Foto por REUTERS from CNN.com
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la pobreza como la enfermedad más mortal en el orbe. Ésta condición socioeconómica afecta a más de 1,000 millones de personas de todas las edades y todo el mundo; de las cuales 70% son mujeres, según datos del Fondo de las Naciones Unidas para las Mujeres.
En los países de bajos ingresos, menos de una cuarta parte de la población llega a los 70 años, y más de una tercera parte de todos los fallecimientos se produce entre los menores de 14 años, de acuerdo con la OMS.
Las enfermedades infecciosas como las pulmonares, diarreicas, el VIH/Sida, la tuberculosis y el paludismo son las que cobran más vidas en esas naciones. Además, las complicaciones del embarazo y el parto juntas son aún una de las principales causas de defunción, ya que acaban con la vida de madres y lactantes.
En los países de bajos ingresos estas son las enfermedades que cobran más muertes, de acuerdo con datos de la OMS de 2004 (los más recientes).
1. Infecciones de las vías respiratorias inferiores: 2.94 millones de defunciones
2. Enfermedad coronaria: 2.47 millones de defunciones
3. Enfermedades diarreicas: 1.81 millones de defunciones
4. VIH/Sida: 1.51 millones de defunciones
5. Ataque apoplético y otras enfermedades cerebrovasculares: 1.48 millones de defunciones
6. Enfermedad pulmonar obstructiva crónica: 0.94 millones de defunciones
7. Tuberculosis: 0.91 millones de defunciones
8. Trastornos neonatales: 0.9 millones de defunciones
9. Malaria: 0.86 millones de defunciones
10. Prematuridad y de bajo peso al nacer: 0.84 millones de defunciones
En contraste, las enfermedades por las que más personas mueren en países de medianos ingresos son: ataque apoplético y otras enfermedades cerebrovasculares, enfermedad coronaria, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, infecciones de las vías respiratorias inferiores; cánceres de tráquea, bronquios y pulmón; accidentes de tráfico, enfermedad cardiaca hipertensiva, cáncer de estómago, tuberculosis y diabetes.
Resalta que en los países más pobres el 36% de las defunciones son de menores de 15 años; para los países de medianos ingresos ese índice baja a 10% y en los de altos ingresos es de sólo 1%.
Cada año mueren más de 14 millones de individuos a causa de males infecciosos y parasitarios, a decir de la agrupación Médicos Sin Fronteras. Los más comunes son: el cólera y otras afecciones diarreicas epidémicas, dengue y dengue hemorrágico, dracunculosis (gusano de Guinea), enfermedad de Chagas, esquistosomiasis, filariasis linfática, helmintiasis transmitida por el suelo (ascariasis, anquilostomiasis y tricuriasis), leishmaniasis, lepra, oncocercosis, tracoma, tripanosomiasis africana humana (enfermedad del sueño) y úlcera de Buruli.
Muchos de estos males están relacionados con la desnutrición, la falta de acceso a atención médica y la falta de salubridad.
En tanto, 1,000 millones de personas padecen enfermedades tropicales desatendidas (ETD) como las antes mencionadas, pese a que éstas han sido erradicadas en muchas partes del planeta, de acuerdo con la OMS.
La mortalidad en la niñez sigue disminuyendo en todo el mundo. En 2009, se registraron más de 8 millones de defunciones de menores de 5 años — en comparación con las 12,4 millones de muertes en 1990— sin embargo, la neumonía y las enfermedades diarreicas son las dos principales causas de muerte entre los pequeños. Éstas son responsables respectivas del 18 y el 15% de las defunciones en este grupo de edad durante 2008.
Otro mal que afecta a los menores es la desnutrición. La OMS informa que en el mundo 115 millones de menores de cinco años presentan insuficiencia ponderal (están por debajo del peso considerado saludable) o desnutrición. Éste factor provoca más de la mitad de las defunciones de los mismos, de acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF)
Sin embargo, las enfermedades recurrentes entre los sectores más vulnerables y de escasos recursos varía de país a país. “No es lo mismo un pobre en Francia o Alemania que uno en África; cada uno tiene contextos diferentes”, aclara Francisco Navarro, director del Hospital General de México, de la Secretaría de Salud.
