sábado, 8 de octubre de 2011

La primera dama de Francia: Bruni deja a Carla


Foto from elpais.com

El matrimonio más mediático de Francia reclama intimidad. A punto de dar a luz, la exmodelo persigue un perfil mucho menos público. Los analistas aducen hartazgo y el fiasco de su fundación benéfica. Un escollo para las aspiraciones políticas de Nicolas Sarkozy, muy necesitado de la popularidad de su mujer.
Terminada la cena y la velada en la mansión de un amigo común, Nicolas Sarkozy ofreció a Carla Bruni su cochazo oficial para acompañarla a casa. Después, ella invitó al jefe del Estado francés a subir a tomar una copa. Y un caballeroso Sarkozy respondió:
-No, señora: nunca en la primera cita.
Así al menos lo cuenta Anouk Vincent en la biografía Carla Bruni-Sarkozy. L'attrait de la lumière (Carla Bruni-Sarkozy, la atracción de la luz). Nicolas Sarkozy (París, 1955) compaginaba por entonces, noviembre de 2007, su condición de presidente casi novato con la de recién divorciado de su segunda esposa, Cécilia Attias. A la mañana siguiente de la determinante cena, Sarkozy freía a mensajes el móvil de Carla Bruni (Turín, 1967), exmodelo, multimillonaria, cantante de éxito y con fama de devorahombres fulminante. Y varios días después, la pareja, junto a la madre y al hijo de Carla, hacía su primera aparición pública a todo trapo mediático en Disneylandia.
Sarkozy, Bruni, los paparazzi y el ratón Mickey constituían todo un símbolo de una nueva era con un tirón televisivo impresionante. Todo esto se certificó en la primera rueda de prensa que el presidente de la República dio el 6 de enero de 2008. La convocatoria reunió a 600 periodistas, algo inusual incluso para El Elíseo. La primera cuestión, sobre política internacional, nadie la recuerda. La segunda sí: "¿Es verdad que se va a casar pronto con madame Carla Bruni?". Sarkozy sonrió:
-Lo que me asombra es que haya esperado a la segunda pregunta para soltarme esto. (...) Lo mío con Carla va en serio.
Era cierto: tras más de tres años de matrimonio son padres. Una descendencia presidencial que ha traído consigo un revuelo mediático planetario.
En el mundo, a Carla Bruni se le ha comparado con Lady Di y Jacqueline Kennedy. En Francia, a veces, la colocan al lado de Bernadette Chirac, que colaboró en levantar la imagen de su marido y, a la postre, en su reelección. Tras una irrupción apabullante, Bruni es una mujer casi discreta que dosifica muchísimo sus apariciones públicas. La periodista Besma Lahouri, autora de la polémica biografía Carla, una vie secrète, cree que simplemente se aburre en palacio: "Al principio le gustaba. Pero ya se ha cansado. Se le nota. Su fundación benéfica es un fiasco y ella tiende a encerrarse entre cuatro paredes y no saldrá. Yo creo que Sarkozy hará el año que viene la campaña electoral solo".
Christophe Barbier, director de L'Express, considera que Bruni sí que aportará enteros electorales a su marido. Y que no se aburre. "Simplemente, juega su papel. Danielle Mitterrand ayudó a su marido en la esfera internacional, con sus comités de derechos humanos; Bernadette Chirac, en la nacional, ya que era diputada regional. Carla le está ayudando en la esfera doméstica, y lo seguirá haciendo mientras no sobrepase su territorio y no vaya más allá de su fundación y su carrera como artista. Además, ha calmado a Sarkozy".
Para jugar bien su papel cuenta con dos rasgos: su capacidad para transformarse y un autocontrol casi inhumano. "Cuando era modelo era una supermodelo; cuando estuvo con Mick Jagger se volvió rockera. Cuando estuvo con el filósofo Jean-Paul Enthoven fue la más intelectual...", explica Lahouri. La biógrafa recuerda una anécdota que ejemplifica su dominio de sí misma: "A los 17 años, una amiga modelo la vio frente a un espejo entrenándose para sonreír sin mover un músculo de la cara. Se colocaba papelitos pegados en las mejillas y en la frente que se despegaban al primer movimiento".
Bruni creció en el seno de una familia italiana millonaria que se mudó a París a principios de los años setenta huyendo de la oleada de secuestros de las Brigadas Rojas. En 1977, Jacques Chirac, alcalde de la capital y futuro presidente, visitó a sus padres acompañado de uno de esos tiburones de veinte años que por entonces trataba de atornillarse al poder a su lado luciendo melenilla de hippy: Nicolas Sarkozy. Nadie sabe si se cruzó con la niña de 10 años que andaba por la casa y que por entonces ya tocaba la guitarra.
Con 21 se convirtió en una de las 20 mujeres mejor pagadas del mundo de la moda, ingresando 8 millones de euros en el año 1988. Paralelamente a su carrera de maniquí de altura corría su leyenda de depredadora sexual. Dejó a Eric Clapton por Mick Jagger, y, años después, cuando vivía un romance con el filósofo francés Jean-Paul Enthoven conquistó al hijo de este, Raphaël, 10 años más joven que ella, empujándole al divorcio. Al año siguiente, 2001, tuvieron un hijo, Aurélien.
La exmujer de Raphaël, Justine Lévy, hija del filósofo Bernard-Henri Lévy, escribió a modo de desahogo una novela, Rien de grave, en la que, con nombres cambiados, escenas veladas, mala leche y una leve modificación de la trama, daba su particular versión de Bruni, a la que definió como "un ser con una sonrisita de Terminator". Al sentirse aludida, esta respondió por medio de un artículo en la revista Elle: "La exmujer de mi marido me tacha de ladrona de hombres. Pero todo el mundo sabe que los maridos se saben conservar o no".
