viernes, 6 de junio de 2025

OLVIDAR PARA RECORDAR ¿Tenemos capacidad de memoria infinita o hay un momento en el que nuestro cerebro ya no puede alojar más recuerdos?



Foto: iStock.



¿Puede el cerebro almacenar información sin límites o existe un punto en el que empieza a fallar? La ciencia ofrece nuevas pistas sobre cómo funciona realmente esta asombrosa maquinaria biológica



La idea de que el cerebro humano funciona como un disco duro parece tentadora: entra información, se almacena y, cuando la necesitamos, ahí está. Sin embargo, la memoria no es una simple grabadora con almacenamiento ilimitado. Aunque recientes investigaciones estiman que nuestra capacidad cerebral podría rivalizar con la del World Wide Web, lo cierto es que no estamos diseñados para recordarlo todo.

Uno de los estudios más citados sobre la capacidad de almacenamiento cerebral se publicó en 2015. Utilizando la fuerza sináptica como medida, un equipo de científicos en Estados Unidos calculó que cada sinapsis puede almacenar hasta 4,7 bits de información. Terry Sejnowski, coautor del estudio, lo calificó como un hallazgo “bomba”, asegurando que el total estimado de almacenamiento cerebral es similar al de toda la red mundial. Esto sitúa la memoria humana a un nivel impresionante, pero, como señala el profesor Nikolay Kukushkin, de la Universidad de Nueva York (NYU), todo es finito. No existe una dimensión mágica donde guardar datos sin límite, aunque la capacidad sea lo suficientemente grande como para parecerlo en la práctica.

La idea de “no olvidar nada” parece deseable, pero es una distorsión del verdadero propósito evolutivo de la memoria. Según Kukushkin, si recordáramos todo, no podríamos distinguir lo importante de lo irrelevante. "La memoria no es una réplica exacta del pasado, sino una herramienta que nos ayuda a predecir el futuro basándonos en experiencias previas", asegura en un reciente artículo publicado en IFL Science. El cerebro no funciona como un buscador informático. No podemos pedirle que nos muestre con precisión todo lo que ocurrió en un cumpleaños de 2007. Y eso es precisamente lo que lo hace eficiente: recordamos lo necesario para sobrevivir, no para archivar datos como si fuésemos servidores humanos.


El exceso de entradas mentales obliga al cerebro a borrar recuerdos útiles para dar paso a contenido trivial

Aunque los estudios recientes respaldan la increíble capacidad de la mente humana —con nuevas teorías que incluso apuntan al papel de los astrocitos, unas células cerebrales antes poco valoradas—, eso no significa que podamos seguir absorbiendo datos indefinidamente sin consecuencias. Los astrocitos, según el científico Dmitry Krotov del MIT, podrían estar facilitando la transferencia de información entre sinapsis. Esto ampliaría el entendimiento de cómo almacenamos recuerdos más allá de las neuronas tradicionales. Aun así, la capacidad no lo es todo. Según Kukushkin, "el problema no está en cuánto podemos recordar, sino en el ritmo frenético al que sobrecargamos el cerebro".


Olvido y memoria

A lo largo del día, una persona procesa miles de palabras, imágenes, sonidos y emociones. Kukushkin lo resume así: "a veces me siento al final del día y mi cabeza está hirviendo". Esta saturación constante es antinatural, y el problema no es el límite de memoria, sino la calidad de la información que absorbemos. Nuestra memoria fue diseñada para cazar, recolectar y sobrevivir. Pero ahora vivimos inmersos en notificaciones, vídeos cortos, anuncios y datos sin filtrar. Como explica Kukushkin, "el exceso de entradas mentales obliga al cerebro a borrar recuerdos útiles para dar paso a contenido trivial".

Ante este panorama, el profesor propone practicar una especie de “higiene mental”. Esto implica reducir la exposición a estímulos innecesarios y ser conscientes de cómo afecta el consumo de información a nuestra memoria. Está bien recibir dopamina de las redes sociales, pero hay que saber que eso tendrá un coste, advierte. Incluso ha aplicado esta teoría a sus clases en NYU, prohibiendo dispositivos electrónicos en el aula. ¿El resultado? "Fue lo mejor que hice en mi carrera docente", asegura. Lejos de ser una máquina perfecta e infinita, el cerebro humano es un sistema asombroso, pero limitado. Su fortaleza no radica en su capacidad de almacenar, sino en su habilidad para seleccionar, olvidar, reinterpretar y prepararnos para el mañana. Porque, como recuerda Kukushkin, "olvidar también es parte de recordar bien".


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