martes, 30 de mayo de 2023

La soledad puede ser tan agotadora como estar sin comer



El estudio se realizó tanto en laboratorio como con voluntarios durante el confinamiento por la pandemia de covid-19. (Pexels)



Somos animales sociales, de ahí que necesitemos la compañía de otros casi como el oxígeno. Ahora, un estudio arroja luz sobre las consecuencias del aislamiento no deseado




¿Qué es la soledad? Se trata de un estado emocional complejo y subjetivo que puede definirse como la experiencia angustiosa que surge cuando un individuo percibe una discrepancia entre sus relaciones sociales deseadas y las reales. Soledad no es lo mismo que estar solo, ya que es posible sentirse solo en medio de una multitud, ya que es principalmente un sentimiento subjetivo de aislamiento o desconexión en lugar de un estado físico.

Ha sido un campo ampliamente estudiado en los campos de la psicología, la neurociencia y las ciencias sociales, y las conclusiones de las investigaciones realizadas sugieren que la soledad está influenciada por una combinación de factores genéticos, neurobiológicos, cognitivos y ambientales.

Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de Viena (Austria) y la Universidad de Cambridge, en Reino Unido, ha concluido que las personas que están aisladas socialmente presentan una baja energía, un nivel más alto de cansancio, probablemente por la falta de contacto social, que es inherentemente una necesidad humana básica. En resumen, la falta de contacto social nos drena literalmente la energía del cuerpo.


Cansados de estar solos

El hallazgo clave es que la falta de contacto social “induce una respuesta de deseo en nuestros cerebros comparable al hambre, lo que nos motiva a reconectarnos”, apuntan los investigadores en su estudio publicado en la revista Psychological Science.

Así, de la misma forma que hay procesos en nuestro cerebro y hormonas que nos indican que necesitamos comer (como el famoso rugido del estómago), también hay otros que nos hacen saber que llevamos solos demasiado tiempo y que necesitamos buscar la compañía de otras personas. Es una hipótesis que se conoce con el nombre de “homeostasis social”.


placeholderEl estudio encontró que las personas que experimentaron aislamiento social durante ocho horas informaron niveles más altos de cansancio. (Pexels)
El estudio encontró que las personas que experimentaron aislamiento social durante ocho horas informaron niveles más altos de cansancio. (Pexels)

Homeostasis social

Este término se deriva del concepto biológico de homeostasis, que se refiere al mantenimiento de un equilibrio interno en un organismo. En el contexto social, la homeostasis hace referencia a la capacidad de un grupo de mantener un estado de equilibrio y armonía en las relaciones y dinámicas sociales. Implica un equilibrio entre la cooperación, la reciprocidad, la comunicación efectiva y la resolución constructiva de conflictos. Esto nos hace tener un sentimiento de pertenencia, seguridad psicológica y bienestar colectivo.

Tanto las pruebas de laboratorio como el experimento de campo llevado a cabo con 87 participantes mientras duraron los confinamientos de la pandemia de covid-19 (entre abril y mayo de 2020), y a los que se les preguntó acerca del estrés, el estado de ánimo y sobre la fatiga, mostraron que las personas que viven solas o que disfrutan particularmente de las interacciones sociales son las más propensas a verse afectadas por la falta de compañía y que apenas ocho horas de soledad pueden agotar nuestra energía y aumentar nuestro cansancio como si pasáramos ocho horas sin comer (en ciertas personas, por supuesto).


"Los hallazgos sugieren que la baja energía puede ser una respuesta humana básica a la falta de comunicación social"


"En el estudio de laboratorio, encontramos sorprendentes similitudes entre el aislamiento social y la privación de alimentos", expusieron los psicólogos Ana Stijovic y Paul Forbes, de la Universidad de Viena. "Ambos estados indujeron una disminución de la energía y un aumento de la fatiga, lo cual es sorprendente dado que la privación de alimentos literalmente nos hace perder energía, mientras que el aislamiento social no lo haría".

Según los autores, si bien conocemos que la soledad a largo plazo y la fatiga están relacionadas, no se sabe tanto acerca de los mecanismos que subyacen a este crucial vínculo. Los próximos estudios deberían intentar identificar a todas aquellas personas que corren mayor riesgo de sufrir los efectos del aislamiento. También sabemos que pasar tiempo a solas puede ser beneficioso para ciertas personas en términos de su bienestar, de ahí que también sea necesario incluir estudios con muestras más grandes y más diversas para examinar más a fondo todas estas asociaciones.




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