jueves, 15 de diciembre de 2022

Si un robot no te quitó el trabajo, ¿lo hará una inteligencia artificial?



  • España es uno de los países de la OCDE con más empleos en riesgo de automatización
  • herramienas como Chat GPT revelan el alcance potencial de una inteligencia artificial
  • la digitalización puede acelerar la polarización del empleo



¿Pueden las máquinas provocar una masiva destrucción de empleo? El debate es tan antiguo como la propia revolución industrial, aunque las posiciones más optimistas han tomado la ventaja. Sin embargo, el panorama puede complicarse incluso para ellos con la irrupción de nuevas tecnologías capaces de realizar tareas que, hasta ahora, era consideradas 'a prueba de robots'.

Muchos expertos advierten de que el desarrollo de la inteligencia artificial está en una fase demasiado rudimentaria como para ser denominado propiamente como tal. Aun así, los resultados que ya alcanzan las heramientas que combinan machine learning, Big Data e hiperconectividad ya son más que sorprendentes (y preocupantes), para el gran público.

En el ámbito laboral la cuestión se bifurca en dos frentes. Por un lado, el uso cada vez mayor de algoritmos para la toma de decisiones que pueden ir desde la contratación a la organización del trabajo y la valoración de desempeños. Su uso está tan generalizado que modelos de negocio como el de la gig economy y las plataformas digitales se basan enteramente en ellos y han obligado a una complicada revisión del marco de relaciones laborales.

Por el otro, hablamos de automatización: que esas herramientas no sirvan ya solo para decidir sobre el trabajo humano, sino que lo sustituyan. En este sentido, se aplica una regla muy simple: "toda aquella tarea lo suficientemente simple y repetitiva como para que la desempeñe una máquina, acabará siendo realizada por una máquina".

La cuestión es qué se entiende por "tarea suficientemente simple y repetitiva". Para la mayoría de economistas, expertos en mercado laboral, autores y, cómo no, periodistas, se trataba de trabajos manuales que requerían fuerza física: los trabajos intelectuales y que requieren mayores "habilidades cognitivas", los que integran la denominada economía del conocimiento y que son los mismos que estos profesionales desempeñan, están a salvo.

La evolución de la robótica no solo industrial, sino también de servicios, parece darles la razón. La llegada de vehículos autónomos (con el impacto que promete en la logística) parece a la vuelta de la esquina. Y aunque no es previsible que nuestra generación tenga mayordomos androides en sus casas, ya cuenta con aspiradoras autónomas y electrodomésticos conectados a internet.

Eso sí, aunque estos robots sean cada vez más inteligentes y autónomos, su función se asocia a la realización de tareas, ante todo, físicas para las que han sido diseñadas específicamente.

Sin embargo, esta transformación de los trabajos manuales no se ha traducido en una destrucción masiva de empleo, ni siquiera durante la pandemia.

La España automatizada

La OCDE estima que el 14% de los empleos está en riesgo de desaparecer por la automatización. En su lista, los que corren más riesgo son los camareros, seguidos por la agricultura, los conductores, los mineros o los operarios.

España, por cierto, se sitúa en las posiciones de cabeza de la OCDE con un 23,7% de empleos en riesgo directo (y un 35,3% obligados a transformarse), solo superado por Eslovaquia, Eslovenia y Grecia.

La sorpresa viene cuando se observa que, pese a los avances tecnológicos, entre 2012 y 2019 el empleo ha aumentado en esos sectores. De hecho, los dos países con mayor proporción de empleos en riesgo Eslovaquia y Eslovenia han mejorado su productividad (aunque este no es el caso de España) y aquellos que más han invertido en robotización han aumentado su empleo.

Eso sí, esta evolución se vio afectada por un contexto de recuperación del empleo tras la crisis financiera: el análisis demuestra que las profesiones en mayor riesgo de automatización crearon menos empleo que el resto y lo hicieron con puestos de peor calidad. Influye también que son trabajos que realizan profesionales con menor cualificación.

¿Cómo cambian las nuevas herramientas de 'inteligencia artificial' este escenario? Sencillamente ampliando el rango de lo que se consideran "tareas suficientemente simples y repetitivas" para abarcar a profesiones que no se veían amenazadas.

Los ejemplos recurrentes y más evidentes para el gran público son los ilustradores amenazados por los softwares de generación de imágenes, o los redactores que ven como un programa puede escribir un artículo o una crónica legible y perfectamente adaptada para SEO en cuestión de segundos.

Pero hay muchos más en otros sectores, desde la programación a la gestión de recursos humanos en los que la irrupción de esta tecnología empieza a reemplazar tareas humanas. Cabe preguntarse hasta qué punto estas tenían "carácter cognitivo", pero el hecho es que afecta a trabajadores más cualificados que un camarero.

Aunque hay que tener en cuenta que en muchos casos no hablamos de IA propiamente dicha, sino de algoritmos que combinan uso de datos y 'machine learning'. Su funcionamiento podría describirse casi como el de 'robots' digitales. Eso sí, mucho más baratos que cualquier robot físico que se quiera poner a servir en un bar. 

En este caso, el temor que despierta un avance en este camino hacia la verdadera IA no es solo la pérdida de puestos de trabajo, sino la polarización laboral: es decir, que la clase media de trabajadores desaparezca mientras solo suben los que se ubican en las franjas baja y alta de las bandas salariales. Un fenómeno estudiado en España por la investigadora de la UCM Raquel Sebastián y que ya se producía antes de la actual etapa de digitalización.

¿Hasta qué punto podría agravarse esta tendencia por la inteligencia artificial? En las últimas semanas, la herramienta Chat GPT ha llenado miles de titulares por su sorprendentes versatilidad y eficacia. No solo es capaz de mantener conversaciones, también puede redactar todo tipo de textos, incluso poemas o guiones sobre cualquier tema y mucho mejor que los algoritmos usados hasta ahora.

Pero capacidades más llamativas son las de redactar escribir un contrato o escribir un código de programación. Esto último no significa que pueda "autoprogramarse" a sí misma, pero sí puede reemplazar mucho de la tarea de un programador.

"Tareas cognitivas repetitivas"

En cualquier caso, Chat GPT es un ejemplo claro de que las inteligencias artificiales son Tecnologías de Propósito General (acrónimo de 'General Purpose Technology'). Esto la diferencia del concepto clásico de robótica (ya que cada robot se diseña y construye para una tarea específica) y la equipara, según la OCDE, al motor de vapor o Internet. Y recordemos que Google lleva décadas trabajando en este ámbito y aún no conocemos todo el potencial de sus patentes.

Esto dispara exponencialmente su impacto en el empleo. En este contexto, la OCDE empieza a hablar de "tareas cognitivas rutinarias" que pueden ser sustituidas por estas inteligencias artificiales, aunque no ha revisado sus cálculos de empleos en riesgo de automatización para adaptarse a esta nueva realidad.

En buena parte porque la tecnología aún no es plenamente operativa. Pero también porque la organización considera que, como ocurrió con la anterior fase de la automatización, el empleo no tiene por qué verse afectado siempre que los profesionales se preparen para trabajar con esta tecnología.

Pero para ello, evidentemente, la clave no es solo que empresas y plantillas puedan adaptarse, sino que el modelo productivo del país lo haga. En el caso de España, muy vulnerable a la automatización clásica y con una alta polarización del empleo, se añade una presión adicional para que este progreso no se traduzca en un retroceso para el empleo de millones de personas.