Además de goles y emociones, un Mundial de fútbol significa una
cuota extra de contaminación atmosférica. Y el que está por empezar en Brasil
podría dejar una huella singular en ese aspecto.
La factura ambiental de la gran fiesta del balompié incluye desde los efectos
de la construcción o renovación de 12 estadios hasta el movimiento de 3,7
millones de turistas en el país sudamericano.
Cómo se traducirá exactamente todo eso en emisiones de gases contaminantes es
una incógnita, incluso para expertos.
Según la FIFA, la Copa del Mundo en Brasil generará cerca de 2,72 millones de
toneladas métricas de dióxido de carbono equivalente, sin contar las obras en
estadios e infraestructura, o los millones de televisores encendidos para ver
cada partido.
El transporte internacional aparece como la mayor fuente de emisiones del
estudio de la FIFA, pero aún excluyendo este aspecto la huella de carbono en
Brasil sería cerca de 13 veces más que en Alemania 2006.
Para Sudáfrica 2006 se previeron emisiones similares a las de Brasil ahora,
pero el resultado final fue bastante menor según Naciones Unidas: 1,65 millones
de toneladas métricas de dióxido de carbono.
Esto significa que el Mundial que arranca el 12 de junio podría ser uno de
los de mayor impacto ambiental de todos los tiempos, aunque la FIFA promete
reducir esto con acciones específicas.
El gobierno brasileño también prometió medidas, pero los expertos creen que
la falta de datos oficiales (que incluyan el impacto de las obras en las 12
ciudades sede) es una mala señal.
"Estamos a pocos días (del primer partido) y todavía no han divulgado
informaciones específicas sobre eso", indicó Beatriz Kiss, especialista de la
Fundación Getulio Vargas, en Sao Paulo.
"Entonces es un poco difícil saber hasta qué punto efectivamente están
trabajando en la reducción", agregó en diálogo con BBC Mundo.
"No alcanza"
El ministerio brasileño de Medio Ambiente indicó a través de su oficina de
prensa que brindará información pública al respecto "en los próximos días" y
declinó formular comentarios antes.
Sin embargo, Maisa Ribeiro, profesora de contabilidad ambiental en la
Universidad de Sao Paulo, sostuvo que "ese análisis debería estar en la
concepción de todo el proyecto".
"Ahora no alcanza con que alguien llegue y diga 'vamos a hacer el análisis',
si eso no fue preparado", señaló a BBC Mundo.
Según comparó Ribeiro en base a datos de la Bolsa de Sao Paulo, las emisiones
que la FIFA prevé que genere el Mundial superan en más de un millón de toneladas
de carbono las que tuvo el gigante brasileño de las bebidas Ambev en todo
2011.
Visto desde otro ángulo, el dióxido de carbono que producirá la Copa del
Mundo equivaldrá al menos a las emisiones anuales de unos 534.000 autos estándar
de pasajeros, según un promedio de la Agencia de Protección Ambiental de Estados
Unidos.
Buena parte de ese impacto es atribuido a las distancias que los hinchas
tendrán que viajar para llegar a Brasil y moverse entre las 12 sedes de este
país de tamaño continental.
En el estudio de la FIFA, el transporte equivale a casi 84% del total de
emisiones, mientras que en los estadios la electricidad, comida, residuos y
construcciones temporarias suman casi 10%.
Las cifras incluyen las emisiones generadas en la Copa de Confederaciones, un
evento que sirvió de prueba para el país sede un año antes del Mundial.
Bonos y estadios
El ente rector del fútbol en el mundo ha anunciado diferentes proyectos para
contrarrestar la contaminación del evento, desde la plantación de árboles hasta
la compra de bonos de carbono.
Esos bonos son parte de un esquema creado en el protocolo de Kioto para
combatir el cambio climático. Países desarrollados pueden obtenerlos invirtiendo
en proyectos verdes para alcanzar metas de reducción de emisiones de gases. Las
empresas también pueden comprarlos.
La FIFA sostiene que con sus proyectos logrará compensar todas las emisiones
del Mundial que están bajo su control y las de al menos 50 mil personas que
viajen al torneo.
A su vez, el gobierno brasileño ha propuesto a las empresas que tengan bonos
de carbono que se los donen a cambio de publicidad gratuita.
Desde que esta estrategia fue anunciada el mes pasado sólo tres empresas
efectuaron donaciones, cada una por 5.000 reducciones certificadas de emisiones
o RCEs, según consta en el sitio de internet del ministerio de Medio
Ambiente.
"Es muy poco", evaluó Ernesto Cavasin, presidente de la Asociación Brasileña
de las Empresas del Mercado de Carbono.
Cavasin cuestionó la estrategia de canjear bonos en vez de comprarlos, porque
a su juicio tiende a desvalorizar esos activos y contrasta con el apoyo que
Brasil ha dado al protocolo de Kioto.
El país sudamericano logró en años recientes reducir significativamente sus
emisiones de gases invernadero, gracias a una menor deforestación en la
Amazonía.
Y para este Mundial, en el que invirtió unos US$11.000 millones, se
anunciaron acciones favorables al medio ambiente como la instalación de paneles
solares en estadios.
Pero Cavasin sostuvo que se podría haber promovido más el uso de lámparas
eficientes en consumo de energía o tecnología que mejora el uso de agua, creando
una vitrina para exponer acciones sostenibles.
"Esa vitrina se perdió", aseguró a BBC Mundo. "Vamos a precisar muchas
acciones más para neutralizar (las emisiones de) esta Copa".
Gerardo Lissardy BBC Mundo, Brasil Última actualización: Viernes, 23 de mayo de 2014
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