Así será la ciudad del futuro a ojos de Ikea. (Imagen facilitada por la compañía)
El rey de los muebles apuesta por compartirlo todo con nuestros vecinos. Estas son sus ideas para evitar que las ciudades sean cada vez más insostenibles, desiguales y deshumanizadas
¿Se imagina a una señora jubilada conviviendo con una madre soltera bajo el mismo techo? ¿O a un viudo de 85 años con un joven que acaba de encontrar su primer trabajo? 'Sharing is urgent', o dicho de otro modo, compartir no es una moda, debe ir más allá de los pisos de estudiantes y puede servir para resolver algunos de los mayores desafíos a los que nos enfrentamos. En 2050, el 70% de la población mundial vivirá en zonas urbanas frente al 50% actual, un aumento potenciado sobre todo por países como China, India o Nigeria.
“Tenemos que repensar cómo vivimos para evitar que las ciudades sean cada vez más insostenibles, inasequibles y desiguales para las personas que viven en ellas”, plantea el responsable de surtido y suministro de Ikea Suecia, Peter Van Der Poel. La falta de pisos a un precio asequible y la utopía de tener una vivienda en propiedad obligan a hacer un mejor uso del espacio disponible y a compartir los costes de la vida en zonas urbanas.
A eso se suma la epidemia de la soledad, sobre todo entre personas mayores que viven en un entorno individualista y deshumanizado. “Estamos más conectados que nunca pero, al mismo tiempo, nos sentimos más solos”, añade Evamaría Rönnegard, responsable de desarrollo. De ahí nace Sharing Living Communities, un proyecto que surgió en el laboratorio de innovación Space 10, financiado al 100% por Ikea y situado en Copenhague (Dinamarca).
Ikea propone un modelo de 'suscripción' de servicios compartidos (guardería, agricultura urbana, comedores comunitarios, seguros colectivos, gimnasio o transporte), tanto para ahorrar costes como para generar un sentimiento de pertenencia entre los vecinos. “La interacción social de una comunidad puede ayudar a las personas que se sienten solas. Debemos planificar una urbanización desde una perspectiva social y no arquitectónica, hay que abrir ese melón”, apunta la diseñadora Jaimiee Williams en el marco de los Democratic Design Days, un evento organizado por Ikea en su ciudad de origen (Älmhult, Suecia).
La ciudad del futuro
Los ideólogos del proyecto admiten que todavía no han encontrado una aplicación práctica en la que Ikea pueda poner su sello. No ocurre lo mismo con los muebles robotizados para abordar los problemas de espacio en las casas, una iniciativa de la empresa tecnológica Ori (del japonés, plegar) que despertó la curiosidad de la compañía sueca hace dos años. Su fundador y CEO, el vasco Hasier Larrea, propone transformar espacios reducidos en habitaciones inteligentes, de modo que un despacho se convierta en cocina o una pared nos conceda un poco de intimidad frente al vecino en un abrir y cerrar de ojos.
Nos guste o no, los apartamentos de las ciudades son cada vez más pequeños. La urbanización masiva —1,5 millones de personas se mudan a zonas urbanas cada semana en el mundo—, la falta de espacio disponible y los precios disparados obligan a mucha gente a vivir en auténticas ratoneras, una realidad que “está ahí y no estamos impulsando nosotros”, matiza Larrea en una entrevista con este periódico.
“Nos limitamos a buscar soluciones asequibles a problemas que ya existen. Y la tecnología no tiene por qué encarecer el alquiler, porque lo que pagas es el precio por metro cuadrado”. Este ingeniero de 31 años ha firmado una alianza con Ikea para estrenar en 2020 un piloto de sus muebles robotizados en Japón y Hong Kong, dos de los mercados con mayor demanda de todo el planeta. La compañía sueca ha visitado a familias asiáticas que vivían en 'apartamentos mosquito' (12 metros cuadrados) para adaptar la tecnología a espacios reducidos.
¿Cuándo llegará a España? “Es una decisión que depende de Ikea. Pero el Hong Kong de hoy es el Barcelona del mañana”, zanja Larrea. La pared robotizada no solo sirve para separarnos del vecino (con el que compartimos piso) sino para alquilar un espacio de nuestra casa a través de plataformas de apartamentos turísticos como Airbnb, sugiere Mikael Ydholm, especialista de innovación en Ikea Suecia. Pero las trabas regulatorias a las que se enfrenta ese tipo de negocios hacen que no esté el horno para bollos en ese sentido en ciudades españolas como Madrid.
AUTOR
MARINA VALERO. ÄLMHULT (SUECIA) 06/06/2019
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