Por entonces ya había terminado su carrera de modelo y triunfaba como cantante. En marzo de 2008, investida ya en su nuevo papel, venció su propia biografía: vestida con un modelo recatado diseñado por su amigo John Galliano desembarcaba en Inglaterra en un viaje oficial. La prensa británica trituró los zapatos con alzas de Sarkozy, pero aprobó a su esposa.
A finales del año pasado, France Soir publicaba un sondeo que revelaba que era más popular y estaba más valorada que su marido. A su metamorfosis necesaria y, cuando menos, previsible, le sigue la experimentada por Sarkozy. Para empezar, ella impuso condiciones para su nueva vida: no tenía pensado cambiar de trabajo ni de casa. Él aceptó: desde su nueva vida, Bruni ha publicado dos discos (con mucho menos éxito que Quelqu'un m'a dit, por cierto). Y cada noche, tras despachar con los amos del universo, el presidente monta en su coche oficial para alcanzar la vivienda de su mujer, en el exclusivo distrito XVI de París.
Además, el hábitat cultural y de izquierdas al que ha pertenecido siempre Bruni le ha contagiado algo. Un ejemplo: "Cuando llegó al Elíseo, el presidente abominaba de casi todas las películas que no fueran americanas y de acción. Su máximo exponente era Salvar al soldado Ryan", explicaba este año al diario Libération el periodista Jêrome Garcin, que añadía que, empujado por su carácter sistemático, cabezota y algo compulsivo, se ve 15 películas de Alfred Hitchcock o de Roberto Rossellini de una tacada, a razón de una al día.
No todo es tan fácil. El politólogo Stéphane Rozès, director de la empresa de marketing político CAP, sostiene que una sobreexposición mediática de la pareja es perjudicial para sus intereses: "A los franceses no les gusta que se mezclen vida política y privada, y menos en una situación de crisis como esta. De ahí que, por ejemplo, Bruni haya avisado de que no dejará fotografiar a su criatura. Sarkozy abusó de esta mezcla en sus primeros meses con Bruni, y eso le
pasó factura y quedó reflejado en los sondeos". Como Barbier, Rozès considera que la primera dama será una baza electoral "siempre que no se salga del lugar que le corresponde".
En abril de 2012, cuando se celebren las elecciones presidenciales, veremos si por fin Carla Bruni ha logrado encajar.
1 Cantante de éxito
Su debut superó el millón y medio de copias en Francia. Su guitarrista, Louis Bertignac, recuerda: "No me extrañó. Llevaba trabajando esas canciones desde los 20 años".
2 'Devorahombres'?
Eric Clapton (en la foto, juntos en Nueva York en 1989) es una de las muchas conquistas que se le atribuyen.
3 Comprometida
Ya con 16 años, y aún con todo por hacer, se dejaba ver así de entusiasmada en una manifestación de SOS Racisme en París.
4 Modelo intelectual
En los 'backstage' camuflaba lecturas de Dostoievski entre revistas de moda. "Algún día seré célebre", aventuró a una compañera de desfiles.
RETRATO de una PRIMERA dama
Su personalidad poliédrica (supermodelo, millonaria, cantante, esposa, consorte...) alimenta una imagen de mujer inaccesible.
origen folletinesco.
Su padre, Alberto Bruni Tedeschi, heredó una exitosa multinacional y era un apasionado de la ópera. La madre, Marisa, fue pianista. En 1996, tras la muerte de Alberto, Bruni supo que su verdadero progenitor fue un empresario brasileño con quien su madre mantuvo un romance clandestino.
El poder del amor. En sus memorias, Eric Clapton cuenta lo colado que estuvo por ella cuando la modelo tan solo tenía 21 años y lo mucho que suplicó a Mick Jagger para que no se la 'levantara'. Ni por esas. Bruni se convirtió en el motivo de ruptura definitivo entre el 'rolling stone' y Jerry Hall. Entre sus noviazgos se encuentran el actor Vincent Pérez o el exprimer ministro socialista francés Laurent Fabius.
la forja de un estilo. Gracias a su elección diplomática de Christian Dior como firma de cabecera (durante el reinado Galliano), en el 'ranking' de estilo de las primeras damas ostenta una posición privilegiada, solo comparable quizá a la de Rania de Jordania o la jequesa de Catar (en la foto).
la voz de francia. 'Quelqu'un m'a dit' se alzó como himno apócrifo de la Francia neoliberal del siglo XXI. Ha retrasado varias veces la grabación de su cuarto disco a petición de su marido. Que no está el horno para trinos.
de izquierda a derecha.
Tras conocer a Sarkozy en casa del publicista Jacques Séguéla, pasó de declararse "epidérmicamente de izquierdas" (apoyó a Ségolène Royal en las últimas presidenciales) a "ultrasarkozista" y "nada de izquierdas".
 en su justa medida.
Cinco centímetros. Es el máximo de tacón que se permite a sí misma en contadas visitas oficiales (como en esta imagen, en España, donde los viste para estar a la altura de nuestra familia real). El resto del tiempo, 'madame' Sarkozy calza bailarinas de Chanel o mocasines de Gucci para no poner en jaque la talla del señor presidente.

Por  ANTONIO JIMÉNEZ BARCA   from elpais.com   08/10/2011

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