¿Podemos "leer" las ideas políticas en un escáner?
La política es una de las áreas más complejas del pensamiento
humano. Así que fui escéptica cuando oí que escanear el cerebro de una persona
podría predecir sus elecciones políticas.
La ciencia cognitiva está logrando avances extraordinarios, pero mapear las
interacciones sociales humanas con lo que se puede medir en un escáner del
cerebro es un salto enorme.
Es como intentar encontrar las correlaciones exactas entre dos platos de
sopa: uno está hecho de vegetales, macarrones y caldo, y el otro está hecho con
ideas abstractas como economía, igualdad e historia.
Pero en Estados Unidos y en Reino Unido, psicólogos y neurólogos están
haciendo serias investigaciones para intentar relacionar las actitudes políticas
con lo que está dentro de nuestro cráneo.
"Al observar cómo el cerebro está procesando los fenómenos políticos, podemos
comprender un poco mejor por qué hacemos lo que hacemos", dice Darren Schreiber,
de la Universidad de Exeter, en Reino Unido.
Schreiber comenzó usando la técnica de imagen por resonancia magnética (IRM)
para investigar patrones de actividad en el cerebro cuando las personas tomaban
decisiones, especialmente aquellas que involucraban riesgos.
Mientras que las decisiones no eran todas tan diferentes, el experto vio
variaciones en las partes del cerebro que eran más activas en las personas que
se describían a sí mismas como conservadoras y en aquellas que se consideraban
liberales.
El científico no generaliza sobre cómo piensan exactamente conservadores y
liberales, pero cree que su trabajo sugiere que diferentes actitudes políticas
reflejan divergencias profundamente enraizadas en cómo entendemos el mundo.
Read Montague, de las universidades College London, Reino Unido, y Virginia
Tech, EE.UU., era escéptico cuando comenzó a ayudar a los investigadores
políticos en su estudio.
"Me reí de ellos en voz alta", dice.
Pero cuando John Hibbing y su equipo de la universidad estadounidense de
Nebraska le mostraron sus datos, Montague cambió de tono.
Su trabajo sobre gemelos sugería que la lealtad política era en parte
genética.
No de forma tan marcada como la estatura, por ejemplo, pero lo suficiente
como para indicar que alguna gente realmente puede llevar el conservadurismo en
la sangre, o al menos en el ADN.
Miedo y asco
¿Pero cómo, exactamente, podrían las diferencias genéticas expresarse en
diferencias políticas en el mundo real?
Hibbing y Montague querían saber si estas predisposiciones innatas podían ser
observadas en funcionamiento en el cerebro.
Así que probaron con respuestas instintivas a imágenes diseñadas para
provocar asco y miedo, y hallaron un vínculo entre la fuerza de la reacción a
las imágenes y cuán conservadores socialmente podían ser los puntos de vista de
una persona.
"Debemos aclarar la distinción entre conservadurismo económico y
conservadurismo social", dice Hibbing.
"La gente que tiene actitudes más protectoras sobre temas como inmigración,
que promueve mayores castigos a criminales, la gente que se opone al aborto…
Estos son individuos que parecen tener una reacción mucho más fuerte a las
imágenes repulsivas".
Estas respuestas se miden biológicamente, por lo tanto el estudio está
vinculando explícitamente opiniones conscientes con respuestas
inconscientes.
En las investigaciones que se han hecho hasta ahora, las actitudes hacia el
riesgo, el asco y el miedo son las que muestran las conexiones más fuertes con
las opiniones políticas manifiestas.
La dificultad llega al tratar de aplicar esta información a una situación
específica.
Los conservadores sociales estadounidenses pueden estar también a favor de un
estado más pequeño y un mercado libre.
Pero en los países que formaron parte del bloque socialista, el
conservadurismo social podría más bien añorar la época comunista.
Determinismo biológico
El economista conductual Liam Delaney está estudiando la psicología de las
campañas para el referendo sobre la independencia de Escocia, pero él no cree
que los instintos subconscientes puedan ofrecer una guía completa del
debate.
"El determinismo biológico es un poco tramposo con estas situaciones, porque
hay demasiada variación entre los diferentes sistemas políticos".
"Creo que tiene el riesgo de simplificar las cosas al decir que hay algo
innato que determina el resultado".
Darren Schreiber coincide: "La política humana es extraordinariamente
compleja. No se reduce sólo al cerebro, y quiero dejar muy claro que no soy un
determinista biológico".
Según él, nuestro cerebro está programado para no estar programado.
"Si las personas fueran simples no necesitaríamos estos cerebros muy grandes
y complejos".
Ninguno de los científicos que trabajan en estas investigaciones sugiere que
nuestras visiones políticas son completamente innatas.
El cerebro humano cambia a lo largo de la vida, por lo tanto los neurólogos
dicen que las experiencias, tanto como los genes, han dado forma al cerebro que
ellos ven a través del escáner.
Mano izquierda o derecha
Pero John Hibbing cree que los motores del subconsciente, que evolucionaron
hace mucho tiempo en respuesta a peligros físicos urgentes, impulsan nuestras
mentes políticas más de lo que nos gustaría creer.
"A las personas les gusta pensar que sus propias convicciones políticas son
racionales, que son una respuesta sensible al mundo que las rodea".
Hibbling compara las tendencias ideológicas innatas con qué mano preferimos
usar.
Solíamos pensar que esto era un hábito que podíamos cambiar, cuando no
sabíamos que estaba "profundamente integrado en la biología".
Eso tendría grandes implicaciones en la vida política. Si ser de izquierda es
tan innato como ser zurdo, ¿por qué preocuparse por la política?
¿No podríamos meter a todos en un tomógrafo y deducir lo que piensan, siempre
pensarán y además nacieron para pensar, y dejar de intentar convencer a
nadie?
Ni siquiera Hibbling saca tal conclusión.
"No es tanto que yo piense que la gente debería callarse y aceptar que
algunas personas son diferentes".
"Pero sí creo que deberían aceptar que alguna gente o bien no va a cambiar o
bien será extremadamente difícil convencerlos de cambiar, y que simplemente
seguir gritándoles no contribuye en nada".
Así que no vamos a cambiar las urnas por un tomógrafo en un futuro
próximo.
Lo cual es bueno, porque aún creo que la política debería suponer llevar
nuestras ideas al mundo más allá de nuestro cráneo, el mundo real de
convicciones desafiantes y opiniones encontradas.
Pero quizás esté programada para pensar así.
Timandra Harkness Especial para BBC 20/05/2014
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