sábado, 23 de julio de 2011

Entrevista a MAHMUD JIBRIL, Jefe del Gobierno de los rebeldes de Libia


Foto from elpais.com

"La congelación de los fondos libios nos perjudica a nosotros, no a Gadafi".
La parsimonia con la que conversa Mahmud Jibril, jefe del Gobierno de los sublevados libios contra Muamar el Gadafi, solo se quiebra, casi imperceptiblemente, cuando habla de los multimillonarios fondos del régimen en el extranjero. "Sus activos en cuentas bancarias e inmobiliarios están surgiendo como hongos", comenta este dirigente nacido en 1952 y formado académicamente en Egipto y Estados Unidos. Tras meses de lucha para obtener la legitimidad internacional (más de 30 países han reconocido ya formalmente al Consejo Nacional de Transición), el desbloqueo de esos fondos es vital para este organismo, carente de financiación y embarcado en una guerra que se prolonga ya cinco meses. "Es una pena porque el dinero es libio. La comunidad internacional pensó que el régimen colapsaría pronto y que no resistiría. Pero sabemos que Gadafi aún tiene mucho dinero y oro. La resolución 1970 de Naciones Unidas que estableció la congelación nos ha dañado a nosotros y no al régimen".
Libia es a día de hoy un país dividido -"la integridad territorial de Libia está amenazada", sostiene el primer ministro- con tres frentes de guerra: en el este, en el enclave petrolero de Brega; en la ciudad de Misrata, y en la región montañosa al sur de Trípoli. Los rebeldes carecen de armamento y munición, especialmente en el oeste, y no es previsible que el régimen se desplome a muy corto plazo, cuando el duro Ramadán de este año (muchísimas horas de luz, sin comer ni beber) está a la vuelta de la esquina.
"El tejido social está destrozado y tenemos necesidades imperiosas. Hay oficialmente 450.000 libios viviendo en Túnez, aunque creemos que son más porque muchos no se registraron ante las autoridades tunecinas. Ahora llega el Ramadán y no sé cómo vamos a manejarlo si no se descongelan esos fondos hoy, no mañana; los colegios abren en septiembre... No tiene sentido que la comunidad internacional proteja a los civiles de las bombas y al mismo tiempo permita que la gente se muera de hambre. Nos protegen con una mano y nos matan con la otra", se explaya Jibril.
¿Y qué dicen los dirigentes de los países occidentales al respecto?
Que hay restricciones legales. Pero nosotros no las impusimos. Ahora pedimos créditos con la garantía de esos fondos congelados. O proponemos la lista de bienes y equipos que necesitamos para que los traigan con esos recursos como respaldo. Es inhumano dejar que el pueblo libio sufra así. Todavía no producimos ni exportamos petróleo. No podremos hacerlo hasta que podamos proteger todas las instalaciones". Y añade: "Todo el mundo habla del posgadafismo, como si el régimen ya hubiera caído, pero para nosotros lo más importante no es el día después, sino el día antes".
Esa incapacidad para responder a las necesidades inaplazables de la población (alimentos y medicinas) es, a juicio de Jibril, un riesgo enorme para la época posterior a Gadafi. "Si el CNT no satisface esas demandas, no habrá ninguna institución para controlar la era posgadafi. Este escenario da miedo", advirtió. Una etapa que nadie sabe cuándo se inaugurará.
"No creo que Gadafi se rinda. Continuará resistiendo hasta que decida que ha llegado el momento de escapar a un país africano o en algún lugar de Libia. Es posible que pudiera esconderse en el sur del país, donde conserva la lealtad de algunas tribus", afirma Jibril, quien, no obstante, apuesta por otro desenlace. "Si estuviera en el pellejo de Gadafi", continúa, "no me quedaría en Libia. Después de los miles de muertos y 1.600 mujeres violadas nadie podría garantizar su seguridad, habría venganza contra él. Creo que la alternativa de permanecer en Libia es una maniobra de Gadafi para preparar la huida".
Una fuga sembrada de escollos. El Tribunal Penal Internacional ya persigue a Gadafi, al que Jibril califica como "dictador en una categoría aparte". "La opción es que busque refugio en algún país que no sea miembro del tribunal internacional. Hay países africanos, Bielorrusia, incluso Israel, que no son miembros. Gadafi está desesperado, solo quiere salvar el cuello".
Tal vez molesten a Jibril, porque ello pueda suponer un respiro para el dictador, las reuniones secretas de enviados occidentales con representantes del régimen, la última de emisarios de EE UU el pasado fin de semana en la isla tunecina de Yerba.
"Nadie puede negociar en nuestro nombre. Solo puede hacerlo el CNT. EE UU y Francia lo que hacen es transmitir mensajes al régimen. Apreciamos la ayuda, que intenten encontrar una base común para la negociación. Pero todo a partir de que Gadafi abandone el poder. Lo primero que debemos saber es que Gadafi y su familia no juegan ningún papel. Con el primer disparo perdieron la legitimidad".
El día después se augura muy complicado. En un país sin estructuras sociales ni políticas; con una población alienada durante décadas; con un sistema educativo lamentable... Además, hay una enorme brecha entre los representantes políticos de los rebeldes -muchos de ellos licenciados en universidades de Estados Unidos- y la población, extremadamente conservadora, tradicional y religiosa. Tal vez, uno de los motivos de la desconfianza de Occidente respecto al futuro de Libia.
Explica Jibril: "Es una preocupación legítima de los Gobiernos extranjeros, y también para nosotros. Cuando se vaya Gadafi, los libios se unirán. No hay institucionalización. Libia estaba en un estado de anarquía. Solo existía Gadafi. No había otra institución. El artículo 1 de una ley de 1990 decía que cualquier palabra que pronunciara Gadafi era ley. Entiendo la desconfianza de los países occidentales. Pero antes de que existiera el Estado libio, las tribus vivían en paz. Había orden. A veces existen leyes e instituciones y no hay paz. Otras veces es al revés".

Por JUAN MIGUEL MUÑOZ - Madrid – from elpais.com  21/07/2011

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