lunes, 12 de septiembre de 2011

Hablar castellano en Cataluña es normal

Foto from jovencooperante.blogspot.com

Que al nacionalismo no le gusta, no le ha gustado nunca, que se hable castellano en Cataluña no es nada nuevo. Que no le hace ninguna gracia que en Cataluña haya castellanohablantes y que seamos ya demográficamente mayoritarios, es evidente. La estrategia nacionalista a seguir es: a) culpabilizar al castellanohablante de los males de Cataluña, hacerle responsable de su inminente desaparición, hasta que sienta vergüenza de sí mismo; b) dedicar todo el esfuerzo que haga falta a catalanizar a los niños castellanohablantes para que se sientan catalanes como el que más, y se liberen de la condición infamante de charnego (para lo cual es crucial que “charnego” siga siendo un insulto), y c) nunca jamás conceder ni las mínima opción a considerar el castellano como lengua normal: presentarla siempre asociada a la pobreza, a lo cutre, al fracaso social y al franquismo jurásico.
Esta estrategia, expuesta crudamente, es impresentable. Pero se suele servir cocinada con otras justificaciones teóricas, a las que se han sumado las izquierdas vergonzosamente (y en muchos casos, gozosamente): que si no hay que separar a los niños por lengua (entonces, ya estábamos bien con todo en castellano, que encima es más práctico, ¿no?), que si el catalán es el ascensor social (esto es una típica cláusula discriminatoria: selecciona a la gente, más allá de su utilidad comunicativa), que si de esta forma los niños castellanohablantes pueden llegar a ser catalanes, catalanes “normales” (con lo que se da por supuesto que un catalán castellanohablante no es normal). Lo más patético es la defensa que se hace del sistema de inmersión a partir de datos que todos sabemos que son falsos, pero que repetidos muchas veces se incrustan como verdades evidentes. Se dice que los niños aprenden las dos lenguas por igual: pero las pruebas de castellano están trucadas, son cada vez más elementales, por decisión política. No se ha hecho todavía una evaluación solvente, y el deterioro del castellano en Cataluña, incluso a nivel periodístico, es evidente. El argumento de nuestros “nacionalpedagogos” (el castellano no hace falta estudiarlo, porque los niños ya lo hablan en casa y lo oyen en la tele) es delictivo: entonces, si los ingleses ya saben inglés, ¿para qué estudian inglés?. Y finalmente se dice que la inmersión tiene todos los avales pedagógicos y científicos. Falso. En Finlandia, la mejor escuela del mundo, la minoría suecohablante (12 por ciento) tiene garantizada la formación íntegramente en sueco. Y en Quebec, en cuya teoría se basa supuestamente el modelo catalán, la inmersión en francés de la minoría angloparlante (20 por ciento) es voluntaria. El modelo catalán, por mucho que se desgañite el nacionalismo felizmente reinante, es antisocial, antidemocrático, antipedagógico y falto de toda solvencia científica.
Ahora parece que nos atacan. Suenan los tambores. Otra vez. Y van tantas, que ya aburre, la verdad. Llamada a somatén (palabra catalana, quizá de “sotmetent”, la milicia que somete, o de “som atent”, “estoy presto”, el “¡presente!” con que responde el soldado cuando le nombran). Con un Once de Septiembre a la vista, la bronca es previsible, es el ritual obligado de la tribu. Pero sobre todo la bronca es el método mejor para evitar el debate pausado, sensato, “assenyat”, que es lo que ahora mismo nos convendría. Es más que sensato que la lengua oficial sea vehicular de la enseñanza, eso aquí y en todas las naciones del mundo. Más aún si esa lengua es la lengua materna de la mayoría de la población. Es más que sensato que en un país bilingüe, o hay doble red de escuelas monolingües, o la escuela debe ser bilingüe: toda la enseñanza en todas las escuelas en una sola lengua, aparte de injusto, es muy peligroso. Y encima es ilegal, según la sentencia del TSJC. Entonces, me pregunto, ¿por qué no se oyen en Cataluña las voces solventes de la gente sensata? Dentro del PSC, dentro de CIU, incluso en la propia ERC hay gente sensata, que nunca han visto clara la exclusión del castellano de la escuela. ¿Por qué no salen a la palestra, por qué no dan libremente su opinión? Se lo voy a decir: por miedo. MIEDO.

Por Jesús Royo Arpón  from lavozlibre.com  07/09/2011

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