miércoles, 13 de diciembre de 2023

La 'década perdida' se cierne sobre China y Pekín afronta el momento decisivo para evitarla

 



  • "Hay circunstancias más favorables en comparación con Japón"
  • Pero todos coinciden en que el estancamiento se notará años



Un gigante asiático va a comerse el mundo e incluso amenaza la supremacía económica de EEUU. Sin embargo, tras un 'milagro económico' la burbuja inmobiliaria implosionó y, con los bancos golpeados por este evento, los créditos se redujeron, su crecimiento se estancó y comenzó una senda de inflación casi inexistente o incluso, por momentos, deflacionaria. Esto fue lo que pasó con Japón en 1991, una situación que llevó a la conocida como "década pérdida" , un periodo de estancamiento económico que ahogó al país hasta el 2001, pero cuyas implicaciones se siguen sintiendo hasta día de hoy.

Los analistas y los mercados no han dejado de señalar que este es un escenario prácticamente idéntico al que se ha encontrado China. La potencia asiática ha visto dispararse su economía en las últimas décadas y, cuando todo el mundo esperaba un despertar poscovid vigoroso, su economía se ha estancado después de una potente crisis del ladrillo que ha puesto en jaque a todo su sector bancario. Los paralelismos han escalado también con los problemas deflacionarios de su vecino. No es solo que el país llegará a entrar en deflación en julio, con una caída del IPC del 0,3% sino que los temores han vuelto a desatarse después de los datos de noviembre, que muestran una contracción del 0,5%, por segundo mes consectuvo tras una del 0,2% en octubre.

Todos coinciden en que existe un riesgo de que la historia se repita, pero que Pekín tiene las herramientas para evitarlo. En cualquier caso, creen que es ahora y en los próximos meses cuando se resolverá si China se salva o no de esta década perdida. KimEng Tan, analista de S&P Global para Asia y Pacífico explica que "China no está ni cerca de esta situación porque el sistema bancario no está en tan mala posición como la que tenían sus pares nipones". Sin embargo, el experto señala que todo depende de los pasos que China de a partir de ahora. En caso de dar una respuesta a la crisis similar a la de Japón, sí que podría entrar en una espiral parecida: un lento camino de bajo crecimiento e inflación.

Mientras la deflación amenaza al país, el FMI espera que China logre un crecimiento económico del 5,4% y se relaje al 4,6% para 2024. Este crecimiento, aunque parece notable, ha supuesto una importante decepción, pues los analistas esperaban un efecto rebote. De hecho, no cumplirían el objetivo oficial del 5,5% para este año ni el siguiente y, de hecho, se esperaba que como mínimo tocase cifras de 2021, cuando, incluso con el covid, logró un 6,3%.

"Nada más ocurrir Japón se lanzó a invertir en infraestructura, teniendo ya una moderna y completa", explican desde S&P Global. En ese sentido "gastar mucho más no mejoró el potencial del país y solo llevó la deuda del país a ser una de las mayores del mundo". Fue a partir de entonces cuando Japón, cuya deuda solo correspondía a un 53% de su PIB, comenzó a endeudarse para financiar su expansión económica . En el último trimestre, el país acabó con un pasivo del 220%. China, de este modo, se encuentra en el mismo punto de partida,con un 77% de deuda sobre su PIB.

Sin embargo, los expertos señalan que tanto la magnitud de sus crisis de vivienda como la situación de su banca es diferente. Los analistas de Generali Investments, Vladimir Oleinikov y Christoph Siepmann, explican que mientras que las cifras siguen un patrón, pero la magnitud no es la misma. En Japón los datos BIS (precios de la vivienda nominales) se dispararon un 154% en los 15 años previos al estallido de su burbuja en China 'solo' ha sucedido lo propio un 54%. Sin embargo, su importancia es capital, representando como mínimo un 19% debido a este gran peso en su economía "el impacto directo de una crisis inmobiliaria se sentiría más en China", explican los expertos de Goldman Sachs.

