Descansar bien es clave para nuestra salud (ljubaphoto / Getty Images)
- Tener una adecuada higiene del sueño o descansar las horas requeridas es un componente crucial de la supervivencia
Dedicar las horas necesarias a dormir para ‘recargar nuestras pilas’, como nuestro cuerpo y mente necesitan, no siempre es una prioridad para todo el mundo o se ven comprometidas por hábitos de la vida moderna. A menudo anteponemos otras prioridades a tener una adecuada higiene del sueño –variedad de prácticas y hábitos diferentes que son necesarios para tener una buena calidad de sueño–, lo que podría afectar a nuestra salud mental y física.
De hecho, entre el 20 y 48% de la población adulta sufre, en algún momento, dificultad para iniciar o mantener el sueño, mientras que un 30% se medica para dormir con fármacos que pueden entrañar graves riesgos para la salud.
El doctor Javier Albares de la Unidad del Sueño del Centro Médico Teknon, asegura que hay una serie de trastornos que son muy prevalentes entre la población –existen cerca de 100 dolencias, aunque la mayoría son modificables y controlables con la ayuda de un especialista–, no obstante, la gran mayoría desconoce padecerlos. Tres de los más frecuentes son:
1. Síndrome de las piernas inquietas
Según indica Albares, lo padece alrededor de un 5% de la población. La National Sleep Foundation lo defiende como un trastorno del movimiento relacionado con el sueño, conocido por sus impulsos agobiantes y a menudo desagradables para mover las piernas en reposo.
Entre el 20 y 48% de la población adulta sufre, en algún momento, dificultad para iniciar o mantener el sueño, mientras que un 30% se medica para dormir”
“Los pacientes presentan unos síntomas que son difíciles de describir para ellos: de inquietud, intranquilidad, así como una fuerte necesidad de moverse y tener que cambiar de posición constantemente que sobre todo aparecen por la noche y también cuando están en reposo”, explica el especialista.
Esta sensación de desasosiego se suele repetir casi todas las noches e incluso en momentos en los que estamos despiertos –en el cine, el teatro, la oficina, un viaje de avión largo…–, por lo que sienten la necesidad de mover las piernas para aliviar ese hormigueo o incomodidad, que volverá a aparecer con la inactividad. Esto provoca que los pacientes presenten dificultades para conciliar el sueño o ‘insomnio de conciliación’.
Albares recomienda que, si detectamos este problema, acudamos al médico de cabecera o directamente a una unidad del sueño para tratarlo. Aunque no tiene cura, con un tratamiento eficaz sintomático los que lo sufren experimentan una gran mejoría. “Se puede dar en todas las edades, incluida la infancia”, sentencia el experto.
2. Síndrome de la fase retrasada
Otro problema habitual de los que resalta Albares son los trastornos del ritmo circadiano (uno de los puntos clave en los que se basa este año la campaña del Día Mundial del Sueño) : “las personas tenemos unos ritmos internos biológicos –eventos cíclicos que ocurren en nuestro cuerpo, como la producción de las hormonas, la temperatura corporal y los niveles de alerta–, que no siempre van sincronizados con los externos. Cuando esto sucede, se produce una cronodisrupción que da lugar a muchas repercusiones en nuestra salud –a nivel cardiovascular, metabólico, cognitivo, del sueño, problemas laborales…–, asegura.
El 5% de la población padece el síndrome de las piernas inquietas, mientras que el 10% sufre apnea del sueño y no está diagnosticada”
Uno de ellos es el síndrome de la fase retrasada del sueño, muy común durante la adolescencia, ya que se produce un desajuste entre su reloj biológico y sus necesidades académicas y familiares. “La hora a la que tienen sueño se retrasa y cada vez es más tardía. Hay varios motivos, en parte porque la biología de la adolescencia ya tiende a retrasarlo y luego por una cuestión social, ya que solemos tener malos horarios”.
El doctor explica que casi todos estos trastornos tienen un tratamiento “muy agradecido”, aunque siempre hay que hacer un estudio cronobiológico previo para saber cuál es el desajuste. En este caso se suele tratar o corregir con luz natural y un aporte externo de melatonina –sustancia que fabrica nuestro cerebro para dormir–.
3. Síndrome de apnea del sueño
Sufrido por un 10% de la población –de los que un 90% no están diagnosticados–, está relacionado con el ronquido. Albares advierte que roncar no es algo ‘normal’ y que sí tiene importancia –tanto en niños como en adultos–, pues ha de ser un signo de alarma como para acudir a un especialista. Indica que nuestra vía aérea no es suficientemente permeable como para que el aire pase a nuestros pulmones, por una obstrucción de la orofaringe e hipofaringe, por excesiva relajación muscular o por una anatomía demasiado grande –lengua o amígdalas que colapsen–.
El aire al pasar provoca una vibración (el ronquido), hasta el punto de no llegar oxígeno (apnea). El paciente no es consciente de esto, pero su cerebro manda una orden para que sus músculos se tensen y vuelvan a abrirse. Si esto se repite varias veces a lo largo de la noche, tiene una serie de consecuencias que han de ser tratadas.
Roncar no es algo ‘normal’ y que sí tiene importancia –tanto en niños como en adultos–, pues ha de ser un signo de alarma como para acudir a un especialista”
Es molesto e impide descansar a quienes duermen con estos pacientes, pero también imposibilita a quienes lo sufren de un sueño reparador, así como aumenta la tendencia a ganar peso o a que aparezcan repercusiones cardiovasculares, entre otros problemas. “Un paciente con una apnea grave multiplica hasta en ocho las posibilidades de sufrir un accidente de tráfico”, alerta el experto. Por ello, ante cualquier mínima sospecha, lo ideal es acudir a un especialista a que realice una polisomnografía y después se decidirá un tratamiento adecuado, según cada paciente.
Asimismo, para saber si descansamos correctamente, La Sociedad Española de Sueño (SES) pone a disposición de los usuarios ‘el test de los tres tiempos’ que permitecomprobar la compatibilidad de sus horarios de sueño, trabajo y actividad social, pues la falta de sueño está asociada a importantes problemas de salud como obesidad, diabetes, afectación del sistema inmunitario e incluso algunos cánceres. Debemos tomarlo como un componente crucial de la supervivencia, al igual que respirar, llevar una dieta saludable, o hacer suficiente ejercicio.
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