Shen Man (22 años), una de la grandes estrellas del negocio de las retransmisiones en directo por internet en China (desire.film)
Los ‘wang hong’, jóvenes que viven de las retransmisiones a través de plataformas de streaming, pueden hacerse millonarios, pero la competencia es feroz
Recién maquillada, con las lentillas de colores y pestañas postizas ya en su sitio, Shen Man toma asiento frente a la cámara web para iniciar a una nueva jornada de trabajo desde casa. Tras saludar y repartir unas cuantas sonrisas, la joven comienza a entonar una popular canción de pop china. Por todo el país, miles de usuarios asisten a su interpretación en las pantallas de sus portátiles o móviles. En tiempo real, algunos escriben comentarios elogiando su voz o su estilo. También hay quien le insulta o le pide que se quite la ropa. Y sus fans más entregados se rascan los bolsillos -desde unos pocos yuanes a unos miles- para comprarle regalos virtuales como flores, caramelos o anillos que luego ella podrá canjear por dinero fresco.
La escena descrita forma parte de la película People’s Republic of Desire , un documental de 2018 que explora la revolución que viven las retransmisiones en directo por internet en China. El filme se centra en dos de las figuras más conocidas -y adineradas- de este mundillo, Shen Man, una antigua enfermera que dice poder ganar hasta 40.000 dólares al mes, y Big Li, un estridente joven con una legión de seguidores a los que encandila con sus monólogos humorísticos.
Los youtubers chinos
Los ‘wang hong’: jóvenes que viven de exhibir su intimidad
Pero su caso no es único. Ellos dos forman parte de la legión de wang hong , como así se conoce a esta especie de youtubers chinos, que prosperan en una industria que a priori aparenta ser de lo más democrática. No en vano, cualquiera con un ordenador y una webcam, independientemente de su género, edad o clase social, puede retransmitirse unas horas al día haciendo lo que le plazca: los hay que cantan o cuentan chistes, amantes de la comida que aparecen cocinando, niños que hacen sus deberes en directo, magos que practican sus últimos trucos, jóvenes jugando a videojuegos o deportistas entrenando para la próxima competición. Menos el sentido del ridículo, todo cabe en un lucrativo sector que según el Gobierno chino generó 4.700 millones de dólares de beneficios en 2017 y que el portal Statista cree que podría alcanzar los 16.700 millones en 2020.
La gran mayoría de ellos llega a las pantallas de los internautas a través de alguna de las más de 200 plataformas que han florecido en el gigante asiático con sus servicios de retransmisión en vivo, unos canales que suelen llevarse un porcentaje de lo que ingresan los llamados “anfitriones” a través de sus canales. Son firmas como Huajiao, YY, Inke o Douyu, que cuentan con decenas de millones de usuarios -registrados y activos-, cotizan en bolsa y generan ganancias millonarias. A su sombra también han prosperado agencias dedicadas a fabricar estrellas del ciberespacio, especializadas en crear una imagen y unos trucos que luego les sirvan en los servicios de retransmisión en directo o las plataformas de comercio electrónico.
Un negocio en auge
Regalos virtuales que se cambian por dinero real
Xuchen Li es otro de estos wang hong que está logrando hacer carrera. Hace unos años, este ex analista de Ernst&Young dejó su trabajo para convertirse en un “anfitrión” de la plataforma Inke a tiempo completo. Todos los días, se conecta un par de horas para cantarles a sus más de 600.000 seguidores y debatir con ellos sobre las noticias de actualidad, una actividad que ya le ha reportado 624.000 dólares.
“Los usuarios suelen desarrollar un cierto tipo de vínculo después de ver tus retransmisiones durante un tiempo. Cuando es mi cumpleaños, durante una fecha festiva o incluso cuando mis seguidores están contentos, puedo recibir regalos virtuales de hasta 10.000 yuanes (2.080 dólares) cada uno”, contó al medio australiano ABC este treintañero.
Pero no solo de regalos virtuales viven los wang hong. Con la explosión de la industria y sus posibilidades de llegar a un público joven que no hace uso de los canales tradicionales, las marcas también han entrado al trapo. De esta forma, muchos de ellos se llevan buenos pellizcos en comisiones por las ventas de productosque promocionan en sus retransmisiones -en las que responden en vivo a cualquier pregunta que les hagan los espectadores/posibles clientes- o por el pago de publicidad de las marcas que los emplean.
Uno de los más conocidos es Li Jiaqi, de 27 años, capaz de vender en una ocasión hasta 15.000 pintalabios en un cuarto de hora. “Los pintalabios que muestra normalmente se agotan en todas las plataformas de comercio en línea a los pocos minutos de haber terminado su emisión”, aseguran desde el portal Sampi, especializado en mercadotecnia en China.
La cara oscura del éxito
Se puede ganar dinero, pero la competencia es feroz
Sin embargo, también hay quien subraya que no es oro todo lo que reluce. En primer lugar, con tanta oferta en juego, la competencia entre los wang hong por hacerse con un hueco en el mercado esferoz. Además de tener que meter muchas horas, esto provoca que algunos traten de ir un paso más allá que el resto para destacar, algo que ha generado accidentes como el que le costó la vida al rooftooper Wu Yongjing, que murió en 2017 tras caer de lo alto de un rascacielos de Changsha mientras grababa un vídeo por el que pensaba cobrar unos 12.000 euros.
También es muy común, sobre todo entre las mujeres, hacerse retoques de cirugía estética con el fin de resultar más atractivas al público masculino. Shen Man, la co protagonista del filme, reconoce en un momento del mismo haberse sometido a varias operaciones -párpados, nariz, mentón- para competir con otras “anfitrionas” más jóvenes (ella tiene 22 años). En otro momento deja ver que algunos de los seguidores que más dinero se han gastado en hacerle regalos virtuales a veces le llaman para pedirle favores sexuales.
Y como en otras industrias en auge, al final no son tantos los que se hacen ricos. “Hay artículos de prensa que dicen que los wang hong pueden ganar enormes sumas, hasta 200.000 dólares al mes o más’”, asegura la experta en la materia y ex “anfitriona”, Lauren Hallanan, en Forbes. “Sí, es posible, pero quizás sólo un 0,1% de todos lo consiga. La media de un “anfitrión” con éxito puede andar entre los 5.000 y 10.000 dólares al mes, mientras que el resto de miles, o millones de personas que retransmiten en vivo en China, ganan menos de 1.000 dólares al mes”.
Aún así, las ganas por ser uno de esos pocos triunfadores que alcanzan la cima lleva cada día a millones de ellos a conectarse para tratar de captar la atención de sus seguidores y, de paso, engrosar su cuenta bancaria, por lo menos durante una época. “Tanto yo como muchos de los huéspedes que conocí sabíamos que nuestras carreras en este sector eran temporales y que no íbamos a hacer esto toda nuestra vida. Solo tratamos de aprovechar al máximo el tirónmientras duró, sabiendo que con el tiempo llegarían caras nuevas”. Ley de vida.
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