Sin embargo, la firma norteamericana señala que a diferencia del caso japonés "hay circunstancias más favorables". En primer lugar que en Japón la caída se vio acrecentada por" un colapso en el mercado de las acciones que golpeó duramente al sistema bancario". Una situación que no está viviendo China, que, por otro lado, "al tener un PIB per cápita menor del que tenía japón entonces, puede afrontar un proceso de desapalancamiento de forma menos dolorosa".

El gran desafío, en cualquier caso, es evitar que la actual caída de ventas y elevada deuda de diversas promotoras se contagie a la banca y ello depende de la deuda "incobrable" que acumule el sistema". Según Generali la exposición al sector de bancos comerciales es del 20% del total de sus activos. De este porcentaje dos tercios corresponden a hipotecas que se consideran seguras porque "hay bajas relaciones préstamo valor y hay apoyo del Gobierno a sus proyectos".

Japonización 'leve'

El problema son los bonos inmobiliarios chinos extraterritoriales que son cerca de 166.000 millones de dólares y que estaría en mora, como se ha visto en los grandes casos como Evergrande o Country Garden. Y, al margen de la presión sobre la banca de la deuda inmobiliaria, está la deuda de las administraciones locales, que el GMI cree que, en el caso de la deuda implícita, esta podría escalar hasta el 53% del PIB. Sin embargo, los analistas de Generali creen que la deuda de los gobiernos locales no terminará en impagos y que la derivada del sector inmobiliario "es asumible". Los precios inmobiliarios de China "han aumentado con menos fuerza, el mercado bursátil no se ha visto tan sobrevalorado". Por su parte, "la deuda incobrable del sector parece más digerible".

Por otro lado, China tiene más margen de maniobra para los expertos pues "las autoridades chinas están limitando la expansión excesiva del crédito en sector más problemáticos". Además, a diferencia de la respuesta de Tokio, KimEng Tang señala que "Pekín está frenando los proyectos de infraestructura y antieconómicos que están poniendo en marcha los Gobiernos locales". Una diferencia clave para S&P Global que incide en que "gracias a esta respuesta diferente a la crisis el Gobierno chino, puede seguir abordando rápidamente problemas estructurales y evitar una dependencia excesiva de las políticas de estímulo y mantener la confianza del sector privado y la economía". En ese sentido concluye que, "el país no debería vivir un período prolongado de estancamiento como el que experimentó Japón".

"La clave para evitar ese ciclo de retroalimentación negativa es frenar el continuo deterioro de las expectativas de crecimiento a largo plazo"

Desde Goldman Sachs, por su parte, tienen claro que hay vínculos en común entre la China de 2023 y el Japón de los años 90. De hecho, a diferencia de los expertos de S&P, creen que la 'japonización' ocurrirá si no hay una importante acción por parte del Gobierno pero, creen que las lecciones de aquella experiencia y el músculo financiero de Pekín provocan que "esta tendencia esté lejos de ser segura". Si bien " el deterioro demográfico, el sobreendeudamiento y el estallido de una burbuja de activos" son factores que coinciden "un factor clave que contribuyó a su japonización fue un cambio fundamental en las expectativas de crecimiento a largo plazo", explica Hui Shan, analista de Goldman.

"La clave para evitar ese ciclo de retroalimentación negativa es frenar el continuo deterioro de las expectativas de crecimiento a largo plazo", afirma Shan. En ese sentido cree que la potente industria China, en particular la maquinaria eléctrica y la automovilística, pueden ser un factor clave. Todo depende del éxito con el consigan realizar una transición de "la inversión en propiedades como motor de su economía a uno basado en la industria y la autosuficiencia". Desde Goldman creen que este proceso necesita un periodo de crecimiento del PIB más moderado "mientras este nuevo motor alcanza una escala comparable con el del anterior" y que esto moderará la inflación por un equilibrio "desfavorable" entre oferta y demanda. En ese sentido el experto señala que sí habrá una "japonización leve" durante al menos unos años.