“En países africanos y algunos latinoamericanos las enfermedades que predominan son las infectocontagiosas”.
Circulo vicioso
Las poblaciones más pobres, sea que estén en zonas rurales remotas, barrios suburbanos marginales o zonas de conflicto, suelen ser las más afectadas por las enfermedades tropicales desatendidas. Éstas persisten cuando hay pobreza y se concentran en las regiones más carentes del mundo.
Aunque las “enfermedades de los pobres” son atendidas y “curadas”, cuando los individuos regresan a la precariedad vuelven a enfermar, expone Raymundo Tenorio, director de la carrera de Economía de la Escuela de Negocios del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, campus Santa Fe.
Médicos Sin Fronteras indica que el 97% de las muertes por enfermedades infecciosas y parasitarias (más de 13 millones de personas al año) se produce en los países en vías de desarrollo, por falta de acceso a medicamentos.
“Es un círculo vicioso y no tiene que ver con una política presupuestal que atienda a la salud, sino con aspectos como infraestructura, alimentación y educación. No podemos achacarle todo al gobierno; sin embargo, esto influye”, dice Tenorio.
El médico cura y los pobres vuelven a enfermar, por ello, son más importantes las condiciones ambientales y el acceso al trabajo, alimento y educación, coincide la investigadora y profesora de la Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco, Catalina Eibenschutz.
Se construyen clínicas, centros de salud y hasta hospitales para brindar “seguridad” a la población más desatendida; sin embargo, el verdadero problema es que no se resuelven deficiencias importantes como el acceso a los servicios básicos, acota.
“Si esto funcionara, el programa Seguro Popular sería un ejemplo para todo el mundo. No obstante, aún tenemos 10 millones de mexicanos sin cobertura médica, igual que antes de que éste fuera creado. Además, sólo cubre ciertas enfermedades, y no todas las que afectan a la gente”, expone Eibenschutz.
La prevalencia de problemas que se creían erradicados continúa debido al desinterés de grupos farmacéuticos poderosos de generar medicamentos ya que los pobres no representan un nicho de mercado atractivo. “Es inconcebible que en este momento afecciones como la de Chagas o la malaria tengan la incidencia que registran hoy”, destaca Carlos Welti, especialista del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.
Paradojas: de la pobreza a la diabetes
Las enfermedades de la pobreza históricamente han sido transmisibles, pero paradójicamente los menesterosos empiezan a sufrir los embates de otro tipo de padecimientos debido a la transformación de su comportamiento, principalmente porque ahora consumen grandes cantidades de alimento chatarra, algo que antes no hacían.
Al consumir estos productos, los individuos desarrollan obesidad, condición que lleva a enfermedades crónico-degenerativas que antes no se observaban entre este sector social, comenta el investigador de la UNAM.
“Lo preocupante es que esa transformación en la alimentación responde en gran parte al apoyo que reciben de programas públicos que idealmente deberían atender problemas de desnutrición. El inconveniente surge cuando, al utilizar el dinero que les da el gobierno para que lleven una dieta adecuada, los pobres optan por comprar refrescos y comestibles que no favorecen su alimentación, y sí su enfermedad”, dice Welti.
Pequeñas acciones, grandes soluciones
Una alternativa para solucionar este problema subyace en los sistemas de seguridad social, que tendrían que dar entrada a toda la población, incluso a aquella de escasos recursos, dice el doctor Antonio Villa, coordinador de investigación del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
La OMS y la Organización Panamericana de la Salud ha lanzado iniciativas que buscan generar fondos globales para atender estos padecimientos. Se requiere también lograr la universalidad en el acceso a los servicios de salud.
Los especialistas coinciden en que dichas enfermedades reciben poca atención, ya que quienes las padecen carecen de influencia política. A esto se suma la falta de estadísticas confiables, lo que dificulta dar dirección a los esfuerzos por erradicarlas o simplemente dar una visión más real de cómo son las personas que las padecen.
Por Aline Juárez Nieto from CNN.com 29 de julio de 2011
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