De salir adelante una nueva propuesta, China no sólo prohibiría la producción de criptomonedas, sino que subiría el precio de la luz para hacerla inviable económicamente
China ha sido durante años el paraíso de las conocidas como "minas" de criptomonedas, instalaciones masivas y llenas de ordenadores que trabajan en las complejas ecuaciones mediante las cuales se crean monedas y se registran las transferencias de Bitcoin, Ethereum y otras populares criptodivisas.
Ahora, con la última regulación propuesta por la comisión de reforma y desarrollo nacional (NDRC) ese paraíso podría convertirse en un infierno.
Su propuesta es que este tipo de operaciones pasen a ser consideradas como "no deseables" antes del verano. Bajo esta categoría, los préstamos e inversiones estatales a este tipo de empresas quedarán bloqueados y, más adelante, se prohibiría directamente la fabricación, venta y uso de productos relacionados con la actividad.
Tal vez lo más problemático es esta propuesta incluye como medida de control la subida del precio de la electricidad, el talón de Aquiles de este tipo de operaciones y uno de los puntos que ha llevado a varios gobiernos a ver las criptomonedas como un producto nada deseable en el tejido empresarial.
Se calcula que sólo las operaciones necesarias para mantener en funcionamiento Bitcoin suponen el consumo de 54 TW/h al año de energía eléctrica, un 0,25% del total producido en todo el planeta y similar al consumo eléctrico total de un país como Bangladesh o Israel. La cifra se ha vuelto difícil de justificar incluso para los más ardientes defensores de las criptomonedas, que arrastran un año de fuertes caídas y una disminución considerable en su uso.
Su elevado consumo ha llevado a las grandes operaciones de minería a instalarse en regiones donde la electricidad es relativamente barata, como algunas zonas de China. En algunos casos su localización permite utilizar fuentes de energía teóricamente "limpias", como embalses hidroeléctricos, pero en otros casos se apoyan en una red muy antigua y alimentada de forma predominante por carbón.
China considera ahora que el impacto medioambiental no justifica su existencia y es perjudicial para el bienestar del país pero no es el único problema que tiene con este tipo de monedas. Desde hace años ha tratado de controlar su uso con diferentes políticas por el temor a que se utilicen como una via para sacar grandes cantidades de dinero del territorio.
Es importante señalar, no obstante, que las propuestas de la NDRC no equivalen a una ley. Son recomendaciones de actuación para el gobierno pero su implementación puede demorarse varios años y algunos puntos son rutinariamente ignorados desde Beijing.
Pero las nuevas medidas, si se aplicaran, podrían tener un impacto devastador en las criptodivisas, que en los últimos días han recuperado parte del valor perdido en 2018. Solo en el caso de Bitcoin se calcula que el 70% de las instalaciones de minado están en el país y buena parte de los fabricantes de equipos para el minado (ordenadores con una elevada potencia de cálculo en paralelo) operan también desde ese territorio, como Bitmain.
ÁNGEL JIMÉNEZ DE LUIS
Atlanta
09/04/2019
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