«Work, live and enjoy», trabajo, vida y diversión, bajo estas tres premisas se mueve el Co-living. El nuevo fenómeno habitacional donde los inquilinos no solamente comparten vivienda, sino que además tienen trabajos afines y coinciden en estilo de vida. Un nuevo modelo de vida que empieza a implantarse tímidamente en nuestro país y que supone para muchos inversores un producto mucho más rentable que otras modalidades de residencia. Pero ¿hasta qué punto estamos preparados para este nuevo modelo de vida?

A grandes gastos, grandes arreglos

Lo que está claro es que los millenials, los jóvenes nacidos entre los años 80 y 90, son los nuevos usuarios del mercado inmobiliario y el sector, como no, lo vigila con lupa. Y es que según estudios realizados a este target que representa el 24% de la población, los jóvenes que se introducen en el mercado laboral prefiere alquilar que comprar.
En verdad, no es que no quieran comprar. Es que son realistas y ven que no lo tienen nada fácil. La inestabilidad laboral, la falta de ahorros, los altor precios y las ganas de ver mundo no son unos grandes aliados a la hora de plantearse comprar una primera vivienda. Bajo estas premisas el co-living responde más a una necesidad que a una tendencia. Y es que ofrece una alternativa mucho más asequible y flexible. Pero no solo eso, porque gracias a este modelo colaborativo, los integrantes pueden disfrutar de una forma de vida pensada y construida para compartir experiencias.

Compartiendo estilos de vida

En realidad, el co-living es una adaptación del co-working dentro del mercado de la vivienda. Una evolución mejorada del boom que está viviendo el sector de alojamiento de estudiantes en toda Europa. Y es que, visto lo visto, para muchos jóvenes tener una propiedad ya no es su objetivo. Su prioridad es aprovechar la vida y sus experiencias y, en contacto con otras personas con las mismas inquietudes, éstas se multiplican. De esta manera, no solo se proporciona un hogar, sino que también un impulso para hacer realidad los proyectos personales.
Es por eso que el modelo co-living está diseñado para que las personas interactuen con los demás. Mientras las habitaciones de los inquilinos son individuales, el resto de la casa dispone de amplias y cómodas áreas colaborativas. Cocina, comedor, sala de juego, biblioteca, gimnasio… Espacios comunes que invitan a compartir tanto momentos de trabajo, como de ocio, como de relax. Y es que las mejores ideas siempre salen en las ocasiones menos pensadas. Mientras cocinas, mientras haces la colada, mientras divagas…

Una nueva fórmula de inversión

Desde un punto de vista económico, a primera vista el co-living puede parecer más caroEl precio mensual que un inquilino paga en este modelo de alquiler es algo superior a lo que pagaría por una habitación tradicional. Sin embargo, una vez dentro tienes mucho más que si solo compartieses piso. El co-living no solo garantiza acceso a muchos servicios como pueden ser sala de reuniones, biblioteca e incluso gimnasio, sino que además permite interrelacionarse con personas con las mismas inquietudes.
Visto lo visto, desde un punto de vista inmobiliario, el sector no ve nada mal este tipo de inversión. Y es que, comparado con el arrendamiento residencial tradicional, la rentabilidad en este tipo de proyectos es mayor. Aquí lo que prima son los servicios extras que se facturan. Algo que está llevando a promotores e inversores a plantearse el co-living como el nuevo modelo de inversión inmobiliaria que solucionará los actuales problemas de la vivienda.
Mientras que, en países como EEUU, Alemania o Tokia el co-living está al orden del día, en España la expansión parece más lenta. Las  primeras experiencias las encontramos en las zonas costeras de Canarias, Andalucía, Barcelona, Alicante y Baleares. Sin embargo, estos co-living tienen un enfoque más turístico donde los nómadas digitales van en búsqueda de playa, surf y montaña.
Lo cierto es que si hasta ahora el co-living solo se ha llevado al público extranjero es porque el inversor ha sido consciente de que el público español no estaba dispuesto a pagar un precio superior. Sin embargo, lo que es un realidad es que, cada vez más, el nuevo usuario de vivienda sube con hambre de servicios y, por ello, está dispuesto a pagarlos.
Los proyectos más urbanitas son ahora cuando están empezando a consolidarse. Ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia o Palma de Mallorca, en las que el problema de la vivienda es una realidad, se convierten en idóneas para implantar este tipo de servicio inmobiliario. Actualmente, hay varios proyectos abiertos o en desarrollo.

Versión tercera edad

Aunque el co-living se presenta como un fenómeno exclusivo de los jóvenes emprendedores, no son los únicos que se pueden subir a este tren. Muchos son lo que plantean esta opción como una solución para la tercera edad. Y es que “los niños de la posguerra” sufren los mismos problemas que los millenials a la hora de buscar vivienda. Los precios residenciales en las áreas metropolitanas resultan prohibitivos y se encuentran obligados a alejarse del centro. Así pues, el co-living no solamente les ofrece una solución más económica sino más agradable. Y es que, compartir servicios es más barato y, sobre todo, compartir batallitas es siempre mucho más grato.